Inmediatamente que los detecto se me vienen a la cabeza las figuras de aquellos que fueron perfectamente descritos en los Evangelios. Sepulcros blanqueados, blancos por fuera y llenos de podredumbre por dentro. Siempre dispuestos a hacer grandes gestos y rasgarse públicamente las vestiduras.
Casi todos tienen que ver con la política, la economía, la religión o las comunicaciones. Es decir aquellos que están en el candelero y necesitan hacerse notar. Son aquellos que primero eran republicanos, después franquistas, posteriormente monárquicos y otra vez “republicanos de toda la vida”. Se manifiestan fervientes contribuyentes o evasores manifiestos según convenga. Hace años desfilaban en las procesiones, bautizaban a sus hijos, les llevaban a hacer la comunión o se casaban en los templos con pompa y boato. Hoy se manifiestan “ateos de toda la vida” o pertenecientes a las creencias de moda más peregrinas.
Sin ningún tipo de pudor se retractan de sus declaraciones y donde dije digo quise decir diego. Ahora la han tomado con los que se “han colado” en las listas de las vacunas. Me gustaría saber cuantos de ellos lo han hecho de “extranjis”. Lo último; la crítica del envío por parte de la familia real de la Infanta a un colegio del Reino Unido.
Me pregunto: ¿quién de nosotros no enviaría a sus hijos –si pudiera- a completar sus estudios al extranjero? Yo desde luego lo haría. No lo hice en su día porque no puede. Pero varios de mis nietos lo han podido realizar. Estoy convencido de que muchos de los hipócritas que graznan a diario sobre esos temas tienen a sus hijos en grandes colegios europeos o americanos, o en caros colegios privados de nuestro país. El caso es rajar.
La buena noticia de hoy, la que me quita el mal sabor de boca, me la proporciona un malagueño de pro que acaba de pasar por una cruel enfermedad y la ha superado a pulso. Se trata de Dani Rovira, al que no conozco personalmente, pero admiro muchísimo.
Está presentando actualmente un programa en la 1 que me ha encantado. Un programa amable, simpático, con un elenco de actores extraordinario y un protagonismo que Rovira lleva con soltura y desparpajo. Con esa gracia malagueña que no se adquiere en las escuelas de arte sino en la leche que se mama. Da su sitio a los entrevistados y los lleva a su terreno con su juego con el guión que maneja a su gusto.
El espacio de la pasada semana -dedicado a la fama- lo concluyó con un golpe de ingenio extraordinario. Presentó a esos seres anónimos dignos de encomio. A esos que han luchado con la pandemia y siguen dando el callo, porque esto no se ha acabado.
Extraordinaria noticia, la del reconocimiento público a los que, de verdad, están sacando las castañas del fuego. Ole por Dani Rovira. Te mereces todos los premios que te den. Ahora si que eres un SuperRovira.
Ah; y a los hipócritas estoy por vomitarlos.
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