Más de un 60% de los españoles consideran que la calidad de la asistencia sanitaria recibida en España es buena o muy buena, según el estudio “Global Health Service Monitor 2021” elaborado por la consultora Ipsos. Sin embargo, y pese a esta buena percepción, la irrupción de la pandemia del coronavirus ha puesto al descubierto aquellas áreas en las que todavía es necesario mejorar.
En este sentido, Toni Hidalgo, CEO de Higia Benchmarking, empresa especializada en el análisis de indicadores útiles para la gestión clínica; Ruth Cuscó, directora gerente de ASHO, la empresa líder en asesoramiento y codificación hospitalaria en España; Isabel Sarabia, directora de metodología de Higia Benchmarking y Carlos Sevillano, director comercial de ASHO, muestran las claves del sistema sanitario español.
Características del sistema sanitario español
El sistema sanitario español se caracteriza por una universalización de la atención, ofreciendo cobertura a toda la población independientemente de su posición económica y financiera y de su afiliación a la Seguridad Social. Para facilitar y garantizar este acceso a los servicios, se ha realizado una desconcentración sanitaria, es decir, los servicios sanitarios se distribuyen en distintos puntos del territorio lo más cercanos posible a la residencia y lugar de trabajo del ciudadano.
“La descentralización de la gestión permite que la atención esencial esté al alcance de todos los ciudadanos”, apunta Hidalgo, quien destaca la accesibilidad geográfica de los centros de salud. Además, la atención primaria aglutina el 90% de las atenciones sanitarias, siendo un servicio cercano y con una gran calidad.
En España, es el gobierno de cada Comunidad Autónoma el encargado de la toma de decisiones acerca de la gestión de sistema sanitario propio. “España disfruta de una atención universalizada que llega al 99% de la población”, añade Cuscó.
Cabe destacar que el sistema sanitario español es un sistema mixto, donde conviven el Sistema Nacional de Salud (SNS) -gestionado por los entes públicos- y una extensa red hospitalaria privada. Cerca del 90 % de los españoles disfrutan del SNS, mientras que el 15 % tienen un seguro médico privado.
La COVID-19 pone al descubierto las debilidades del sector sanitario
La pandemia mostró algunas de las debilidades del sistema sanitario español. Después de dos años de pandemia, la COVID-19 ha tensionado el sistema sanitario al límite, al igual que a los sanitarios que lo componen. “Nadie tenía prevista una situación como esta, era imposible estar preparados”, reflexiona Sarabia, quien reconoce que “aun así, el sistema lo ha superado”.
Ha resultado evidente que el sistema no estaba preparado para un problema de esta envergadura. Hubo restricciones de suministros esenciales, insuficiencias en recursos para atender a los pacientes críticos, y no existía un plan de contingencia en los centros. El profesional sanitario español no estaba formado para una situación así, y menos el sociosanitario.
“El virus ha obligado a muchas personas a requerir ingreso en las UCI, que no estaban diseñadas para soportar estas contingencias”, destaca Sevillano, quien añade que “el factor humano aportado por los sanitarios ha sido de gran importancia”.
La flexibilidad del sistema sanitario ha sido un factor clave para aguantar la presión a la que se ha visto sometido, a pesar de los recortes progresivos que han ido sucediendo debido a la crisis económica de 2008.
Necesidades del sector sanitario español
El informe “Modelo de Simulación de Médicos Especialistas en España 2021-2035” señala que más del 60% de los expertos encuestados consideran que las especialidades como Medicina de Familia y Comunitaria, Geriatría o Psiquiatría sufren en la actualidad el mayor déficit de médicos. Mientras que, por su parte, Cirugía Cardiovascular, Medicina Interna u Obstetricia y Ginecología son las especialidades a las que los expertos asignan un superávit de recursos actuales.
“Conseguir que todas las especialidades tengan un número de especialistas dedicados igualitario es un objetivo primordial para conseguir la máxima rapidez de atención en cualquier ámbito sanitario”, señala Cuscó.
Además, una de las principales lecciones que ha dejado la pandemia es la necesidad de fortalecer nuestro sistema sanitario dotándolo de más recursos, algo que solo se podrá conseguir con una mayor inversión. Durante el 2020, primer año de la COVID-19, el país destinó un 7,6% del PIB a Sanidad, según los últimos datos de Euroestat. Esto se sitúa lejos de países como Noruega o República Checa, y por debajo de la media comunitaria, que se situó en el 8%.
“Los profesionales sanitarios urgen de más recursos, más personal y más implicación para hacer frente a las eventualidades futuras, que como ha hecho el coronavirus, pongan en el alambre el que, hasta ahora, es uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo” concluye Hidalgo.
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