Los expertos prevén que la economía italiana se acelere a partir del segundo trimestre del año, tras un primer trimestre de contracción. La evolución favorable del PIB podría alcanzar el 4,6% en 2021. Se prevé que tanto las inversiones como las exportaciones experimenten un crecimiento superior al 10% interanual, tras las contracciones de dos dígitos de 2020. Sin embargo, el repunte del consumo privado seguirá siendo modesto, debido a la reducción de los ingresos de los hogares y el crecimiento del desempleo hasta el 9,9%. La aseguradora de crédito prevé un aumento de las insolvencias en Italia a partir del segundo semestre de 2021, que se prolongará en 2022, debido al final de las moratorias establecidas durante la pandemia.
Italia, principal beneficiaria del plan de estímulo de la Unión Europea, tiene previsto recibir el 25% de los fondos de recuperación Next Generation EU. De acuerdo con el plan actual, destinará 103.000 millones de euros a la mejora de las infraestructuras y proyectos ecológicos, 50.000 millones a la digitalización, 21.000 a la mejora de la educación y 13.000 a investigación.
La elevada deuda pública de Italia ya era un problema anterior a la pandemia. El déficit fiscal italiano aumentó al 9,5% en 2020, y se espera que crezca hasta el 11% en 2021, lo que situará la deuda pública al cierre del ejercicio cerca del 160% del PIB. No existe una estrategia creíble a medio plazo para reducir la deuda pública y los mercados financieros se han vuelto menos proclives a prestar dinero al gobierno italiano. Sin embargo, varios factores importantes mitigan el riesgo soberano. El Banco Central Europeo apoya indirectamente las finanzas públicas de Italia con la flexibilidad de su política monetaria, ha comprometido la compra de hasta 1,85 billones de euros en bonos hasta 2022 y reinvertirá los pagos del principal hasta finales de 2023. Además, una gran parte de la deuda pública tiene tipos de interés fijos, el vencimiento medio de la deuda ha aumentado a unos 8 años e Italia tiene considerables reservas de liquidez. Los bancos italianos tienen una proporción relativamente alta de deuda pública, que representa alrededor del 10% de sus carteras. Por lo tanto, son bastante vulnerables tanto a la capacidad de pago del Gobierno como a la evolución de los diferenciales de los bonos. Esto aumenta el riesgo de que los posibles problemas del sector bancario y del presupuesto público se refuercen mutuamente.
Debido a la mejora de las perspectivas económicas, el riesgo de crédito de algunos de los principales sectores italianos ha mejorado, aunque se mantiene en niveles elevados. En la automoción, el riesgo crediticio de muchas empresas sigue siendo elevado debido a las graves tensiones de liquidez registradas en 2020. La construcción afronta problemas como la feroz competencia, la incertidumbre sobre la futura capacidad de inversión pública y un mal comportamiento en pagos persistente que ha motivado un elevado número de quiebras empresariales en los últimos dos años.
En el sector servicios, muchos segmentos han sufrido debido a las amplias medidas de confinamiento y distanciamiento social. Con una orientación claramente exportadora, maquinaria e ingeniería fue uno de los sectores italianos con mejores resultados en los años previos a la pandemia. La industria de metalurgia y siderurgia experimentará un repunte de los pedidos y ventas ante la mejora de la demanda de sus sectores compradores y los mayores márgenes por el repunte de precios. El sector químico mantiene un buen desempeño y niveles de impago bajos en comparación con otros sectores.
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