Las aseveraciones falsas y malignas de algún que otro sorprendente representante de ciertos partidos son graves, porque se hacen públicamente y pagando para que se difunda. Las medidas difusas que proponen muchos candidatos, como por ejemplo bajar precios de alimentos o de combustible, las considero retorcidas en la mayoría de ocasiones. ¡Y nunca se escapa un broche de oro para estos actos o hechos reprobables!
La enumeración confusa de supuestas rebajas impositivas en los alimentos, el vaivén de precios en los combustibles, el engañar diciendo que importando productos de según qué países implica bajada de precios..., es un verdadero delito.
Para descubrir todas las estafas mediáticas no hace falta ser un lince, basta con aplicar el sentido común. Vendiendo falsas actuaciones, estas mismas actuaciones hacen que la credibilidad de esos muchos políticos esté por tierra.
No hay que creer en según qué partidos y políticos, no hay que creer en esos delitos que cometen legislatura tras legislatura, y lo que hay que hacer es no votarlos. ¿Pero qué sucede? Sucede que la gente no sabe votar, otros no votan y luego se quejan, y quien se queja y no vota en las urnas no merece credibilidad ni atención.
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