Se dice de bien nacidos el reconocer el mérito de quienes, ordinariamente, son objeto de nuestras críticas. No quiero ser menos y, en esta ocasión, le vamos a reconocer a nuestro presidente del gobierno, Pedro Sánchez, el mérito de haber organizado la reunión de los representantes de la OTAN de una manera digna, eficiente, favorable al prestigio de nuestra nación y, según parece ser opinión general, con el beneplácito y satisfacción de todos aquellos jefes o representantes de gobiernos que ha acudido a esta importante asamblea.
De aquel personaje que no quería ni oír hablar de los norteamericanos, a este dandi de los trajes caros y de la sonrisa perenne, obsequioso, educado y, por encima de todo, servil ante personajes de la categoría de Joe Biden, al que ha estado siguiendo, paso a paso, durante todos los actos que han tenido lugar en esta importante reunión de los mandos militares de toda la OTAN, hay un abismo que demuestra que cuando se tiene una aspiración, cuando se busca con interés conseguir alguna prebenda, cuando dentro de España se le están poniendo feas las cosas y sus socios de las izquierdas se están mostrando, cada día que pasa, más incisivos, exigentes y descontentos, ante los cambios improvisados del señor presidente; amenazándole con dejarlo colgado de la brocha si sigue empeñado en desairarlos, como viene sucediendo actualmente; no hay lealtad que valga, compromisos que mantener, pactos que puedan resultar incómodos ni, mucho menos, dejarse llevar por quienes intentan llevarlo a una situación comprometida, en la que acabe con todo su prestigio, sin posibilidad de salir mínimamente airoso e indemne de lo que ya intuye que va a ser un aquelarre para España y los españoles.
El señor Sánchez tiene en mente conseguir la presidencia de la UE y, desde hace tiempo, está trabajando intensamente en esta posibilidad, utilizando, para ello, todos los recursos de que dispone para granjearse amistades en los foros internacionales, intercambiar favores, hacerse notar en todos los ámbitos europeos a los que concurre, con el evidente propósito de conseguir apoyos para ocupar algún lugar de importancia en la administración de la CE si, lo de España, fracasa. Si se pierden las legislativas , que pueden tener lugar en cualquier momento, siempre puede intentar salvar la situación si sus actuales compañeros de la coalición europea decidiesen que fuera él quien ocupase tan ansiado puesto de presidir la UE. ¿Qué esto pueden ser meras ilusiones utópicas? Puede ser, pero, como se evidencia por el comportamiento del actual ejecutivo, es obvio que todos sus componente están sobre aviso de la posibilidad de ser descabalgados de sus sillones y, en consecuencia, se están preparando mediante una política intensiva de cambio de mandos en las sociedades públicas, en las que ponen personajes de su entera confianza, para situarlos en una situación ventajosa en el caso de que, lo que ha sucedido en Andalucía, no sea sólo un espejismo del PP, sino que se diera el caso de que, en las próximas municipales se pudiera reproducir, en otras comunidades española, el vuelco extraordinario que ha tenido lugar en toda la región andaluza.
Y ya que hablamos de los compromisos que ha tenido que asumir el gobierno español como resultado de los acuerdos de la OTAN, seguramente el señor Sánchez va a tener que explicar a los españoles cómo, con una deuda pública que supera el billón trescientos mil millones, va a poder aumentar, y tendrá que hacerlo, el presupuesto militar, que ahora representaba el 1’01% del PIB, a un 2%, una diferencia que parece mínima, pero que representará para la nación española un incremento adicional de más de 15.000 millones de euros.
Nos hubiera gustado escuchar cómo ha explicado Pedro Sánchez al señor Biden, de los EE.UU de América, su dependencia de Bildu o de Podemos, en cuanto a las políticas de la nación española y que ya vienen amenazando de votar que no a la petición del presidente americano de aumentar la presencia naval en la base de Rota con dos destructores antimisiles, que supondrá que dicha presencia militar naval quede formada por seis unidades. Sin duda algo importante para Europa, España y, evidentemente, para la economía de miles de andaluces que van a salir beneficiados de dicho acuerdo.
Y un comentario sobre un tema que quisiera que, alguien entendido pudiera aclararme. Ya se da como eminente que España le va a suministrar a Marruecos, mediante un gasoducto, gas a Marruecos. Nos preguntamos lo que va a pensar Argelia de esta nueva bofetada que le propina el gobierno español, cuando es sabido que Argelia y Marruecos discrepan sobre el tema del Sahara y, en consecuencia, el gobierno argelino cerró el grifo del gas que le suministra a su país vecino. Ahora, aparte de haber traicionado a los argelinos sobre la situación de los subsaharianos, vamos a añadir el que, España, a espaldas de Argelia rompa el embargo que existía por parte de los productores argelinos.
No queremos cerrar este comentario sin hacer referencia a un punto que parece que nadie ha querido tocar, pero que de alguna manera puede enturbiar la satisfacción que tiene el gobierno español de la resolución de la OTAN de comprometerse a defender “la integridad” territorial de cualquier gobierno, perteneciente a la CE. Si lo entendemos como que va a proteger nuestras ciudades de Ceuta y Melilla, cuya nacionalidad española, desde el punto de vista histórico, resulta indiscutible; en el caso de que, desde Marruecos, decidan acabar con nuestra presencia en África, ¿qué es lo que ocurrirá con Gibraltar y su colonización por la GB? No dejo de tener dudas sobre la interpretación que le puedan dar a la situación anormal de que un pequeño territorio, que se nos fue hurtado por el tratado de Utrecht, pero que desde siempre había formado parte de la nación española, resulte ser la única excepción, dentro de los países civilizados, en los que una potencia extranjera mantiene una presencia militar. O va a resultar que hayamos pecado de ingenuos, cuando se pudiera hacer una interpretación restrictiva del acuerdo por parte de la OTAN, entendiéndose que Europa y sus fronteras acaban en el Estrecho de Gibraltar.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vamos viendo como existe una España de puertas para afuera, respecto a la cual el gobierno sigue empeñado en dar de ella un imagen idílica y, por otra parte, otra España interna, la de la inflación de un 10’2%, de un endeudamiento insoportable que, a la vez, es incapaz de reducir el gasto público, normalizar el déficit fiscal ( aprovechándose de la permisividad de las instituciones económicas europeas) y parar a quienes aprovechándose de la debilidad del Gobierno, los separatistas vascos y catalanes, no paran en sus intentos de desestabilización, sus exigencias económicas y su victimismo, debidamente explotado, para presentarnos ante el resto de las naciones, como quienes les estamos haciendo la vida imposible, cuando la realidad es que se trata de una minoría de ciudadanos rebeldes, que intentan conseguir lo que ninguna nación estaría dispuesta a conceder, su independencia del resto del país.
Para finalizar una frase de Octavio Paz: “Ningún pueblo cree en su Gobierno. A lo sumo, los pueblos están resignados.
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