Aunque este suceso ocurrió ya a principios de año, no viene mal recordarlo, pues a mi parecer poco se habló del ejemplo más claro de cómo la ideología influye en la comunicación (medios).
Fernando Savater es un pensador y autor español reconocido por su crítica incesante y su dedicación a la democracia y a los principios liberales. Durante su trayectoria profesional, ha progresado desde posturas libertarias hacia una ideología más liberal. Savater está decididamente en contra del nacionalismo, en particular el nacionalismo vasco, y ha servido como un modelo para aquellos que se sienten subyugados por este.
En sus escritos y discursos, Savater subraya el valor de la libertad personal, el respeto a los derechos humanos y la importancia de preservar un Estado democrático sólido. A pesar de haber criticado a ambos extremos del espectro político, en años recientes ha manifestado su desacuerdo con la izquierda actual, a la que percibe como inflexible y dañina para la nación.
Esto último fue lo que le condujo hasta su despido, a principios de año, del periódico El País. Aunque ningún medio de comunicación (ya sea periódico, radio o televisión) expone abiertamente si tiene alguna ideología predominante, desde la cultura popular se ha supuesto de qué pie cojea cada medio, además solamente con leer los titulares de los artículos que se publican en cada medio ya podemos sacar conclusiones.
Resulta inimaginable que hoy en día la gran mayoría de medios de difusión estén tan politizados hasta el punto de despedir a sus mejores colaboradores por su opinión política, pero esto solo desvela el rigor periodístico de ciertos medios de comunicación.
Gustavo Bueno, filósofo español y creador del materialismo filosófico, tuvo una visión crítica sobre los medios de comunicación y la ideología que transmiten. Según Bueno, los medios no son meros canales de información neutrales, sino que actúan como instrumentos ideológicos que reproducen, transmiten y moldean ciertas visiones del mundo, en función de los intereses de las clases dominantes o de los grupos que controlan dichos medios. Bueno sostiene que los medios de comunicación no solo informan, sino que forman parte de los "aparatos ideológicos del Estado" (un concepto influido por Louis Althusser). Los medios contribuyen a construir y legitimar ciertas narrativas que favorecen la estabilidad de un sistema político o económico. Bueno, también critica cómo los medios manipulan el lenguaje para presentar ciertos valores, como el consumo o la individualidad, como universales e incuestionables. Esta estrategia refuerza la hegemonía cultural de las élites económicas.
De cualquier manera, esto es algo que no se debe permitir, pues que los medios de comunicación por los que se informa a los ciudadanos de a pie sean politizados, eran prácticas comúnmente utilizadas en gobiernos totalitaristas.
Hannah Arendt, filósofa y teórica política, subraya cómo la propaganda es utilizada para construir una realidad ficticia que reemplace los hechos. En los regímenes totalitarios, la propaganda no busca convencer racionalmente, sino inundar la esfera pública con ideas simplistas, repetitivas y emocionales. Los medios de comunicación, especialmente en regímenes autoritarios, son herramientas clave para este propósito, creando una desconexión entre las masas y la verdad objetiva. En su ensayo "Verdad y mentira en la política", Arendt explora cómo la verdad factual puede ser manipulada y sustituida por narrativas convenientes. Aunque no menciona directamente a los medios de comunicación modernos, este análisis se adapta a cómo los medios pueden distorsionar la verdad mediante selecciones editoriales, simplificaciones y descontextualizaciones. Arendt describe cómo las sociedades modernas, con su creciente atomización, son más susceptibles a la influencia de la propaganda. Las masas aisladas y alienadas buscan certezas en un mundo complejo, y los medios pueden aprovechar esa necesidad para imponer ideologías que simplifican la realidad.
Aunque Arendt escribió antes de la era de los medios digitales y las redes sociales, sus ideas son especialmente relevantes para entender cómo los medios pueden ser utilizados para consolidar visiones del mundo unilaterales, polarizar a la sociedad y trivializar la verdad. Su análisis sugiere que los medios, cuando operan bajo una lógica ideológica, no solo distorsionan los hechos, sino que también contribuyen a la alienación y al aislamiento de los individuos.
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