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Sí hay salida

El callejón surge de un “imperativo categórico que obedece a objetivos “particulares” ¿Por qué nos dejamos encerrar?
Carlos Ortiz de Zárate
domingo, 3 de mayo de 2015, 22:06 h (CET)
En otros artículos he hecho mención a las cada vez más poderosas pantallas de los poderosos; es lo que vemos; tenemos que hacer un esfuerzo para ver otras pantallas y para salir de nuestra burbuja, en la que nos protegernos de los miedos que nos desatan la actualidad y el cotidiano.

Seamos serios; todos los ciudadanos europeos y no europeos estamos interesados en que se resuelva el problema de la deuda griega y en que se respete la voluntad del pueblo griego. Las negociaciones en curso dejan muy claro que las instituciones europeas no persiguen esos objetivos y recurren a un “imperativo categórico” que no cabe en las proclamaciones de los Tratados, no es nuestro callejón es el de los que dicen representarnos.

El tratado de Ámsterdam atribuye al Parlamento Europeo poderes de intervención que echo de menos en este caso, aunque si se ha mostrado más farruco a la hora de escoger al presidente de la Comisión, mostrando su adhesión a los intereses de las multinacionales.

Ciudadanos; la “institución está en peligro”, nuestros representantes obedecen otros intereses. No ha sido necesario esperar a la crisis griega; la UE lo puso ya bien claro desde su fundación; los impulsores del Tratado de Maastricht fueron los primeros en incumplir los rigores presupuestarios y como ya he indicado en “El encanto de la deuda”, la deuda de todos los Estados miembros no ha parado de crecer, desde entonces.

No me parece ningún disparate la exigencia del riguroso cumplimiento de las proclamaciones institucionales y si nuestros representantes no lo hacen, tenemos la obligación de hacerlo nosotros.

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No tiene mala fama el hábito de actuar o pensar con parcialidad en los últimos tiempos. Se exhibe incluso, y se ejecuta, sin menoscabo de la autoestima y sin perder un ápice de prestigio. Los que venimos de otros tiempos, en los que la imparcialidad era virtud de cualquiera y finalidad de todo funcionario, nos sentimos extrañados.

Para lo bueno y para lo malo, la vida siempre ha estado cruda; aquí abajo no se cocinan sus fundamentos. Los impulsos de los seres vivientes son incesantes, con evidente desorientación debida a lo incierto de sus rumbos. Las sensaciones son interrumpidas, incluso arrancadas de cuajo por avalanchas intempestivas.

El legado de la Cofradía en Zaragoza es incuestionable. Durante décadas, sus procesiones, especialmente en la Semana Santa, se han convertido en uno de los eventos más importantes del calendario religioso de la ciudad. La figura de San Juan Evangelista, un símbolo de la fidelidad y la devoción al Cristo crucificado, cobra especial relevancia en la identidad de la Cofradía.

 
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