La artritis idiopática juvenil (AIJ) es la enfermedad reumática más frecuente en la edad pediátrica, afectando aproximadamente a uno de cada mil niños en España. Sin embargo, “la prevalencia exacta de la artritis psoriásica, una subcategoría de la AIJ, se desconoce, aunque las series estudiadas coinciden en que el primer pico suele ocurrir a los 2-4 años de edad, siendo en este grupo más afectadas las niñas (60-80%) y el segundo pico a los 10-14 años, siendo en este grupo más afectados los niños. La edad media al diagnóstico es de 9 años, siendo excepcional antes del primer año”, explica la Dra. Alina Boteanu, especialista en Reumatología Pediátrica del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, durante su participación en la sexta edición de los Talleres de artritis psoriásica organizados por la Sociedad Española de Reumatología los días 4 y 5 de febrero, con la colaboración de Janssen.
“Siendo una artritis inflamatoria idiopática, los síntomas suelen debutar, aunque no siempre, con dolor e inflamación de las articulaciones”, afirma la Dra. Boteanu. En estos casos, el dolor es habitualmente más intenso después de periodos de descanso, a diferencia del dolor que se refleja cuando se ha producido un traumatismo (caídas, golpes, etc.), que suele mejorar con el reposo.
Además, en el caso de la artritis psoriásica juvenil (APs-J) la sensación de rigidez suele aparecer por la mañana y la inflamación se observa más frecuente en las articulaciones grandes de los miembros inferiores (rodilla, tobillo, cadera). Asimismo, “los niños pueden tener lesiones de psoriasis cutánea o antecedentes familiares de psoriasis en 1º grado”, recuerda la especialista en Reumatología Pediátrica, al tiempo que señala “otros síntomas que nos pueden alertar, como son la inflamación de todo un dedo, con aspecto de dedo en salchicha (dactilis) o el dolor en la inserción de los tendones o en las sacroilíacas”.
Manejo de la artritis psoriásica en la población infantil
A diferencia de los adultos, la APs-J incluye varios patrones, uno de ellos especifico de la edad infantil. “En el grupo de pacientes con debut preescolar predomina el sexo femenino, hay un porcentaje más alto de dactilitis y uveítis anterior crónica y asocian frecuentemente anticuerpos antinucleares, mientras que, en el grupo de debut en la adolescencia, siendo este más parecido con la APs en la edad adulta, existe un predominio de varones, presentan más frecuentemente psoriasis, entesitis, sacroileítis y asocian HLA-B27”, explica la Dra. Boteanu al tiempo que alerta sobre el retraso en el diagnóstico que pueden sufrir los niños/as debido a que “el dolor es menos expresado en niños que en adulto, por ejemplo, en este sentido la afectación ocular también es diferente, siendo habitual que los niños no tengan dolor ni enrojecimiento ocular o fotofobia, en los casos que sí tienen uveítis anterior crónica”.
Manejo interdisciplinar
La APs-J requiere un manejo multidisciplinar con una valoración conjunta de varios especialistas, como son reumatólogos, dermatólogos y oftalmólogos, entre otros. La coordinación entre estos especialistas es imprescindible para llegar con la mayor brevedad posible a un diagnóstico correcto, detectar la actividad y su gravedad, para consensuar el tratamiento y realizar el seguimiento de cada una de las manifestaciones clínicas.
“Teniendo en cuenta la variabilidad de los síntomas que tienen los pacientes con APs-J, el seguimiento de estos niños se debería de realizar en Unidades de Reumatología Pediátrica que contasen con la participación de otros especialistas, para un correcto seguimiento”, indica la Dra. Boteanu, ya que insiste en que “los niños pueden presentar afectación de algún órgano importante, como es el ojo, sin tener dolor ni otra clínica sugerente de esta afectación, requiriendo exploraciones rutinarias para su diagnóstico”.
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