El cine siempre ha sido y sigue siendo una de mis aficiones preferidas desde mi lejana infancia. Recuerdo aquellas películas “El motín del Caine” de Humprye Bogart, “El padrino” del gran Marlon Brando, “Los pájaros” de Alfred Hitchok o “Apocalypse Now” de Francis Coppola y otras cientos de ellas imposible de citar que marcaron toda una época brillante del séptimo arte. Era la edad de oro de la industria del cine capitaneada por los EEUU con sus preciadas estatuillas de los Oscar.
En España, nombres como Pepe Isbert en “Bienvenido, Mister Marshall”, José Luis López Vázquez en “La Cabina”, José Sacristán en “La Colmena,” junto a Antonio Resines, Fernando Fernán Gómez, Carmen Maura o Concha Velasco y muchos otros, han representado junto a un buen número de actores, actrices y directores otra etapa no menos brillante y comprometida del cine durante la dictadura, y la transición a la democracia. Tanto en el teatro como en el cine demostraban en sus interpretaciones, un gran nivel profesional y humano, en la medida que combinaban con escasos medios y gran maestría sus actuaciones en los escenarios del teatro y ante las cámaras.
El cine de hoy y en especial el español, al hilo de la controvertida y ostentosa ceremonia de la entrega de los Goya 2025, está infectado, desde mi punto de vista, de una asfixiante ideología “progresista” y en muchas ocasiones de una sobrada reiteración y vulgaridad en el léxico y líneas argumentales de muchas de sus películas. Prueba de ello es la película “47” y otras referidas siempre a los episodios más negros de nuestra España contemporánea o lo ocurrido con la actriz que ha protagonizado la película “Emilia Pérez”. Cancelarla y condenarla al ostracismo personal y profesional por unas reprobables opiniones de hace años, es invalidar y discriminar su trabajo profesional. Una manifestación más de la obsesión y confusión ideológica en la que está sumido nuestro cine actual.
Sorprende sin embargo que una mujer como María Luisa Gutiérrez, productora de “La infiltrada” haya pronunciado un discurso tan valiente para situar en sus justos términos a la Ley de Memoria Histórica dentro del contexto de la lucha contra ETA. Ha sido muy encomiables y aplaudidas sus palabras, aunque dude de la sinceridad de esos aplausos, recordar y homenajear ante una parroquia subvencionada y agradecida a Pedro Sánchez, a las víctimas del terrorismo y al inmenso trabajo que nuestras Fuerzas de Seguridad desempeñaron en su desarticulación. Trabajo y sacrificios que hoy quiere “cancelar” la izquierda progresista en favor de quienes protagonizaron el mayor período criminal de la historia de nuestra democracia.
|