En el último mes y medio, las altas temperaturas han provocado efectos negativos sobre la salud física y mental de la población, especialmente entre los jóvenes. Cansancio, mal humor, irritabilidad o agresividad son algunos de los síntomas más comunes que experimentan los adolescentes durante el verano.
Según un estudio elaborado por las Universidades de Oxford y Hong Kong, estos cambios de humor se deben principalmente a una reacción química del cuerpo. El calor provoca un aumento en la serotonina plasmática impidiendo la producción de dopamina, el principal responsable del rendimiento en tareas complejas. Al mismo tiempo, disminuye la serotonina plaquetaria y provoca trastornos psicológicos como depresión, ansiedad o estrés. Estos síntomas se intensifican en personas con antecedentes psiquiátricos como esquizofrenia, autismo o bipolaridad, ya que tienen mayor sugestión a los cambios de temperatura.
Los efectos del calor sobre la salud mental de las personas más vulnerables se han evidenciado también en las urgencias psiquiátricas que en los últimos meses han aumentado un 10 %, según la Fundación de Psiquiatría y Salud Mental. Asimismo, los intentos de suicidio se han incrementado durante el verano, debido a la relación directa entre las altas temperaturas y el aumento de los pensamientos intrusivos y obsesivos.
Desde el programa RECURRA-GINSO recomiendan prestar especial atención a los cambios de comportamiento de los adolescentes y promover la comunicación entre padres e hijos con el fin de detectar y tratar los posibles efectos psicológicos provocados por las altas temperaturas. Asimismo, aconsejan darles indicaciones sobre buenos hábitos como el descanso, la alimentación saludable o la realización de actividades deportivas en horarios con menor calor, de forma que se reduzca la posibilidad de sufrir estrés y cambios de humor drásticos. “Teniendo en cuenta que las altas temperaturas crónicas generan un mayor índice de agresividad y violencia, y rebajan la capacidad de autodominio, es recomendable evitar temas conflictivos, aprovechar las horas de menos calor para realizar actividades y ser conscientes de que la conducta de los otros y la nuestra viene a menudo marcada por esas temperaturas extremas”, explica Javier Urra, director clínico del programa RECURRA-GINSO.
Otro de los efectos más comunes que tiene el calor extremo sobre los adolescentes es la preocupación excesiva por el cambio climático o ecoestrés. Según la American Psychology Association, el ecoestrés o ecoansiedad es el temor a sufrir un cataclismo medioambiental o al futuro incierto del planeta causado por el calentamiento global. Este temor se ve influido por las olas de calor y por la sobreinformación acerca del cambio climático. Los jóvenes pueden sentir ansiedad, estrés o depresión al pensar que las posibilidades de tener un futuro debido al cambio climático son muy pequeñas.
Expertos del programa RECURRA-GINSO señalan que este fenómeno es cada vez más común en adolescentes, y que identificar las fuentes de información en noticias sobre cambio climático, no hacer uso excesivo de las pantallas, ya que existe más probabilidad de estar sobreinformado y de crear pensamientos repetitivos, y sobre todo, promover y llevar a cabo acciones que ayuden a preservar el medio ambiente, son algunas de las indicaciones que pueden ayudar a prevenir el ecoestrés o ecoansiedad.
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