Entre el 31 de marzo y el 1 de abril de 1990 se celebró en Sevilla el X Congreso en el que José María Aznar inició su exitosa trayectoria hacia la presidencia del gobierno después de que, un año antes, se refundara el centro derecha español bajo las siglas del Partido Popular.
Justo treinta y dos años después, la ciudad de Sevilla ha vuelto a ser el escenario de un evento de extraordinaria importancia para el partido en el que un nuevo líder, Alberto Núñez Feijóo, asume la difícil tarea de reactivarlo para “ganar y gobernar”, como se acaba de comprometer en el XX Congreso.
Es un hecho que los tiempos son diferentes, la sociedad española ha sufrido un profundo cambio en todos los órdenes y que los acontecimientos que se vienen sucediendo estos dos últimos años, dentro y fuera de España, exigen unas decisiones inmediatas para enderezar el rumbo del partido y el de su organización y por otra parte articular una alternativa real, creíble e ilusionante al gobierno mas caótico e incompetente de nuestra democracia.
Un político avezado y curtido en numerosas batallas en su tierra gallega y con larga experiencia de gobierno como es Núñez Feijóo, creo que debe ya tener un diagnóstico de los males sobrevenidos a la organización política que los militantes han puesto en sus manos. El fiasco de una joven clase dirigente sin experiencia profesional y política alguna, que ha hecho gala de una preocupante inmadurez,debe hacerle meditar sobre el procedimiento y requisitos que deben exigirse a quienes tengan la inquietud o vocación de servicio público y que pretendan acceder por vía electoral a los órganos de representación institucional del Estado.
Se hace urgente también que el partido popular tenga bien definida su línea estratégica a seguir en la política económica, social o cultural que demandan sus votantes, con portavoces acreditados y solventes que ofrezcan argumentos y soluciones a los graves problemas que hoy agobian a los españoles y sin titubeos, atavismos o acercamientos innecesarios a ideologías que está propagando este gobierno socialcomunista y que están desestructurando la sociedad en ámbitos tan relevantes como la educación y la familia. España necesita en estos momentos un mensaje de esperanza y credibilidad en su propia fortaleza para poder enfrentarse a los demonios de su creciente empobrecimiento por la imparable inflación que sufre, el grave deterioro de sus instituciones y de la democracia parlamentaria, así como el de la pérdida de rumbo y prestigio en el contexto internacional. Todo un reto para Núñez Feijóo al que deberá enfrentarse de inmediato en Andalucía y con Juanma Moreno a la cabeza.
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