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Donantes de células madre

Donar células madre permite salvar vidas en peligro sin poner en riesgo la salud del donante.
José Carlos García Fajardo
jueves, 18 de junio de 2015, 23:19 h (CET)
Una chica de 16 años, enferma de leucemia, consigue un cordón umbilical mediante una campaña en un blog de Internet. La familia de esta chica informó de la aparición de un cordón umbilical compatible, que le permitirá someterse a un trasplante de médula ósea en el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona. Su página Web recibió más de 30.000 visitas de todo el mundo.

El trasplante para una persona de 16 años que proviene de un cordón no es fácil, ya que no hay muchas posibilidades de que la médula se regenere fácilmente porque el cordón en sí tiene poca cantidad de células madre, a diferencia de los donantes adultos.

Desde el portal creado en Internet, amigos y familiares de Herminia piden a todos los posibles donantes que vayan a un banco de sangre a hacerse la prueba de compatibilidad. Si la gente supiese que con una simple extracción de sangre puede salvar una vida, estoy seguro de que se harían la prueba.

Hace años, la doctora de la Clínica Puerta de Hierro, de Madrid, Pilar Zabala, vino a nuestros seminarios de periodismo en la facultad de Ciencias de la Información, para explicar el problema que tenían cuando se presentaba un trasplante. Así como el plasma sanguíneo se puede conservar en frigoríficos, las plaquetas sólo duraban unas cuantas horas una vez extraídas de la sangre. Nos organizamos y fuimos a ese Hospital, nos tumbábamos durante dos o tres horas, nos extraían la sangre por un brazo, pasaba a través de un aparato que extraía las plaquetas y nos volvían a introducir la sangre por el otro brazo. Ni era doloroso ni peligroso y les servía para hacer un Banco de donantes de plaquetas. Hicieron un fichero con nuestros nombres, teléfonos y características y, en cualquier momento del día o de la noche, podían avisarnos a unos cuantos para acudir a donar las vitales plaquetas que ayudaron a salvar muchas vidas. Logramos que se hiciera un Banco con más de cien voluntarios donantes bien seleccionados. También formaron parte de ese banco familiares de enfermos que superaron la prueba de la compatibilidad, y que habían superado los naturales miedos de hace 20 años. También se comprometían a donarla a quienes la necesitasen aunque no fueran de su familia.

Yo me pregunto. ¿No sería posible organizar una campaña a nivel nacional para formar Bancos de posibles donantes compatibles de células madre? Hacerse la prueba es tan sencillo como una extracción de sangre para un análisis. Seguro que podríamos convocar a miles de ciudadanos que no saben que con su disponibilidad pueden ayudar a miles de enfermos de leucemia y de otras enfermedades. Por mi parte, aprovechando lo que me resta como Profesor Emérito en la Universidad Complutense, promoveré esta campaña desde esta Universidad de Madrid. Como no conozco el límite de edad, me ofrezco para que otros jubilados ayuden a promover las campañas que pongan en marcha las autoridades competentes. Es más que probable que las personas mayores más que células madres tengamos células abuelas, pero no importa la edad para pasar la palabra, echar una mano, desde casa con Internet o el teléfono, o desde las ONG y Asociaciones de la Sociedad Civil que quieran participar. Quizás no haya muchas personas que sirvan para el Banco de donantes, pero al menos sí habrá muchos que se sometan a la prueba de sangre, que, repito, es bien sencilla y conozcan sus posibilidades reales por si algún día alguien de su familia los necesita. Lo mismo hemos hecho animando a los jóvenes universitarios a hacerse las pruebas sobre la calidad de su semen y las posibilidades que en su día podrían tener para asumir una paternidad responsable. La respuesta fue excelente en toda España. Desde hace ya muchos años, nuestra facultad ha sido una de las que mayores donantes de sangre tienen cada año en nuestro campus. Y es que nunca dejamos de recordárselo a los nuevos estudiantes: pueden salvar vidas de la forma más sencilla y sin complicación alguna. Encima, reciben información sobre su estado de salud o sobre si precisan hacer una revisión.

Tengo para mí que, desde hace ya más de 30 años, ante un caso de grave enfermedad renal de uno de mis colaboradores que sólo tenía un riñón, estaba recién casado y esperaba a su primer hijo, comprendí que todos son mis hijos, mis padres y mis hermanos. Y si uno nunca vacilaría en ayudar a un ser querido, cuando este ámbito se expande, todo resulta más natural y fácil.

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