Córdoba, lejana y sola, escribió el gran Federico; ahí el insigne poeta no entendió sus entresijos.
Lo que ocurre a la “Sultana” es que huye del bullicio, pues le gusta meditar sin salir del frontispicio.
Córdoba tiene sus tiempos, sus momentos y sus sitios; gusta que,de sus casillas, le saquen siempre sin ruidos.
Prefiere la luna llena que ilumina los caminos, y acoger a pasajeros que van hacia otros destinos.
También es la madre buena que a todos nos da cobijo, abriendo amante sus brazos y dándonos su cariño.
Córdoba, cercana y noble, la de los patios floridos: ¡mil gracias por acogerme y tratarme como a un hijo!
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