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En la convivencia humana se aprecian diariamente "delitos" que no tienen pena legal, pero sí la condena social. También hay faltas humanas de perjuicio casi nulo a la población, que tienen pena jurídica. El ardor de los políticos en tiempos electorales no debería encubrir bajezas como la mentira, que por acumulación y dureza generan un ambiente condenable, indigno de un Estado de derecho con monarquía parlamentaria.
El profeta Jeremías hace sonar la alarma cuando escribe: “No envié yo aquellos profetas, pero ellos corrían, yo no les hablé, pero ellos profetizaban. Pero si ellos hubiesen entrado en mi secreto, habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y les habrían hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras” (23: 21, 22).
Son las 11:45 horas, aproximadamente, del día 23 de noviembre de 2024. Por curiosidad me engancho al canal 24 horas de Televisión española. En ese momento estaban dando una pequeña entrevista con el ministro Óscar López. Tengo 82 años y jamás en mi vida he visto mentir tan descaradamente y tan “naturalmente”.
Las aseveraciones falsas y malignas de algún que otro sorprendente representante de ciertos partidos son graves, porque se hacen públicamente y pagando para que se difunda. Las medidas difusas que proponen muchos candidatos, como por ejemplo bajar precios de alimentos o de combustible, las considero retorcidas en la mayoría de ocasiones. ¡Y nunca se escapa un broche de oro para estos actos o hechos reprobables!
El presidente del Gobierno, ya no engaña a nadie; su maldad contratada, sus constantes e inequívocas mentiras y su inmoralidad a la hora de gobernar han causado unas huellas tan profundas, que no se borrarán jamás de nuestra memoria.
En un juego de poder donde las promesas son solo espejos rotos, la hipocresía política se convierte en el pan de cada día. Tanto partidos de izquierda como de derecha se han convertido en maestros del discurso, pero a la hora de la verdad, sus acciones desdicen sus palabras.
”Que los árboles no dejan ver el bosque” es un conocido aforismo que explica la espesura de problemas y acontecimientos que hoy rodean a la sociedad actual y que impiden a veces ahondar en las causas u origen que los motivan. El mundo envejece y está triste.
Hoy queremos invitarlos a reflexionar sobre el inmerecido y notable protagonismo que han ganado las teorías conspirativas en nuestros días, especialmente en la era digital, donde la información – y, lamentablemente, la desinformación- circula de manera inmediata y global.
En los últimos 50 años, nunca como ahora, la ignorancia, la degradación y el oportunismo llegaron tan alto, ni nuestras instituciones cayeron tan bajo; parece que los cimientos de la decencia han sido socavados por trepadores de toda índole. Las instituciones no tienen alma propia; son simplemente espejos que reflejan el carácter y los valores de quienes las componen.
Una serie de amenazas de bomba y otros ataques ha sembrado el caos en Springfield, una pequeña ciudad del medio oeste de Estados Unidos ubicada en el estado de Ohio, afectando en particular a la comunidad haitiana de la ciudad. Esto ocurre a raíz de las mentiras y comentarios racistas y venenosos que Donald Trump y su compañero de fórmula, el senador de Ohio J.D. Vance, han estado difundiendo sobre la cada vez más numerosa comunidad haitiana que reside legalmente allí.
Por desgracia tengo que reconocer que acertamos de pleno quienes pronosticábamos las derivas antidemocráticas de todo orden que iban a producirse si Pedro Sánchez llegaba al poder. Y lo peor es que está dispuesto a que España sea una nación en la que la Constitución que nos dimos los españoles en 1978, sea un papel mojado. Vamos con toda seguridad a una situación insostenible en la que la nefasta arrogancia de este mal gobernante haga imposible la convivencia en paz.
Lo que fascina rompe la monotonía de la rutina cotidiana y atrae de manera irresistible. Lo monstruoso se transforma en algo extraordinario o fantástico. Los liderazgos fascistas se nutren, más allá de razones sociológicas y de la singularidad de cada contexto histórico, de la fascinación de las masas. Lo fascinante, con unas gotas de horror pánico y miedo escénico, engancha de modo casi invencible.
En una entrevista publicada en Le Progrès de Lyon en 1951, el Premio Nobel de Literatura Albert Camus dijo: «La libertad consiste, en primer lugar, en no mentir. Allí donde prolifere la mentira, la tiranía se anuncia o se perpetúa». Me viene a la cabeza el recuerdo de esa frase al leer unas declaraciones de Donald Trump en las que vuelve a mentir sin disimulo.
Se advierte candente la disputa sobre información, desinformación, “fakes” y similares, al tiempo que parece instalarse, en las buenos propósitos progresistas, la contingencia de la censura, o el no rechazo radical de la misma.
En agosto 1536, el guerrero inca Apu Kisu Yupanqui, el más valiente general de Manco Inca, ataca con 50,000 tropas a la Lima de Francisco Pizarro. Según la versión de los conquistadores estos fueron repelidos por unos cuantos jinetes españoles. Recientemente, se ha demostrado que eso es falso.
En El Criterio, Balmes (muerto en 1848) dice: “El pensar bien consiste: o en conocer la verdad o en dirigir el entendimiento por el camino que conduce a ella. La verdad es la realidad de las cosas. Cuando las conocemos como son en sí, alcanzamos la verdad; de otra suerte, caemos en error. Conociendo que hay Dios conocemos una verdad, porque realmente Dios existe…”.
En bastantes ocasiones he escrito sobre este pobre hombre que preside, para desgracia de todos, el gobierno de España. Y otras tantas le he tachado de cateto (solo hay que ver cómo se contonea, para exhibir su supuesta guapura), también de plagiador (porque ha plagiado más de una vez) y de embustero (porque ha mentido en innumerables ocasiones).
No hace falta mucha experiencia para saber que los castillos de arena tardan en construirse, demoliendo necesariamente todo lo que molesta a su alrededor, para, finalmente, contemplar cómo el viento lo derrumba, volviéndole suavemente a su estado natural: arenisca, polvo...
Sí, ya sé que muchos de los lectores no son creyentes, ni tienen en cuenta los mandamientos. Pero da la casualidad que esta “recomendación” la puede presentar cualquier religión y, especialmente, la ley natural. El ser humano ha recurrido a la mentira y la envidia desde siempre. Nada hay nuevo bajo el sol. Pero corren tiempos en los que el Pinocho de los cuentos infantiles queda a la altura del betún ante los personajes que pululan por el mundo.
Han sido más de 500 años de fomentar un odio y rencor viscerales contra España. Cinco siglos de escarnio, vituperio, abyección y desprecio de todo lo español. España era el país en el se comían crudos a los niños. Hay dibujos, panfletos, y hojas volantes, realizados en Holanda en los que se ridiculiza al Duque de Alba comiendo niños crudos y vivos.
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