“Talibán” es un adjetivo que indica la pertenencia a un movimiento integrista musulmán.“Talibán” se puede aplicar, por extensión, a todo “fanático e intransigente”. En la sociedad española actual, con relativa frecuencia, podríamos aplicar la palabra “talibán” a políticos de corte “integrista”, esos que creen que su visión y su concepto de la vida es el único que debe aplicarse socialmente.
No lo aplicarán con armas o celdas de aislamiento sino mucho peor, con el ejercicio cotidiano de la imposición “sibilina”, de sus criterios sobre los asuntos más corrientes en el desarrollo de la vida municipal. Imposición acompañada del “menosprecio” a las ideas y costumbres de los demás, abusando del “silencio prudente” o “miedoso” de un pueblo “necesitado” y preocupado de las realidades de la vida social: vivienda, comida, estudios, salud, progreso y una convivencia abierta y respetuosa.
Antiguamente se diría: “si quieres lo tomas y si no lo dejas”; hoy es más fácil, como decía Jesucristo: “Seguidme a mí y a mí partido y no os faltará de nada”. (perdón por la comparación).
En el desarrollo de la vida municipal, los grupos “unidos ideológicamente” intentan, por todos los medios, imprimir con su “carácter talibán”, un determinado modo de vivir, de estudiar, de conseguir y hasta de rezar. El pueblo es la herramienta instrumentalizada para vivir holgadamente durante “x” años, sin haberme exigido para gobernar ni grandes estudios, ni preparación en idiomas, ni conocimientos básicos de economía ni, muchos menos, sentido social. Todo ello, hace que los gobiernos municipales utilicen los fondos económicos para administrar, con políticas interesadas y rentables, el campo de los VOTOS en la futuras elecciones.
Se manipulan “cortésmente” los sentimientos religiosos, las fiestas populares, los movimientos privados de ciertas asociaciones y todo ello, ¡OJO!, ¿cómo?: con el SILENCIO cobarde y responsable, no del pueblo llano y sencillo, sino de los GRUPOS RELIGIOSOS y ASOCIACIONES que se dicen DE INTERÉS SOCIAL.
Han sembrado, estimada Jerarquía religiosa, frialdad, comodidad, rentabilidad, abandono de tradiciones, cierre de iglesias (dicen que por seguridad) y, sobre todo, han apostado por el SILENCIO INTERESADO ANTE CIERTOS ABUSOS DE LOS GOBERNANTES.
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