No es necesario ser un especialista en economía ni un avezado técnico en administración pública para saber que, tanto en la economía hogareña como en la que se refiere a una nación entera, cuando se gasta más de lo que se ingresa el resultado suele ser desastroso. Claro que, a diferencia de lo que sucede en cualquier hogar ciudadano, en el caso de que sea el Gobierno y sus administraciones subordinadas los que se ocupan de atender a los gastos generados por las necesidades ciudadanas, disponen de otros medios, otros tipos de medios para conseguir más disponibilidad de efectivo u otros sistemas que les permiten controlar los gastos del propio Estado y de sus autonomías. En el primer caso, disponen de la facultad de aumentar los ingresos fiscales a costa de las haciendas de sus ciudadanos, de limitar su poder adquisitivo y de reducir, en consecuencia, su nivel de vida. En cuanto el segundo, dispone del poder para poder establecer una prioridad en cuanto a atender el gasto público estableciendo preferencias, recortes, planes a medio o largo plazo, para así escalonar la financiación o, existe la posibilidad de priorizar aquellos más imprescindibles y retrasar aquellos más superfluos, que pueden aplazarse indefinidamente o, en muchos casos, prescindir de ellos totalmente, debido a que no son de primera necesidad.
Pero estamos en manos de unos gobernantes atípicos, de ideas izquierdistas, insensibles ante las reglas básicas de la economía, cerrados a la idea de que cuanto más se trabaja, se dan facilidades a los particulares para el libre comercio, se espolea la iniciativa privada y se limita la intervención del Estado en la industria, el comercio, la actividad financiera y la posibilidad de que sean los propios ciudadanos los que, mediante el gasto y el consumo privado, sean los que generen más ingresos para el erario público, sin necesidad alguna de castigarlos con mayor carga impositiva. En realidad, en España, pese a que la propaganda comunista, siempre en la vanguardia en cuanto a usar técnicas manipuladoras para encauzar la opinión pública, sin que para ello se preocupen demasiado si han de mentir, engañar, descalificar, dar datos falsos ( vean el ejemplo del CIS del señor Tezanos en cuanto a su manera de tratar las pasadas elecciones madrileñas, cuando durante todo el periodo electoral no dejó de publicar encuestas falsas dando por ganadores o anunciando empates que nunca existieron como demostraron en resto de encuestas que iban pronosticando una victoria holgada de la señora Díaz Ayuso) es fácil contar con la ignorancia o la cerrazón de una parte importante de los votantes para tragarse cuanto le echen si se adecua a sus conveniencias o su sed de revanchismo.
Y es que no es precisamente el mejor sistema de crear riqueza, de mejorar el “estatus” de la ciudadanía o de favorecer el interés de los estudiantes para dedicarse a profesiones libres o a crear negocios con su capital, si a lo que se dedica el propio Gobierno se centra en la contratación de funcionarios, un tipo de contratos que son indefinidos, no pueden ser despedidos, aseguran un sueldo fijo y garantizan una serie de beneficios que no es fácil que se encuentren en la actividad o la empresa privada. Pero, ¿saben ustedes que hemos llegado a un récord del funcionariado de modo que el empleo público ya alcanza, casi, el 30% de la contratación en algunas autonomías? Sin embargo, vean el contrasentido de esta política de aumento de la contratación pública cuando, por otra parte, se produce el hecho discordante de que las jubilaciones anticipadas de los funcionarios aumentan un 26% (ante la posible reforma del sistema de pensiones).
Es evidente que la epidemia de la Covid 19 ha influido en la necesidad de la contratación de más enfermeras y médicos, pero tenemos que ser conscientes de que este hecho de incremento del funcionariado siempre ha sido patrimonio de los gobiernos de izquierdas, muy propensos a crearse bolsas de personal dependiente, que es lo mismo que garantizarse votos seguros. Mientras, la contratación pública ha aumentado en casi 150.000 personas durante la pandemia, por el contrario, existe la contrapartida de que en el sector privado el retroceso ha sido de 4,5% de pérdida de puestos de trabajo. No debe de extrañarnos que el aumento de las nóminas, debido a este crecimiento de la contratación pública, haya supuesto, en el 2020, un montante de 140.000 millones de euros, un tercio más que hace 14 años. Las izquierdas han encontrado, en las ministras feministas que llevan la voz cantante en el gobierno del señor Pedro Sánchez, unas colaboradoras valiosísimas para llevar a cabo la política recaudatoria que, con el pretexto de hacer pagar más a los ricos, lo que viene demostrando es que, en definitiva, los que venimos soportando el peso de la carga fiscal sean las clases medias que, curiosamente, suelen ser las que menos protestan y las más acomodaticias.
Y un apunto sobre esta nueva vicepresidente, la señora Yolanda Díaz, jueza de profesión, que está demostrando ser una heredera nata de las ideas extremistas del señor Pablo Iglesias, felizmente ausente de la política sólo que, en su caso, las formas son distintas, yo diría que más peligrosas, más sibilinas, más concretas y dirigidas a un sector que conoce bastante, el de los trabajadores y sus relaciones con las empresas y sus connotaciones con los sindicatos con los que parece mantener buenas relaciones. Yo, en el caso de los empresarios, empezaría a mostrar preocupación por lo que esta señora, comunista de pies a cabeza, puede acabar haciendo en cuanto a lo que ahora pudiera considerarse una relativa calma laboral dentro del seno de la mayoría de ellas, seguramente propiciada por la incidencia del coronavirus y el miedo de los empleados a perder el puesto de trabajo, en unas circunstancias adversas para poder conseguir otro. Mientras, los economistas siguen pronosticando que, el déficit público del 2021 alcanzará la cifra de un 10%, cuando el gobierno insiste en que no se alcanzará el 7%, y seguimos hablando de una deuda pública cuyas cifras siguen siendo muy preocupantes, ya que todos los pronósticos indican que, en este año 2021, el endeudamiento público alcanzará entre un 19% y un 20% del PIB.
Mientras tanto, tenemos que seguir aguantando a la ministra de Hacienda, la señora M.ª Jesús Montero, especialista en tergiversar los temas y, como no, en ser una de las destacadas expertas en faltar a la verdad en cada ocasión en la que se le ofrece cancha para hacerlo. En una entrevista al periódico La Vanguardia (Dios los cría y ellos se juntan) ha dicho, sin que la cara se le haya caído de la vergüenza, que “Las comunidades del PP que bajan impuestos son las que piden más al Gobierno”. Veamos si nos entendemos, señora ministra, y haga el favor de no tomarnos a los españoles por lelos una costumbre que, por cierto, la practican con exceso sus compañeras de mandurria: la señora Celaá, la vicepresidenta, señora Calvo y ya no hablemos de las comunistas que las acompañan, la señora Díaz y la duquesa de Galapagar, la ministra de Igualdad, señora Montero; que todavía siguen pensando que se encuentran en la Rusia estalinista, aquella del Frente Popular que pretendió convertir a toda Europa en un satélite de Moscú. En primer lugar, la comunidad madrileña es de las que más contribuyen con su aportación a las Arcas del Estado; en segundo lugar, gracias a los “buenos oficios” de este Gobierno en el que están ustedes integradas, es una de las comunidades que menos ayudas recibe del Gobierno y, en particular, si se compara con lo dadivosos que son el señor Pedro Sánchez y todo el resto de su ejecutivo con los separatistas catalanes, con los que no paran mientes a la hora de subvencionarlos pródigamente. Pero es que hay algo que no quieren entender, aunque ya se ha intentado en numerosas ocasiones, no mediante teorías indemostrables sino palmariamente, cuando los que gobiernan son partidos de centro derecha en lugar de los que actualmente padecemos, es cuando se aprecia de forma práctica que cuanto menos impuestos y más libertad de actuación se les dan a las empresas y comerciantes, aunque se los grave con menos cargas fiscales, la recaudación y el consumo son mayores algo que beneficia a la ciudadanía y a la recaudación fiscal del Estado.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no nos queda más remedio que admirarnos de que La Vanguardia, el periódico independentista de la comunidad catalana, le dé pie a la señora ministra de Hacienda para que ejerza, una vez más, de miembro del Ejecutivo encargado de tomarnos el pelo, dándole dos páginas enteras para que explique, a su manera y modo, lo que el señor Pedro Sánchez desea que se diga a los españoles, en unos momentos en los que el percance sufrido por su partido en la comunidad Madrileña, les ha puesto a todos en estado de alerta, una situación que aunque se esmeren en negarlo, les ha puesto, por primera vez, ante la posibilidad de perder las próximas elecciones legislativas. Y es por eso que, la señora Montero, en la entrevista que le hacen en La Vanguardia, repite el sonsonete que se ha convertido en eslogan del partido: “Se equivoca quien extrapole los resultados de Madrid”. En primer lugar, sería bueno que cuando afirma con tanta rotundidad nos explicase en qué bases se apoya para hacer esta afirmación; en segundo lugar, nos parece que, al menos, tiene una cierta frivolidad en la forma de expresarse de la señora Montero, cuando el batacazo de su partido en Madrid ha sido verdaderamente adverso lo que pudiera indicar que, se registra un evidente descontento general respeto a la actuación de este Gobierno durante este tiempo de campaña antivirus, un descontento que nadie se podría extrañar que afectase al resto de comunidades del país.
Por otra parte, como parece que quiere adelantar la señora ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, “ahora empieza de verdad la legislatura” y, muchos de los que nos enteramos de esta afirmación, no pudimos menos que pensar que, de verdad, iba a empezar la nueva ofensiva socio-comunista, mediante la cual se iba a poner cerco a nuestros bolsillos con la implantación de la anunciada armonización fiscal, consistente en los aumentos en los viejos impuestos, acompañada de otros nuevos que, la voracidad recaudatoria de las izquierdas, decida imponernos para acabar de someternos al sistema totalitario, propio de quienes han decidido mantenerse en el poder, gracias al sometimiento de las libertades de los españoles de a pie. Y la frase de rigor de la personalidad que hoy nos ilustra con su pensamiento, don Francisco de Quevedo Lucientes: “Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir”, seguramente que todos ustedes le encontrarán un significado adecuado al tema de hoy.
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