Se celebrará el 24 de marzo el Día Mundial de la Tuberculosis. Por ello se recuerda la importancia del diagnóstico precoz de la tuberculosis, con el objetivo de reducir al mínimo la transmisión de la enfermedad, que provocó en 2020 alrededor 1,5 millones de muertes en todo el mundo. Particularmente en España se estiman más de 4000 casos al año, habiéndose reducido ese número en los últimos años.
En este sentido, la Organización Mundial de la Salud también advierte de que existen alrededor de 4,1 millones de personas que padecen tuberculosis, pero no han sido diagnosticadas. Para reducir la propagación de la bacteria Mycobacterium tuberculosis, causante de la enfermedad, se hace necesaria una estrategia eficaz de detección precoz, que ponga el foco en la importancia de las pruebas diagnósticas.
Los laboratorios de microbiología juegan un papel clave mediante diferentes técnicas diagnósticas como puede ser la microscopía y la amplificación de ácidos nucleicos, así como los cultivos de micobacterias o las pruebas de sensibilidad a los antimicrobianos. De igual manera, no solo es relevante el control de la enfermedad tuberculosa, sino de la infección de tuberculosis latente, que podría no manifestar síntomas. Existen las pruebas de la tuberculina, también denominada ‘Prueba de Mantoux’, y los ensayos de estimulación de interferón gamma (IGRA) para poder identificarla.
Aproximadamente un tercio de la población mundial ha estado infectada por la bacteria de la tuberculosis, aunque la mayoría de los individuos no ha desarrollado la enfermedad. Además de un diagnóstico precoz, el tratamiento de la enfermedad forma parte indiscutible de la reducción de la transmisión de la enfermedad y de la mejoría del paciente. Para minimizar la aparición de resistencias es preciso administrar una terapia con múltiples fármacos. El tratamiento de la tuberculosis recomendado actualmente por la OMS exige que el paciente cumpla un mínimo de 6 meses de antibioterapia con tres o cuatro fármacos.
|