Incómodamente breve En el ámbito de lo consuntivo la elección de compra, para los <marketers> : “el momento de la verdad”, se presume a mi juicio del resultado de internarse en la revelación del episteme social y fenomenológico, y nunca por la necesidad recurrente de “emergencias productivas” que, por otro lado, y en la mayoría de casos, siempre vienen acompañadas de una impertinente divisa evangelizadora o por la creatividad de “claims” implacables centrados en historias mal contadas por marcas sin relato, o lo peor, que no supieron reescribirlo en los momentos difíciles. Es más que evidente, pues, la necesidad continua de explorar la individualidad social de una amplia diversidad de tribus consumidoras y profundizar en las diferentes capas de los procesos de subjetivación superando, cuanto antes, la práctica extemporánea de “vender” en cualesquiera de sus formas. A pesar de ello, me asombra la “vanidad malsana”, principalmente de las “marcas cuidadas” también llamadas “marcas públicas”, que creen conocer en cada momento qué decir para convencer una y otra vez a los mismos, olvidando el hecho incontestable de que nunca se llega a saber la razón última por la que se elige una opción y no la contraria. Del excesivo foco en las tasas de redención donde se suele confundir el dato con el diálogo, de un “benchmarking” cada vez más “random” o el influjo apabullante de las “startups” narcisistas (junto a otros) se podría colegir la poca profundidad en el análisis social, excepto, en situaciones de “riesgo reputacional”. Entonces, sí …) La crisis de nuestras marcas - en caída libre - no parece revertirse. Lo escrito hasta ahora, sin duda, margina múltiples variables de un mercado económico complejo, pero, me resisto por encima de todo a la idea, que muchos abrazan, de que aquí no sabemos vender. Aunque, probablemente la endogamia marquista y el intento de superarla mediante una personificación absurda en su comunicación, junto a la diferencia localista de contar con una “cultura empresarial” que nunca entendió la autocrítica como ventaja estratégica y sí, como una debilidad contagiosa y desleal, no ayude.
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