​Rosas blancas, las flores de la diosa del amor

Existen miles de especies diferentes de flores en el planeta. Todas son bellas. Algunas, además, cuentan con ciertas peculiaridades que las convierten en especiales. Neelakurinji, por ejemplo, es una flor de la región india de Kerala que cubre de color azul las montañas y que, curiosamente, solo florece cada doce años. La dama de noche, como su nombre indica, solo florece cuando se oculta el sol. La rafflesia, procedente de Indonesia, es la flor más grande del mundo y posee un pestilente aroma que utiliza para atraer a los insectos que le sirven de alimento. Estos son solo algunos ejemplos de flores con características que llaman la atención. Sin embargo, si hablamos de belleza, delicadeza y popularidad, sin duda nos tenemos que centrar en las fascinantes rosas blancas, una de las flores más regalada en el mundo y la más utilizada en las celebraciones nupciales por su simbolismo, ya que se identifican con la representación de la pureza.

Existen numerosas variedades de rosas blancas. Muchas presentan pequeñas diferencias y matices de color que van desde el blanco puro hasta los tonos crema, pasando por delicadas tonalidades rosadas, salmón o verdes.

Las rosas blancas y el amor

Afrodita es la diosa del amor en la mitología griega, una deidad que, según cuentan los expertos, no tuvo infancia, ya que nació con su imagen adulta y sus hermosas formas de mujer. La figura de Afrodita suele representarse acompañada de rosas blancas que representan a sus lágrimas; cuenta la leyenda que éstas caían desconsoladas sobre su amado Adonis, mientras él agonizaba en sus brazos. De esta escena conmovedora nace la relación entre las rosas blancas y el amor. Además, se dice que originalmente las rosas rojas también tenían el inmaculado color de la pureza, hasta que Afrodita derramó unas gotas de su sangre sobre ellas proporcionándoles su intenso tono carmesí.

Las rosas blancas como regalo y complemento decorativo

Esta rosa es una de las más buscadas para elaborar adornos florales. Su bello color combina a la perfección con cualquier ambiente. Como centro de mesa, por ejemplo, resultan elegantes e inspiradoras. En general, como elementos decorativos en el hogar, consiguen escenarios acogedores, serenos y delicados.

Debido a su delicada belleza y a su simbolismo lleno de inocencia y pureza, son el regalo ideal para realizar en múltiples situaciones, ya que con ellas se consigue ofrecer un mensaje amable y sincero.

Pero si en algún lugar son las reinas absolutas es junto a una novia en el día de su boda. Son las auténticas protagonistas de las ceremonias nupciales y se han convertido en una tradición que nunca pasa de moda.