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La necesidad de la enseñanza o la instrucción en ética es casi obvia, por eso a día de hoy nos sigue extrañando el poco espacio que se le dedica a esta disciplina en las escuelas. En un sistema educativo ideal, la ética se enseñaría desde los primeros años de vida, es más, se debería enseñar antes unas bases éticas que conceptos como el complemento directo o la ecuación bicuadrada.
Resulta sugestiva la emergencia de las religiones no teístas. No me refiero al budismo o al taoísmo, sino a esas otras creencias que proliferan en nuestros días. Ciertas teorías de la conspiración funcionan como religiones, pero, además, se van conformando otras, entre las que cabría destacar la denominada “ecolatría”, por utilizar el nombre que le dio Fernando Savater hace ya tres décadas.
En la historia argentina, la supervivencia del liberalismo y el nacionalismo ha sido una constante dentro del propio universo derechista. La época y los actores cambiaron. Pero los métodos paroxista y ascéticos en el que ambos irrumpieron no, generando la falsa ilusión de “nuevas derechas” en el debate.
Apelar a la mitología clásica como fuente de metáforas, alegorías o simbolismos es siempre una opción razonable para arrojar luz sobre el caos que nos asedia, al que solemos denominar “mundo”. Por poner un ejemplo, la noción de “hilo de Ariadna”, que a Teseo le sirvió para ahondar en el laberinto y poder abandonarlo tras matar al Minotauro, sugiere una analogía aplicable a diversas escalas.
Es evidente que la humanidad avanza en cantidad y calidad cuando se dan las condiciones que no puede imponer la izquierda política, ya que esta izquierda solo tiene el objetivo del egoísmo personal, la escasez de recursos, la pérdida de posición y la injusticia social. Este macabro objetivo lo hacen realidad en el ámbito de la enseñanza y la educación, y sobre eso no hay ninguna duda al respecto...
Es un hecho indiscutible que hoy al mismo tiempo que se confunden los viejos principios ideológicos que la sociedad identificaba con el conservadurismo, el liberalismo o el socialismo/comunismo, los intelectuales también se han diluido o confundido en este tsunami de nuevas corrientes costumbristas o de pensamiento. La justicia, la dignidad y la verdad, 'leit motiv' de sus discursos, ensayos y oratorias, han sido aparcadas en aras del relativismo moral imperante.
Convertir un Gobierno en una pajarería en la que cada pareja busca comida, agua, y tranquilidad “presente”, la futura que cada cual se la busque. La historias nos deja de manifiesto que la picaresca y los pícaros siempre han existido como parásitos de los demás, parásitos nacidos para envejecer a los demás; antiguamente se utilizaba el nombre, muy apropiado, por cierto, de sanguijuela, aplicado a personas generadoras de anemias colectivas.
Organicemos un "club selecto", con ideología social y normativa totalitaria. Habremos creado un sistema elitista, protector de intereses de grupo, comerciante de conciencias, enemigo de la "libertad individual" y manipulador de la palabra. Lo llamaremos "partido".
La integración social que nos venden desde varios sectores es falsa, y esa integración se convierte en distancia. Tal vez, desde esos gobiernos pertenecientes a la secta de la Agenda 2030 de las grandes élites, lo que se desea es la necesidad de no perder clientes; y lo más constatable es que buena parte de la ciudadanía no comparte esa visión manipulada.
La política ha comenzado a asfixiar la vida ciudadana, no por la esencia de aquella, sino porque el mundo de los parásitos politiqueros está invadiendo la sociedad. La “polis”, cada vez se parece más a un campo de minas, en el que te salvas, solamente, si tu partido te da el plano.
Se atribuye a Agustín de Hipona aquello de que “la Iglesia persigue por amor y los impíos, por crueldad”. Podría relacionarse tal afirmación con la doble moral o con lo que se ha dado en denominar ley del embudo, pues ambas se antojan óptimas para caracterizar la locución.
Verdad es que ideología suena a palabra maldita y fea y que verdad, exenta de carga ideológica, pasa por sentido común y certeza absoluta. En el Evangelio de san Juan se hace decir a Jesús de Nazaret que “yo soy el camino, y la verdad, y la vida.” La frase, literal o recortada, luce en numerosos frontispicios de iglesias cristianas.
Viendo lo que ha acontecido y acontece, creo que es urgente un plan de saneamiento ideológico en Catalunya y en muchos rincones de España. ¿Qué hay que hacer para ello? Voluntad política y creer en unos mínimos principios democráticos, unos principios que no son patrimonio de la izquierda, como nos quieren hacer ver.
Creemos por defecto que doctrinas políticas como el fascismo o el comunismo son de natural antagónicas, y erramos de pleno. Nótese el “por defecto”, y se entenderá mejor mi aseveración. Solo necesitamos repasar las características de una y otra propuesta de poder para percatarnos de que en esencia se nutren de los mismos principios y deseos: el control absoluto de la ciudadanía por parte del Estado.
En el idiolecto porteño (ciudad de Buenos Aires) es común oír durante estos días “qué va a ser” por “qué va a hacer” o “qué va a hacerle (usted)”. Ser/hacer… Se trata de una expresión originaria de la gente de campo mediante la que se reacciona (sin reaccionar). Es decir, se enfrenta la incertidumbre con más incertidumbre.
Con ocasión de un nuevo Tratado de la ONU que al parecer abre la posibilidad de producir, enviar o disponer de vídeos e imágenes participando en actos sexuales, el periodista Alex Rosal en un artículo publicado en Religión en Libertad hace una descripción muy detallada de cómo a través de la “ventana de Overtón” se puede lograr la aceptación y legalización de la pedofilia.
Durante los años álgidos del Procés, Cataluña se dividió en dos mitades: los que estaban a favor de la independencia y los que estaban en contra. La polarización a la que condujo el escenario vivido esos años supuso la desaparición provisional del amplio espacio intermedio, en el que, con diferentes sensibilidades, se mueve la mayoría de la población catalana.
A las personas que vemos los credos religiosos desde las afueras, ya sea como ateas, agnósticas o simplemente críticas con el hecho cultural en sí, no nos causa extrañeza la impunidad y silencio con el que se lleva tratando desde hace décadas, a veces entre bastidores y otras con sensacionalismo amarillista, los miles de casos de pederastia de clérigos católicos en todo el mundo y muy singularmente en España.
Primero organizan la frustración colectiva; después instilan veneno contra algo o alguien. Y el mundo, que no está dispuesto a luchar contra quienes provocan su frustración, sí está dispuesto a odiar lo que desconoce. La soberanía fiscal de Cataluña no apaciguará su independentismo, al contrario, lo reforzará. Los padres de la Constitución sólo querían salir del paso. Ilusorio haber creído que los conciertos económicos vasco y navarro nunca tendrían efectos contagiosos.
Se atribuye a Mario Benedetti la afirmación de que “cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas”. La verdad es que la frase se debe, según parece, no al uruguayo, sino a Jorge Enrique Adoum, escritor ecuatoriano y autor de “Entre Marx y una mujer desnuda”, que leí en mi posadolescencia, cuando eran asimismo otras las preguntas, casi iniciándose nuestra transición política.
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