En la madrugada europea del sábado 23 de abril, falleció en Suiza, una de las más grandes cantantes y compositoras folklóricas andinas. Ella fue Martina Portocarrero, quien había nacido 72 años atrás el 29 de septiembre de 1949. Mientras la wikipedia sostiene que ella vino al mundo en Caravelí, Arequipa, otras fuentes aseguran que ella lo hizo en Nazca, Ica, cerca del mayor calendario astronómico hecho por la humanidad.
Sus canciones denunciaban la opresión y las matanzas contra los pobres. En "La Flor de la Retama" ella relata la masacre que los sinchis hicieron contra estudiantes y campesinos en la plazuela de Huanta en 1969. En la letra de dicho huaino compuesta por Ricardo Dolorier se describe el olor de la sangre derramada como una mezcla de perfumes, de flores y de pólvora y dinamita. Esta llegó, incluso, a convertirse, en una suerte de himno de la lucha de varias huelgas (como las de los maestros) o las del pueblo peruano contra dictadoras y represores, así como contra los intentos de Keiko Fujimori para llegar a la Presidencia. El propio Pedro Castillo la cantó antes y después de ser electo a mandatario junto a millares de ayacuchanos.
Además de su prolífica producción artística, Martina llegó a ser una luchadora social, por lo cual ella fue perseguida. Incursionó también la política como candidata a la alcaldía de Lima (2006 por UPP), 2 veces precandidata presidencial (2001 por FREPAP y 2016 ppr el FA) y 3 veces para el Congreso (2016 y 2020 por el FA, y 2021 por PL. Si en este último caso el jurado electoral no la hubiera excluido tal vez ella habría llegado al Parlamento. También fue voceada para ser ministra de cultura en los gobiernos de Ollanta Humala y Pedro Castillo. A pesar de que nunca logró ninguno de esos cargos políticos, ella pasará a la inmortalidad. Y, todo ello, gracias a sus canciones, las que, seguramente, siempre serán escuchadas.
No tuve la oportunidad de conocerla en persona, pero uno de mis hijos y su madre, muy amiga de ella, viajaron a Suiza para estar con ella a su lado mientras ella daba su batalla final contra el cáncer mortal. A poco de que ellos partieron, Martina terminó empeorándose y luego partió para siempre. Mis condolencias a todos sus seres queridos, a sus innumerables admiradores y al pueblo peruano.
Cuando nos recordemos de Martina no lo haremos, seguramente, tomando en cuenta el color azul del mar, el verde del partido que ella fundó, o el rojo de sus ideas, sino el amarillo de las flores de la retama. Mientras escribo esta nota veo que en mi jardín han brotado muchos pétalos del color del sol. Creo que, de ahora en adelante, cada vez que muchas personas vean flores "amarillitas" y parques o pampas con "amarillanto" sentirán nostalgia de la Martinita.
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