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Pucherazo electoral

Parece que el peligro para la democracia, sí peligro grave, está principalmente en la izquierda
José Luis Heras Celemín
viernes, 30 de abril de 2021, 18:27 h (CET)

Pucherazo. Fraude electoral que consiste en alterar el resultado del escrutinio de votos. Fue uno de los métodos usados en el periodo de restauración borbónica para conseguir la alternancia negociada entre Conservadores y Liberales. Como ejemplo, el ‘Pucherazo del 36’, un fraude en las elecciones del Frente Popular de entonces en el que, según publicó el diario El Mundo el 12-03-2017, los datos históricos demuestran que “hubo un baile de 50 escaños a favor de las izquierdas”, que influyó en el futuro de España. Tras él, debacle, revueltas y la Guerra Civil.


¿Fraude en las elecciones madrileñas 4-M?: La posibilidad existe, vuela entre amigos y, por momentos y en oleadas, llegan noticias falsas o veraces sobre hechos reales o inventados que producen inquietud. Estamos al albur del Gobierno de coalición nacional PSOE-Unidas Podemos, una especie de copia del antiguo Frente Popular, y las alarmas planean sobre la pandemia con visos de posibles: Votos por Correo de electores que no han votado. Escándalo por fallos en detectores de metales, en Correos y organismos oficiales, que han permitido el paso de balas y una navaja dirigidos a políticos. Responsabilidades que nadie asume por fallos que nos perjudican a todos, entre ellas las del ministro de Interior, la directora de la Guardia Civil y el Presidente de Correos. 


Zarabandas con afanes cuestionables, son notables las iniciadas por Pablo Iglesias y Reyes Maroto en contraposición a las evitadas por Rajoy (tras el tortazo que recibió en Pontevedra) y Díaz Ayuso anteayer.


En definitiva, el sindiós de una clase política asquerosa que no está a la altura de la sociedad ni se ocupa de las necesidades nacionales con la eficacia que debiera.


¿Derecha, izquierda, centro? Parece que el peligro para la democracia, sí peligro grave, está principalmente en la izquierda que busca el poder con trampas. Esta izquierda, extrema o maquillada, en coalición en el Gobierno de España, pretende copar el poder donde pueda, ahora en la Comunidad de Madrid. Es responsable, sin duda, pero la situación que produce alarma sobre pucherazo no se debe sólo a ella. Hay que saber, y denunciar, que el amago de pucherazo que aparece ahora es la consecuencia de un estado de cosas que ya existe: Mentiras de políticos en elecciones, después o en cualquier caso (son notables las del presidente del gobierno). Inconsistencias morales (las hay a mogollón). Ética ausente en la actividad política, que no tiene otra corrección que el rechazo tardío de los electores al votar. Trolas como modo de acción política. Incluso corrupción política, que es la más llamativa, tapa a muchas y cambia el foco de la atención social. Pero que, aunque a la corta es rutilante, sólo es una anécdota fácil de corregir con el empleo de las leyes que tenemos, infinitamente menos dañina que las anteriores.


Para enmendar la situación que provoca el pucherazo que se teme, hay que cambiar el status social del político. Nos hemos acostumbrado a una clase política a la que se le disculpa todo. Con la gente de valía, algunos hay aunque sean pocos, comparte ocupación toda una suerte de ‘figuras’, figurones, inútiles sin formación, y los que zascandilean en los aparatos de los partidos políticos.


Importan el status social del político y hay que mejorarlo. Pero, además y antes, hay que sanear y purificar la actividad política. El político debe ser honesto y veraz. Siempre. Sus errores, en los países próximos a nosotros, se controlan desde la ley. Pero, a diferencia de lo que ocurre en España, la sociedad los sanciona y aparta al menor de los fallos. Una copia en un examen, o una mentira es motivo de dimisión o cese. Entre nosotros no: las mentiras de Pedro Sánchez, por ejemplo, son compatibles con su inquilinato en la Moncloa.


En las dos primeras potencias mundiales del momento, USA y China, la actividad política, además de un servicio a la sociedad, es una forma de fomentar y seguir los ideales de los dos países. En USA el afán del bien hacer, está entre los republicanos y demócratas; con ello superaron el Watergate, la becaria con Clinton y las incomodidades de Obama o Trump para seguir la historia con Biden. En China es inconcebible que sus políticos, del Partido Comunista ahora y los que ejercieron la actividad política a lo largo de los, ahí es nada, últimos dos mil años, se aparten del bien hacer; superaron los cambios al ‘sustituir’ al emperador, las vicisitudes del Partido comunista chino con Mao, La Larga Marcha y las reformas de Deng Xiaoping para encarar el futuro desde el ideal chino.


En definitiva, honorabilidad. USA y China ejercen y buscan la honradez como paradigma de decencia, nobleza y honestidad, a seguir por el resto del mundo. Como respuesta, también, a la aspiración humana al bienhacer. Una apetencia general, también española, que aquí, a pocos días de las elecciones autonómicas madrileñas, no casa con los ‘aló presidente’ y trolas de Pedro Sánchez, los alborotos fascistas de Gabilondo y Pablo Iglesias por unas balas, ni con la turbación de Reyes Maroto por una navaja manchada que le envió un enfermo mental.


Esa apetencia nacional puede ser, es, el origen del espantapájaros que aparece como amenaza: La de un ‘Pucherazo electoral’.

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