Sí, ya sé que muchos de los lectores no son creyentes, ni tienen en cuenta los mandamientos. Pero da la casualidad que esta “recomendación” la puede presentar cualquier religión y, especialmente, la ley natural. El ser humano ha recurrido a la mentira y la envidia desde siempre. Nada hay nuevo bajo el sol. Pero corren tiempos en los que el Pinocho de los cuentos infantiles queda a la altura del betún ante los personajes que pululan por el mundo. Cuando se les pillan en un renuncio, alegan con desfachatez: “he cambiado de opinión”. Y se quedan tan tranquilos. En la política, en los medios, entre los “influyentes” de nuestros días y en todos los que defienden sus posturas a sabiendas que están engañando a todo el mundo, pululan unos embusteros compulsivos que están muy lejos del precepto evangélico: la verdad os hará libres”. Si nos referimos a los falsos testimonios, nos encontramos con una costumbre muy arraigada. Se pontifica con la situación o los actos de cualquier persona, sin confirmar y, a veces, sin conocer a fondo, las circunstancias reales que la rodean. “Critica que algo queda”. Los mentirosos y los murmuradores se basan en la premisa de que “proclama la mentira, que algo queda”. Espero que algún día se vuelva a valorar la verdad y el que la transmite. Por el bien de la humanidad.
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