El 27 de febrero de 1979, el tetracampeón de la Unión Soviética Viktor Korchnoi, llegaba a Paraguay para enfrentar a los 40 mejores ajedrecistas locales. Derrotó a 39 y ofreció tablas a uno de sus rivales. Me contaron muchos años después que antes de esa Simultánea vació dos botellas de vodka con el entonces Zar de la prensa paraguaya, Humberto Domínguez Dibb, más recordado por sus iniciales como HDD.
Está demás conjeturar cuál hubiera sido el resultado de estar Korchnoi sobrio. Jugando como suizo, tildado por Moscú de apátrida, había puesto contra las cuerdas pocos meses antes al mismo campeón indiscutido del mundo, Anatoly Karpov. Su ajustada y cuestionada derrota fue un escándalo que dejó en la estacada a la FIDE.
Yo personalmente llevaba poco tiempo aprendiendo sobre este juego infinito, con el recordado sociólogo Mauricio Schwartzmann. Practicamos un puñado de excéntricos neófitos, en la Asociación Paraguaya de Ajedrez, que tenía en aquel tiempo su local en la calle Independencia Nacional casi Fulgencio R. Moreno.
Llegar a mis clases, en horas de la siesta, solo me costaba caminar unas pocas cuadras. La inexperiencia del niño principiante y novato que era entonces, me exonera de la responsabilidad de pontificar hoy sobre las variantes de la India de Rey, defensas sicilianas o de la apertura inglesa que pudieran haber asistido al brillante maestro "apatrida" .
Llevo sí, imborrable, entre los recuerdos de mi infancia, la sonrisa y los aplausos de los presentes cuando Korchnoi extendió su mano y el traductor le dijo al paraguayo que le estaba ofreciendo tablas.
Borroso tengo el registro del rostro atónito de quien había conquistado aquel empate ante una inmortal leyenda del juego ciencia. Se había resignado impotente, el mismo que ocho años antes había sido capaz de anticipar la jugada inexplicada de Fischer ante Spassky en Islandia, quien había arrinconado al mismísimo Karpov, el mismo que había sido la sombra negra y maldición del Mago de Riga, Mijail Tal.
Esa noche, en fin, aprendí que a veces en la vida como en el ajedrez, suceden cosas imposibles. LAW
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