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Se dice por ahí, que hay tantas verdades como mentiras, pero, de entre las primeras, solo una se impone como verdadera, se trata de la verdad oficial. En cuanto a las mentiras, son simples mentiras creadas para que sus productores tengan una ocupación y su despliegue mediático sirva de entretenimiento al respetable. No pasa nada si estas últimas son inofensivas, es decir, si siguen el juego al sistema y se mueven en el terreno del espectáculo.
Si la mentira se apropia del Gobierno, comenzando por la cabeza, su Presidente, un país comenzará a ir a la deriva, empujado por las aguas turbulentas que buscan su espacio con la brutalidad de las tormentas. Sabemos lo que es la política nacional e internacional, complejo de intereses compartidos y llenos de contradicciones, pero sólo las revoluciones, si miramos la historia, han sido las “casi” capaces de corregir esa marea podrida que destruye sin compasión.
Decíamos que la censura de hoy no necesita ni tijeras ni brochas. Más sutil, le basta con volcar toneladas de paja sobre la aguja de oro (la información veraz) y a su vez fomentar animadversiones contra aquellos que no comulguen con ruedas de molino. Todo esto tiene un efecto degenerativo: que la mentira consentida o compartida, sin reproches morales, impregne todo el pensamiento. Amoralidad y ausencia de reflexión crítica.
Acabo de recibir una llamada telefónica en la que me informan de una noticia sorprendente: Puigdemont no se ha movido de su escondrijo. Todo lo que sucedió ayer (8/8/2024) fue fruto de una maniobra de Inteligencia Artificial mediante la cual el abogado y delincuente Gonzalo Boyé, (al que pronto juzgarán -y condenarán por varias causas) en su calidad de representante del delincuente Puigdemont contrató a una empresa belga.
Según dicen los investigadores el chamán nace en la prehistoria y se asienta en las sociedades de cazadores-recolectores, como depositario de la sabiduría. Suelen ser elegidos por familias y sometidos a un riguroso entrenamiento. Se “comunican” con los espíritus a fin de corregir los errores de la comunidad a la que pertenecen.
Las guerras y sus extremismos ya no se pueden borrar de la historia, pero el esfuerzo en común de un país puede reconvertir la memoria y hacer de la misma una herramienta correctora de los deshechos heredados. Al igual que lo cauces de los ríos no desparecen, la historia siempre intentará recorrer los mismos caminos que la llevaron a la prosperidad en convivencia.
Nosotros, hombres sencillos, de difícil discurso, sólo tenemos claro varios términos muy simples: TIMO, ENGAÑO, MENTIRA, REALIDAD y VERDAD. Académicamente hay conceptos que se definen de tal forma que parecen lo que no son o son lo que no parecen... SÓLO UNA BUENA EDUCACIÓN ACLARA CADA SIGNIFICADO.
En una palabra, no soy versado en ninguna de las artes proféticas, aunque puede que me parezca en algo a los augures ya que sí observo con detenimiento mi derredor, no el vuelo de las aves ni la disposición de las vísceras de los animales sacrificados, pero sí, ciertamente, me valgo de seguras señales, auspicios e indicios que pueden predecir, o por lo menos adelantar en algo lo próximo que haya de suceder en esta mi España.
En 2008, José Saramago escribió: «Vivimos en el tiempo de la mentira universal. Nunca se mintió tanto». Los hechos le dan la razón constantemente y hace unos días lo hemos vuelto a comprobar en la última carta anual a los inversores de Larry Fink, presidente del fondo BlackRock. Con este moviliza más de 10 billones de dólares en todo el mundo y sólo en Estados Unidos controla el 88% de las acciones de sus 500 más grandes empresas .
Es un pequeño placer poder remitirle unos cuantos retazos de mi infancia de los años 40. La guerra civil, COMO USTED SABE o COMO SE LA DEBERÍAN HABER ENSEÑADO, (usted nació en 1972), había llegado a su fin con las consecuencias, siempre previsibles, de una tragedia familiar. Todos siguen considerándose “propietarios de unas realidades históricas multicolores”.
Aquel día era especial. Despedíamos a Luis, amigo íntimo desde la infancia. Hacía tiempo que solía repetir insistentemente “estoy en la raya del más allá”; cualquier día de estos, cansado y “cansando” a alguien en quien yo creo y que otros llaman duda,me dará un empujoncito y caeré suavemente al otro lado de la tapia.
Sentenció Ludwig Wittgenstein que “la filosofía es una lucha contra el embrujamiento de nuestra inteligencia mediante el uso del lenguaje”. Una afirmación curiosa aunque imprecisa, y susceptible de interpretaciones varias e incluso opuestas. Podría pensarse el aserto como referencia a la capacidad de seducción, pero el embrujamiento que se cita se acercaría más bien a la mentira, esa “forma de talento”, que así la definió Marguerite Yourcenar.
Sí, ya sé que muchos de los lectores no son creyentes, ni tienen en cuenta los mandamientos. Pero da la casualidad que esta “recomendación” la puede presentar cualquier religión y, especialmente, la ley natural. El ser humano ha recurrido a la mentira y la envidia desde siempre. Nada hay nuevo bajo el sol. Pero corren tiempos en los que el Pinocho de los cuentos infantiles queda a la altura del betún ante los personajes que pululan por el mundo.
Realmente la existencia en el siglo XXI cada vez es más complicada, ya que el desorden y las mentiras están presentes en muchas partes, frente a la verdad. Se puede decir que estamos viviendo en la época de la mentira, sin duda, porque las manipulaciones, tergiversaciones de la información y los engaños y fraudes están a la orden del día.
En definitiva, nuestras verdades - nuestras mentiras. Unos las llaman extremos otros realidades para una sana convivencia. Otros, muchos otros, las conocen como herramientas de progreso personal o de grupos dentro del grupo principal. En definitiva, la única y certera realidad es un pueblo que, como la historia de siempre nos describe, se presta al juego por su necesidad imperiosa de mantener una familia.
“Ahora que estamos en campaña electoral (si es que alguna vez hemos dejado de estarlo) deberíamos recordar a los guionistas que arman el argumento a los candidatos que tienen una enorme responsabilidad con lo que dicen. Un planteamiento erróneo u ofensivo pensado para el corto recorrido de la campaña política puede tener consecuencias indeseables".
Vieja balada esta de la mentira. Cuando se desliza por el camino del desenfreno, puede convertirse en una falsedad cotidiana en verdad pública y protegida. Entonces, todo se convierte en gallinero y falacia, donde: si él miente, yo miento más, nosotros mentimos, luego todos mienten: si ellos calumnian, yo calumnio. Y tiramos porque nos toca. Con lo que la vida política se está convirtiendo en trapicheos de casa de vecinos.
Presumen los izquierdistas de que su moral es intachable y superior a la de los demás. Aparte de que los españoles tenemos el dicho de “dime de qué presumes y te diré de qué careces”, eso es indemostrable.
¿Qué más hay que ver y soportar para que el pueblo reaccione? ¿Qué respeto se tiene así misma una oposición que aguanta que le estampen en la cara, en el Senado de todos los Españoles, la terrible frase: ¡No estorbe!? ¿Tiene un Presidente de Gobierno potestad para decidir, “motu proprio”, ciertos temas de Estado que implican la estabilidad y la seguridad de la Nación?
El espejo del día estaba ovalado y mortecino como una luz de un poste de luz eléctrica. Nadie en la vecindad se atrevía abrir la boca, ni irse por otro camino que no fuese el de la súplica para encontrar la verdad. Cuando hay un hecho de la vida real, existe la verdad absoluta, pues se involucra, no más el producto del surco de la verdad. Aunque las huellas existen y seguirán existiendo, dactilares y de todo tipo, ese es un detector.
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