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La pertinacia tozuda de Pedro Sánchez

Nada hay (oculto) nuevo bajo el sol
Manuel Villegas
miércoles, 1 de mayo de 2024, 14:06 h (CET)

No soy adivino, tampoco tengo bola de cristal, como de la misma manera, no sigo los pasos de los augures romanos, ni tampoco soy experto en el Tarot, ni otra ciencia divinatoria que se le parezca.

            

En una palabra, no soy versado en ninguna de las artes proféticas, aunque puede que me parezca en algo a los augures ya que sí observo con detenimiento mi derredor, no el vuelo de las aves ni la disposición de las vísceras de los animales sacrificados, pero sí, ciertamente, me valgo de seguras señales, auspicios e indicios que pueden predecir, o por lo menos adelantar en algo lo próximo que haya de suceder en esta mi España.

            

Por ello, sin más aditamentos, me esperaba lo que ayer diría el plagiador de Tesis y Mentiroso mayor del Reino: Que continuaría en su poltrona.

            

No tenía más remedio que seguir comiendo de la sopa boba, son muchos sus correligionarios que lo hacen y no podía defraudarlos, dejándolos en la estacada. Han de seguir paciendo, aunque no hayan jamás en su vida hecho algo meritorio, como lo es ganarse un sueldo honradamente.

            

Eso es lo que aseguraba mi convicción de que no se marcharía, pero además me llego una comunicación que decía que había mandado acondicionar el Palacio de las Marismillas para pasar el puente del día primero de mayo. Si es verdad esto, lo averiguaremos muy pronto.

            

Hoy el inefable e indecible, Pedro Sánchez, después de haber estado cinco días guadianizado (perdóneme el palabro, pero la RAE debería de incluirlo en el DIRAE), cual marmota, predictora del final de invierno y comienzo del buen tiempo, ha salido de su madriguera, tres cinco días de voluntario e innecesario sopor, para dedicarnos con todo lujo y por menor, las razones por las que considera que debe de seguir llevando a la deriva el barco de la Nación.

            

No es muy importante, pero se equivoca hasta en el momento del día. A las once de la mañana, dice “buenas tardes”. La tarde comienza a partir de las doce horas del día. ¡Bien! Es una utilidad, pero es significativo que, hasta en eso, desacierte.

            

También dice: “En ella (la carta) les planteaba si merece soportar el acoso…, a los ciudadanos no tiene que plantearles, ni preguntarles (mejor usado hubiera sido este verbo) nada; es una pregunta que debe de hacerla a su esposa, familiares y conmilitones. Si de los ciudadanos hubiese valido la respuesta, la mayoría, muchos, como mínimo los que votaron al PP en las elecciones del 23-J, lo hubiesen despedido con cajas destempladas.

            

Habla de “ataque indiscriminado a personas inocentes”.

            

Vamos a ver, ¿a qué personas inocentes se ataca?, señala con nombres y apellidos, de la misma manera que en el Congreso, gente de la Izquierda, ha especificado a jueces identificándolos inequívocamente, poniéndolos en la diana de las maledicencias del pueblo. Decir vaguedades no confirma nada. Generalizar, tampoco.

            

Eres impreciso, propio de los cobardes “tirar la piedra y esconder la mano” Si hay alguien, a ti, o a alguno de los tuyos a quien se haya atacado indiscriminadamente, dices que no merece la pena seguir: Pedro, tú mismo te indicas lo que has de hacer, no seguir, pues, según tú, repito nuevamente, y los tuyas habéis sido atacados. La puerta de salida te espera.

            

La acción política ha de ser criticada, perseguida y hasta acosada, cuando llegue el caso de ello.

            

Refiero una anécdota personal del principio de la Democracia: A un familiar le pregunté que de qué partido político era. Rápidamente me respondió: “Milito en la oposición”, y me dio una razón muy válida pata ello.

            

“Cualquier partido que esté en el Gobierno, maneja mis dineros que pago por mis impuestos, por ello tengo que fiscalizarlo, para que los gaste bien y criticarlo y atacarlo verbalmente si no lo hace”.

           

Desde ese momento, milito en el mismo partido.

            

De la misma manera refieres que “por muy alto que sea, no hay honor que justifique el sufrimiento injusto de las personas que uno más quiere y respeta.

            

Veamos, Pedro, ¿hay alguna persona a la que más quieres y respetas a la que se le está haciendo sufrir? Medice cura te ipsum! (¡médico cúrate a ti mismo!), abandona el honor de presidir el Gobierno de España, porque no hay nada que justifique, ni siquiera ese mismo honor al que acudes, para soportar ese sufrimiento injusto. El remedio lo tienes en tus manos, abandona tan alta dignidad y no sufras más, ni tu ni los tuyos. Vete tranquilo y déjanos tranquilos a los demás. Pero, ay, Pedro, el sillón y el colchón de la Moncloa son tan confortables y calentitos, y se está tan a gusto en ellos, que eres capaz de soportar carretas y carretones de ataques, según tú, injustos, aunque te quejes, con tal de no abandonarlos. Sufre quien gobierna, pero más padece quien está en la oposición.

            

Hablas de destrucción de dignidad como consecuencia de esos ataques. Vamos, vemos, la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. ¿Tenéis valor los socialistas de decir que se intenta destruir vuestra dignidad sin el más mínimo fundamento? Jamás seré partidario del “...y tu más”, pero, por favor, repasa hemerotecas y verás la dignidad y el buen nombre que habéis arrastrado, no por el barro, sino por el cieno, de tantas otras muy dignas personas. El cieno es el barro con detritus orgánicos que llega a heder, cuando estos se pudren.

           

Pedro, no voy a seguir diseccionando tu perorata para no cansar a los posibles lectores, solamente te diré esto: La diarrea mental que has expuesto tiene por fin, casi exclusivo, defender a tu esposa, cosa muy loable, pero defenderla ¿de qué? Aun no ha sido acusada de nada. Los jueces, que yo sepa, no le han imputado caso alguno.

            

Te recuerdo lo que en otra ocasión te dije: Excusatio non petita, accusatio manifesta. Quien se excusa, se acusa. A saber lo que tu y tu digna esposa tendréis oculto, pero termino con otra frase latina: Nil novum sub sole. Nada hay (oculto) nuevo bajo el sol. Con el tiempo, todo se sabrá.

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