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Afganistán: llueve sobre mojado en un país herido | |||
Todos podemos convertirnos en esa mano que proporcione un poco de esperanza a los hombres, mujeres y niños afganos | |||
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Afganistán ha venido siendo un país en conflicto permanente, con una situación de crisis evidente y una clara ausencia de los más elementales derechos humanos, algo que resulta anacrónico en pleno siglo XXI. Sin embargo, a lo largo de las dos últimas décadas se había logrado alcanzar una cierta normalidad que se ha visto drásticamente truncada este año. Las circunstancias del país han ido a peor tras la salida la pasada primavera de las tropas norteamericanas de aquel territorio. Desde que los talibanes tomaron el país, y con la suspensión de las ayudas internacionales, Afganistán ha entrado en una aguda crisis económica y humanitaria. Un elevado porcentaje de la población está necesitando ayuda para sobrevivir en medio de un conflicto y una inseguridad que han obligado a millones de afganos a abandonar sus hogares. Son personas que huyen hacia un futuro desconocido en el que, de entrada, se encuentran sin los recursos más básicos para subsistir: no disponen de acceso a agua potable y alimentos ni de ropa y un techo con los que cubrirse y protegerse. Son refugiados de Afganistán que intentan escapar de una trampa mortal. Como suele suceder, la cantidad de informaciones sobre el conflicto de Afganistán ha bajado notablemente tras el primer impacto que supuso la salida del país de las tropas norteamericanas y sus aliados de la OTAN. Esta paulatina desaparición del foco mediático acaba ofreciendo una falsa sensación que esconde la auténtica realidad del país: la crisis humanitaria sigue recrudeciéndose y la situación es dramática. Hemos dejado de preguntarnos qué pasa en Afganistán, precisamente ahora que todos los afganos, y de forma especial los más vulnerables -las mujeres, los ancianos y los niños-, necesitan más que nunca la asistencia del resto del mundo. Es en este punto cuando la labor de organizaciones como ACNUR resulta imprescindible. La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados trabaja incansable para intentar paliar la lamentable situación que sufren millones de personas en este país asiático. La Agencia está liderando la acción humanitaria en Afganistán, proporcionando refugios de emergencia y atención sanitaria, y cubriendo las necesidades de agua y alimentos de la población desplazada y también de las miles de personas que se han visto obligadas a abandonar sus hogares y que aún permanecen en el interior del país. Las cifras son alarmantes: 3,5 millones de desplazados internos, de los que el 80% son mujeres y niños, y más de 18 millones de afganos -lo que supone la mitad de la población- necesitan ayuda humanitaria urgente. La llegada del invierno resulta un agravante que se suma a las ya lamentables condiciones que sufre el pueblo afgano. Las crudas condiciones meteorológicas, como el frío y la nieve, provocan que llueva sobre mojado en este país herido. Detrás de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados hay un gran equipo humano que necesita financiación para que sus intervenciones sean efectivas y puedan materializarse. Los fondos no son infinitos y terminan por escasear. Afortunadamente, cuentan con la colaboración de miles de personas: particulares, empresas, fundaciones y sus numerosos socios. Todos podemos convertirnos en esa mano que proporcione un poco de esperanza a los hombres, mujeres y niños afganos. Colaborar o asociarnos es solo un pequeño gesto con repercusiones gigantescas. Del resto se encarga ACNUR con su incansable trabajo cubriendo las necesidades de un pueblo que en los últimos tiempos convive con la pobreza, la injusticia y la violencia. |
Una amplia evaluación humanitaria multinacional ha revelado una crisis cada vez más profunda en seis países de África Oriental y Central, con Sudán y Sudán del Sur en el epicentro de una catástrofe en desarrollo, según la agencia internacional de ayuda humanitaria World Vision.
En el remoto oeste de Nepal, miles de niñas y mujeres son aisladas, discriminadas e incluso mueren simplemente por tener la regla. La tradición del Chhaupadi, aunque prohibida por ley desde 2005, sigue vigente en muchas comunidades rurales: obliga a las mujeres a abandonar sus casas durante la menstruación y a dormir solas en chozas insalubres, sin abrigo ni protección.
Acción contra el Hambre advierte de que la ayuda humanitaria que ha comenzado a entrar en la Franja de Gaza es dramáticamente insuficiente para cubrir las necesidades de una población que ya vive al borde de la supervivencia. Las operaciones humanitarias son extremadamente difíciles debido a la crisis y a las restricciones sobre el terreno.
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