Hoy me siento más contento que una novia enamorada; voy a hablaros de un portento: de la sin igual Granada.
Mas tengo preocupación, de no saber anunciar en su exacta dimensión cuánto en ella hay que admirar.
Como anhelo sobre todo, proclamar su gran belleza, trataré de ver el modo. de expresarlo con justeza.
Es ciudad bimilenaria, a la vez cristiana y mora, andaluza hospitalaria, laboriosa y soñadora.
Lugar de eterna morada de Fernando y de Isabel, Reyes Nobles que en Granada, sublimaron su laurel.
Tiene superior encanto al de “Las Mil y Una Noches”, la nieve lleva por manto, cien monumentos por broches.
Disfruta tan fértil vega, que el generoso Genil, con tanto mimo la riega, que de un fruto obtiene mil.
Puestas de sol fascinantes que dejan en el viajero, huellas más determinantes que la mar al marinero.
Con Granada feliz sueña, el que ya la ha visitado y en conocerla se empeña el que aún no lo ha logrado.
Es el arte en sintonía, del barroco al nazarí, desde Elvira a la Abadía, del asombro al frenesí.
Maravillosos jardines, puertas, torres y palacios, se extienden por sus confines y engalanan sus espacios.
La Alhambra, preciada gema, acrópolis dominante, mansión digna de un poema de Lorca, Pemán o Dante.
Carlos Quinto, Abencerrajes, Generalife, Albaycin, Sacromonte y sus parajes, Santo Domingo, Zaidin.
Sinfonía de agua corriente, que como una alegoría, se encamina hacia la fuente, a rendirle pleitesía.
Nenúfares flotadores, y arrayanes por doquier, ornatos cautivadores como rostros de mujer.
Cármenes llenos de flores, de inauditos coloridos y aromas embriagadores, como del edén surgidos.
Mágicas Cruces de Mayo, recreo y oración fundidos, que regalan sin desmayo, gozo para los sentidos.
Sentidos con los que llego, a esta frase meditada: ¡Si quieres premiar a un ciego, invítalo a “ver” Granada!
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