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Con el desastre de numerosas poblaciones valencianas casi nos hemos olvidado de la presunta corrupta, traficante de influencias y apropiación indebida, Begoña Gómez, incluso hasta del podemita agresor sexual, luego transformado en Sumatorio, Íñigo Errejón. Está tan envenenado el país por la corrupción y las ya conocidas corruptelas que pisamos en un lodazal como el originado por la DANA.
“No vengo a insultar a Pedro Sánchez, vengo a ganarle”. La frase de Alberto Núñez Feijóo a principios de marzo de 2022, cuando los barones del PP se cargaron a Pablo Casado, es tal vez la mayor mentira en la política española desde el 11M. La campaña por derribar, al precio que sea y de las maneras que fueran, al presidente del Gobierno no tiene precedentes en la política española.
La actual Presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, con la ayuda inestimable de su asesor Miguel Ángel Rodríguez, habría conseguido suplir las deficiencias en su gestión pública así como el desconocimiento de su programa electoral por parte de los electores con el impacto mediático de sus intervenciones públicas.
Sánchez a Feijóo: "Hubiera bastado con que mientras negociábamos nos dijeran: 'No sacrifiquen la unidad de España, no humillen a la Nación para conseguir esos 7 votos, aquí tienen los nuestros". Con estas afirmaciones reconocía que negociaban para humillar a España y sacrificar su unidad.
¿De verdad que Feijóo no va a parar hasta que haya nuevas elecciones? Nos produce inquietud ver las concentraciones de protesta contra el Partido Socialista y los ataques contra sus sedes. Nos produce temor ver al primer partido de la oposición, el más votado, sí, pero que no ganó las elecciones, enarbolando banderas de nuevas votaciones. ¿Hasta cuándo?, ¿hasta que le favorezcan?
Hispanidad es el conjunto y comunidad de los pueblos hispánicos. El nombre Hispanidad se debe al obispo de Ereso, el vasco Zacarías de Vizcarra, que acuñó el término en 1926, en su artículo ‘La Hispanidad y su verbo’, publicado en Buenos Aires. Quería cambiar el nombre ‘día de la raza’, con el que se conmemoraba la llegada de Colón a América el día 12 de octubre, “Y no halle otro mejor que Hispanidad”, escribía el mitrado.
El pasado viernes al filo de la hora del almuerzo Alberto Núñez Feijóo recogió una buena cosecha de calabazas en el hemiciclo de la madrileña Carrera de San Jerónimo. El Jefe del Estado hizo el favor de nominarle candidato a la investidura, tanto Felipe VI como el mismo Feijóo sabían que el candidato no podía contar, salvo error o “tamayazo”, con el número de votos suficientes para obtener la confianza del Congreso y ser nombrado Presidente de Gobierno.
En la sesión del viernes día 29, celebrada en el Congreso de los Diputados, el candidato ganador de las elecciones, Alberto Nuñez Feijóo, no obtuvo la mayoría simple y por tanto no ha conseguido la confianza de la Cámara para formar Gobierno. Señor, estoy convencido de que habrá seguido con atención el desarrollo de las dos sesiones parlamentarias en las que el candidato a la Presidencia del Gobierno propuso con todo detalle su programa político para toda España.
Si en vez de la nefasta campaña previa a las elecciones del PP y Vox, lo hubiesen hecho dejando atrás orgullos, mediocridades y estupideces, la situación ahora sería diferente. Una vez llevado a cabo las elecciones, la presidencia del Congreso le hubiese correspondido a Vox en vez de la señora que la preside y Feijóo, en vez de llorar sobre la leche derramada, vería su presidencia con claridad porque la votación se podría haber hecho en secreto en vez de a mano alzada.
No es mi propósito ahondar en los líderes y formaciones políticas de la izquierda más radical y revolucionaria que sufrimos desde la II República, pero que acaba de ser respaldada por más de once millones de españoles, dato en modo alguno baladí. Me preocupa mucho más la otra media España que se ha mostrado incapaz de articular un modelo político y social alternativo, capaz de superar a quienes, desde hace cinco años, se han propuesto desmantelarla social y culturalmente.
No piensen que éste es el final de Pedro Sánchez. Un fanático, además de maquiavélico, no se da por vencido con facilidad. Morirá, matando, si antes no le parte la cara su propia gente. Entiéndase el sentido figurado. Tras la espantada en la Cumbre UE-CELAC, la Comisión Europea ya lo ha dejado de lado y el referente empieza a ser Núñez Feijóo, por eso la Comisión sale en apoyo del gallego cuando Sánchez miente: tal es el caso de los peajes.
La incapacidad manifiesta de Pedro Sánchez para lograr la sincronía con su socio Podemos, así como para hacer frente a la estrategia diseñada por la fundación FAES basada en el renacimiento de ETA y en la sombra de pucherazo electoral, habría permitido a PP y Vox una victoria arrolladora en las recientes elecciones municipales y autonómicas.
Según el DRAE, la palabra 'votar' (protagonista principal de este escrito) tiene dos acepciones: 1ª) Emitir un voto en una elección o en una consulta y 2ª) Aprobar por votación. Hoy tomaré solamente la 1ª, ante la torticera convocatoria de elecciones para el 23J promovida -con innobles intenciones- por el más dañino político español desde la noche de los tiempos hasta nuestros días.
Ni Sánchez ni Feijóo, en el cara a cara por la presidencia del gobierno la principal víctima fue la verdad. Datos, datos y más datos que bailaban al son de gritos e interrupciones de bar. No te culpes, el 68% no somos capaces de diferenciar una información real de un bulo (estudio de Maldita). Me incluyo. Como resultado, las noticias falsas se retuitean un 70% más que las ciertas, según el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT).
Solo Tezanos es capaz de poner en duda el resultado del debate entre Pedro Sánchez y Núñez Feijóo. La mayoría de los medios de comunicación, incluso los afines a Sánchez, en sus titulares e incluso editoriales coinciden en que fué un combate bronco, poco edificante desde el punto de vista del contraste de las ideas y programas que ambos tenían para la próxima legislatura. A pesar de todo esto, Nuñez Feijóo se hizo con el cinturón de campeón…
Cada vez que tenemos elecciones, los participantes se preparan de una manera o de otra para conseguir esos votos perdidos, que no se sabe si por desidia, por preocupación o desconocimiento, haciendo unos debates televisivos, que a mi modo de ver, sirven para entretener al personal más que para cualquier otra cosa.
Soy un defensor a ultranza de cualquier forma de vida. Todos los seres creados cumplimos un fin y propósito en el acontecer de la Humanidad. Desde el macrocosmos al microcosmos todos hemos de realizar y llevar a cabo la función para la cual hemos sido originados.
Los partidos que integran la coalición de Gobierno estaban afanados en la gestión pensando que los resultados de su trabajo iba a ser reconocido en las elecciones municipales y autonómicas del pasado 28 de mayo. No fue así. Una gran mayoría de sus votantes se quedaron en casa e incluso un buen número se pasó al bando de la derecha. Son esos electores que tanto les da un gobierno que otro, una ideología que otra.
La tortuosa campaña electoral a la que nos ha sometido Pedro Sánchez hasta las votaciones del 23J, se está deslizando por la pendiente de una frenética comparecencia de los líderes con el objetivo de ocupar la mayoría de los espacios televisivos y radiofónicos.
Que la realidad no estropee un buen titular. A riesgo de estropear algo, aclaremos, porque el titular suaviza la frase, asea el ambiente y adultera lo ocurrido: En Antena 3, programa ‘El Hormiguero’, Pablo Motos entrevista a Núñez Feijóo. De sopetón, tema-hachazo: “Usted sabe qué ha pasado con Marruecos”, preguntó. “Yo no, ¿y usted?”. Escándalo del ‘excusatio non petita, accusatio manifesta’. El que se excusa de algo de lo que nadie le acusa se incrimina a sí mismo.
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