Uno de los grandes problemas que acechan a la política española es si nuestro Estado de derecho pone la suficiente atención en el tema de los bulos. Como no se ponga remedio a ello, las consecuencias nos llevarán a la irrealidad, desconfianza, confusión, enemistad...
En los últimos tiempos, parece que se eduque para no tener independencia propia y personal, es decir, se educa para estar sumisos. Un ejemplo: la televisión y muchos periódicos están todos en manos de los que mandan, e informan de lo que les conviene, de lo que quieren, y de lo que no quieren.
¿No hay herramientas para que el ciudadano sepa diferenciar un bulo? Sí, existen, ya que hay empresas que se dedican a ello... ¿Pero son fiables y tenemos la garantía de que nos están aportando claridad y veracidad con lo que ellos exponen? Este tema es complicado, y a la vez repleto de misterio. ¿Cómo se conseguiría que esas herramientas pudieran ser supervisadas y así evitar pérdidas de tiempo y el envenenamiento del mensaje?
Seguro que existen instituciones no corruptas que pueden llevar a cabo esta misión en esta civilización de la hipocresía y el engaño. Es fundamental dar a las nuevas generaciones utensilios para que ellos puedan discernir, formándose con la máxima libertad, y no sujetos al adoctrinamiento sectario de ideologías que ahogan al individuo.
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