Los actos de recibimiento están íntimamente ligados a la figura del anfitrión, es decir aquella «persona o entidad que recibe en su país o en su sede habitual a invitados o visitantes», tal y como lo define la Real Academia Española (RAE). En referencia a la tipología de actos de recibimiento, podemos hablar de las recepciones y las audiencias.
La recepción, según la RAE, se identifica con aquella «ceremonia o fiesta que se celebra para recibir a un personaje importante». Pero, también, se define como aquel «acto solemne en el que desfilan ante el jefe del Estado u otra autoridad los representantes de cuerpos o clases».
Teniendo en cuenta la segunda acepción de recepción, podemos hablar de las recepciones oficiales ofrecidas, por ejemplo, por Felipe VI a un jefe de Estado extranjero, y conocidas con el nombre recepción de Estado. En España, otras recepciones que se celebran son las organizadas por la Pascua Militar, por la Fiesta Nacional, por la onomástica del rey y la recepción al cuerpo diplomático.
La gran mayoría de las recepciones de Estado se celebran en el Salón del Trono del Palacio Real y la etiqueta requerida es el chaqué para los caballeros y el traje largo para las señoras. También se puede vestir el traje nacional, como traje de gala, en el caso de los invitados extranjeros.
Los invitados al llegar al Palacio Real son recibidos por el personal de protocolo y los acompañan hasta el salón donde deben esperar hasta ser llamados para saludar al jefe de Estado. Tras el saludo, suele celebrarse un cóctel.
En referencia a la audiencia, esta es un tipo de recibimiento, pero con unas características particulares. La Real Academia Española define audiencia como «acto de oír las personas de alta jerarquía u otras autoridades, previa concesión, a quienes exponen, reclaman o solicitan algo». Es decir, son reuniones entre autoridades de primer nivel y, en consecuencia, son oficiales. Las audiencias oficiales se estructuran en tres momentos: salutación, fotografía y reunión privada.
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