La impotencia ante los desafíos diarios causa la enfermedad mental. “El Plan Nacional de Salud Mental dispondrá de 100 millones y un teléfono 24 horas”. “Sánchez admite el deterioro de la población debido a la Covid-19 y anuncia nuevas medidas. La Covid-19 ha creado una pandemia paralela que afecta a la salud mental”. La Covid-10 la provocan los virus. La enfermedad mental el pecado.
Palabras del presidente Sánchez. “Tenemos que analizar los problemas, hacerles frente con el soporte de las sociedades científicas y el de la sociedad civil…La necesidad urgente de un sistema sólido de prevención, de promoción de la enfermedad mental. Nadie no está fuera de peligro, necesitamos una sociedad que facilite, alivie las vidas de estas personas y de las que las rodean, con un compromiso sanitario y político en que podamos afrontar este gran reto que tenemos delante”.
Según el presidente Sánchez “no podemos normalizar que tantas personas necesiten pastillas para dormir o para levantarse y vivir. No podemos normalizar que el trabajo produzca ansiedad ni que el sufrimiento viva en soledad. Tenemos que dar respuesta inmediata a quienes tengan problemas de salud mental y abrir un gran debate social. Bla, bla, bla.
El presiente Sánchez cifró en un 19% los españoles que consumen tranquilizantes, relajantes o pastillas para dormir. Esta triste realidad que creo es más dolorosa que la oficial. El presidente dijo: Tenemos que dar respuesta a este problema y analizar las causas que lo originan”. Tal vez sí que la Covid-19 haya intensificado los problemas de salud mental. Ya hace años que se viene anunciando su presencia y todavía no se ha dado respuesta a este problema ni se han encontrado las causas que lo originan. Los buenos propósitos del presidente no se han realizado porque la industria farmacéutica investiga las consecuencias pero es incapaz de investigar la causa que provoca la diversidad de manifestaciones que tiene la enfermedad mental que no es biológica sino espiritual. La industria farmacéutica pagaría gustosamente millones de dólares a quien le proporcionase la solución al problema de la enfermedad mental.
Dios que tiene en su mano la salud mental llama a los enfermos y les dice: “A todos los sedientos: Venid a las aguas, y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche…Inclinad vuestro oído, y venid a mí, oíd, y vivirá vuestra alma, y haré con vosotros pacto eterno” (Isaías 55; 1-3).
La industria farmacéutica y la láctea comercializan productos energéticos que hacen saltar y bailar a ancianos decrépitos. La fatiga crónica que afecta a tantos no se cura con bebidas energéticas a base de minerales y vitaminas. Mucho menos la enfermedad mental que no es un problema biológico. Existen dos tipos de personas: Las que confían en Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, y las que creen que Dios es un mito inventado por la clase sacerdotal con el propósito de vivir a costillas de las personas. Los incrédulos confían en ellos mismos o en instituciones humanas. Realmente creen en la capacidad humana de superar todas las dificultades que se les presenten.
La pandemia ha puesto en entredicho la creencia de que “juntos venceremos”. Ha puesto de manifiesto la debilidad humana sin Dios. Satanás que es el “padre de la mentira” nos hace creer que Dios es un mito que nos lleva a hacernos creer que los fármacos nos curarán la diversidad de trastornos mentales que llevan a la adicción. El presidente Sánchez dijo que se tiene que dar respuesta al consumo excesivo de tranquilizantes, relajantes o pastillas para dormir. Dijo que espera dar respuesta a este problema. El tema de la enfermedad mental es uno de los que las autoridades sanitarias llevan años queriéndolo solucionar. Parches sí que se ponen y muchos. El propósito de querer solucionar el problema de la enfermedad mental puede ser sincero. Resolverlo es harina de otro costal. Se les escapa de las manos encontrar la solución de las enfermedades mentales porque no son de carácter biológico sino espiritual. La solución no se encuentra ni en la siquiatría ni en la sicología ni en la medicina en general. Solo en Jesús que da paz al cansado.
La otra clase de personas que existen son las que confían en Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo que reconociendo su debilidad acuden a refugiase bajo las alas protectoras del Todopoderoso. Reconfortantes son las palabras que el profeta Jeremías escribe a un pueblo que a semejanza nuestra se encontraba en una situación político social muy grave: “Así ha dicho el Señor: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta del Señor. Será como retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los secadales en el desierto, en tierra despoblada y desierta. Bendito el varón que confía en el Señor, y cuya confianza es el Señor. Será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde, y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto” (Jeremías 17: 5-8).
Lenguaje metafórico es el que emplea el profeta para destacar el estado desaliñado en que se encuentran las personas que rechazan a Dios y la frondosidad de las que confían en Él. El salmista gozoso se dirige a Dios en estos términos: “Has cambiado mi lamento en baile, desataste mi cilicio y me ceñiste de alegría” (Salmo 30: 11). Dios da vida a los muertos vivientes que confían en Él.
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