Pablo Casado tiene un problema, incluso voy más lejos: Pablo Casado es el problema. En estos momentos, el binomio Díaz Ayuso-Miguel Ángel Rodríguez acapara todas las miradas, los parabienes, la ilusión, la esperanza y los deseos de que la «Gaviota» se pose en Moncloa con ella como presidenta nacional. Miguel Ángel Rodríguez se comprometió a llevar a Aznar a Moncloa y allí acabaron los dos. M.A.R. puede repetirlo, no vende humo.
Acaban de saltar más alarmas en Génova. Tras la reflexión efectuada sobre el contenido de la entrevista, que un diario ha hecho a la marquesa de Casa Fuerte, ahora el Partido Popular se plantea abrir un expediente a Cayetana Álvarez de Toledo. Desde el propio Partido Popular tiran piedras de un tejado a otro y a su propia ajaquefa. Lo peor de todo es que la marquesa no cuenta historias inventadas: habla de una verdad de sobra conocida.
Si en el PP no quieren asumir su responsabilidad, peor para ese partido y mala noticia para quienes creen en la urgente necesidad de que desaparezca el desgobierno actual, donde abundan fulleros, mentirosos, trapaceros y perroflautas de la escuela del garrapato. Y, claro, socialistas y comunistas se frotan las manos porque ven cómo los «gavioteros» vuelven a demostrar su incompetencia, irracionalidad, ambición desmedida y estupidez galopante.
Lleva un tiempo la «derechita cobarde» que no da una a derechas. Ahora los tiempos son convulsos y serán duraderos. El endiosamiento de Teodoro García Egea --muñidor de los enfrentamientos con el visto bueno de Pablo Casado-- no admite que Isabel Díaz Ayuso sea la bandera que exigen afiliados y simpatizantes. Si hasta en Cataluña, Extremadura, Aragón, Asturias y Castilla y León grita la gente eso de «¡Queremos una Ayuso!». Algo tendrá el agua cuando la bendicen.
Las prisas de Díaz Ayuso, lógicas por otra parte, por celebrar el Congreso contrastan con el freno que pone Pablo Casado y que ejecuta Teodoro «Chapuzas». ¿Y por qué esas prisas? Pues porque, siendo Ayuso presidenta del PP en su comunidad, tendrá mucho que decir a la hora de formar las listas electorales de Madrid. Eso haría que Isabel aumentara su poder, su visibilidad en el partido y su capacidad organizativa, algo que la ciudadanía madrileña parece ver con buenos ojos con tal de cerrar las puertas al socialismo amenazador y represor, incluso al comunismo de algarada y caviar.
La actual presidenta de Madrid tiene ya todo el apoyo que precisa para no ceder ante Pablo y Teodoro. El primero no ha dejado de difundir que los resultados del 4 de mayo fueron gracias a él, por lo que extiende el ridículo allí donde lo divulga. Ayuso tiene los resortes necesarios para volar más alto, en tanto que Pablo Casado observa cómo él no engancha con las bases: donde acude Isabel Díaz es recibida al grito de «¡presidenta!» y eso parece hundir las expectativas de quien debería plantearse su dimisión sin demora: Pablo Casado. Y si se lleva a todo su equipo, mejor aún.
En ese vuelo asegurado, no puede prescindir de Miguel Ángel Rodríguez, auténtico conductor del sueño madrileño, líder en comunicación y piloto imprescindible. En Génova recuerdan que M.A.R. llevó en volandas a José M. Aznar hasta Moncloa, cuando nadie daba una moneda por él. Isabel Natividad Díaz Ayuso ya es el partido y es la calle. Y lo es porque ha sido la única líder que ha eclipsado, colapsado y cortocircuitado a Pedro «El mentiroso». Y lo ha hecho en los momentos más difíciles de la pandemia.
Pablo Casado no ha sabido ser jefe de la oposición ni ha tenido clara visión de Estado. Con la que ha caído en España y la que seguirá cayendo ha sido incapaz de generar el desgaste necesario del socialismo y el comunismo, a pesar de que se lo han puesto a huevo hervido. Ha jugado muy mal las cartas del desgaste al Gobierno: el desprestigio por el desprestigio no suele funcionar y, si es en el exterior, menos aún. Su cobardía ante la moción de VOX fue la guinda a la estupidez.
Hace unos días decíamos que Pablo Casado carecía de liderazgo en su partido y en el Congreso. Sabe que, al menor descuido, Díaz Ayuso le vuelve loco porque M.A.R es un buen piloto, además de un genial estratega. Nada que ver con el aficionado perverso que ha demostrado ser Iván Redondo o el actual jefe de gabinete de Pedro «Mentiras», rescatado de Paradores para silenciar trompetas. Pablo Casado va a sufrir si sigue Teodoro a su lado. Éste culpa de todo a M.A.R. y tiembla en su presencia, como le sucedía a Iván Redondo. Hasta tal punto es así que Teodoro chantajea a Casado y le propone anticipar el congreso de Madrid, así como que Isabel lo presida en esa comunidad, pero a cambio de que prescinda de Miguel Ángel.
Supongo que, a corto o medio plazo, Díaz Ayuso liderará el partido a nivel nacional, llegará a Moncloa y efectuará profunda limpieza en Génova.
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