La energía atómica, desde que se produjo el descubrimiento de la fusión del átomo como medio de conseguir energía barata, limpia, potente y eficiente, ha sido objeto del desprecio, sabotaje, denigración y ataque por parte de las izquierdas de todo el mundo. Cada incidente, por pequeño que haya sido, en una central nuclear ha sido magnificado, condenado y convertido en arma arrojadiza por parte del progresismo beligerante, que siempre ha considerado este tipo de energía como un logro capitalista que había que combatir por todos los medios a su alcance.
Sin embargo, a la hora de comparar la energía atómica con lo que se ha dado por denominar energías alternativas, no ha aparecido, por el momento, alguna de ellas que dé la seguridad de continuidad, eficacia y el coste, comparativamente con la que proporcionan las centrales nucleares.
La eólica, muy costosa, dependiente de los vientos y capaz de alterar el paisaje de aquellos lugares en los que se instala; la hidráulica (aquella que, gracias al general Franco y sus embalses, ha sido una de la que más ha favorecido al país) que, debido al progreso del calentamiento climático, cada vez resulta menos segura y eficiente; la del carbón condenada internacionalmente a causa de su CO2 contaminante y el resto, como la de las mareas, incomprensiblemente desaprovechada, cuando en España tenemos costas que serían muy aprovechables para este tipo de producción eléctrica.
Pero, donde se ve la utilidad y el efecto nefasto de la progresiva eliminación que, en Europa, se ha llevado a cabo de las centrales nucleares existentes es, sin duda alguna, en la actualidad, cuando la guerra de Ucrania nos ha situado ante una posición que amenaza con convertirse en caótica, si, como ya se ha empezado a constatar, la Rusia del señor Putín decide cerrar definitivamente la espita del gas y el petróleo para la UE, ahora que ya se acerca el invierno y los países, especialmente Alemania y aquellos situados al norte que han venido dependiendo tradicionalmente del combustible ruso, se ven impotentes para afrontar el frío en estas condiciones.
No hay alternativa alguna de la que Europa este posibilitada para emplear. Pese a que Bruselas rectificó, considerando la energía nuclear incluida entre las verdes, la evidencia, incluso en la Alemania del señor Sholz ,que sigue esperando un milagro, pero ya se está preocupando del estado de las tres nucleares que todavía quedan en su nación. No obstante, parece que si están dispuestos a recurrir de nuevo al carbón, el más contaminante de los combustibles conocidos.
En España, no obstante, que tenemos un gobierno completamente politizado e incapaz de darse por enterado de que, su procedimiento y sus maneras de llevar la nación, se han convertido en la garantía de que vamos directos hacia un aumento insostenible del precio del gas que pudiera llegarnos de Argelia, un encarecimiento evidente del licuado que nos llega en grandes tanques desde los EE.UU y, si Italia, nos gana la partida y el gasoducto que debiera hacerse en España (200 quilómetros) por las razones que fueren, especialmente el no francés, no se pudiera realizar, es evidente que sería una muy mala noticia para el gobierno de Sánchez. Pero en nuestro país la cerrazón intelectual de nuestras izquierdas, impide que, ni tan siguiera se mencione el alargar la vida de las nucleares que todavía quedan, lo que nos deja al albur de lo que pueda ocurrir con la energía del futuro.
Curiosamente, en estos momentos, en contra de lo que se pudiera esperar de un gobierno que mantiene su apoyo a Ucrania, estamos aumentando nuestra dependencia energética de la nación rusa. Y no debiéramos extrañarnos de ello porque el señor Pedro Sánchez, nuestro presidente, ha entrado en picado en la órbita más cercana al comunismo internacional seguramente seriamente influido por sus socios en el gobierno, los comunistas bolivarianos de Podemos. No se conforma con intentar bolchevizar la nación española, sino que aspira a convertirse en la representación genuina del comunismo sudamericano, patrocinado por el dictador de Venezuela, Maduro, con la intención de constituir una cabeza de puente en España desde donde, seguramente, tiene intención de expandirlo por el resto de Europa.
No le preocupa, en modo alguno el porvenir económico de la nación española, ni lo que pueda suceder a nuestras industrias o comercios, su objetivo se centra en conseguir llegar a finales de legislatura teniendo la presidencia de la UE desde donde, si los demás presidentes no son capaces de pararle los pies, podrá desempeñar una labor de proselitismo entre aquellos países en los que la semilla comunista todavía existe, jugando con el desencanto de los ciudadanos que han tenido que pasar, a la fuerza, por varias crisis seguidas y que ya están hartos del juego político y de tenerse que sacrificar sin sacar, aparentemente, beneficio alguno.
Curiosamente. hemos podido escuchar a una señora, experta en cuestiones de clima, que nos ha hablado de un tema interesante. De todos es sabido que, de entre el cúmulo de preocupaciones de las que tenemos que ocuparnos los ciudadanos, y no la menor de ellas, está en la terrible sequía que estamos padeciendo en España. Los pantanos se están secando y las reservas de agua han llegado a unos niveles que han puesto en alerta a todas las provincias afectadas, que son la mayoría, en busca de soluciones que, en muchos casos son muy caras y difíciles de poner en práctica.
La experta en cuestión nos ha hablado de las aguas subterráneas que, por lo visto ocupan una extensión enorme del subsuelo español. Se trataría de que se llevara a cabo una puesta a punto de aquellas vetas de aguaocultas bajo tierra que pudieran aliviar, en parte, la situación extremadamente grave con la que nos amenazan nuestros pantanos, a causa de esta sequía que parece que no está dispuesta a enmendarse.
Sin duda, es un tema interesante que, al menos para nosotros, resulta inédito y, con toda seguridad merecedor de ser considerado si, con ello, se pudiera lograr evitar restricciones, siempre desagradables, del suministro de agua potable a pueblos y ciudades. Algo terrible que nos está sucediendo en nuestra nación es que, a diferencia de lo que sucede en el resto de Europa aquí se nos pretende engañar para favorecer a un gobierno completamente inepto. Por ejemplo, en el periódico catalán La Vanguardia escribieron un artículo en el que se decía que la recaudación de los impuestos en España era muy baja. ¿En realidad esto es cierto? Evidentemente no, porque las noticas que han facilitado los expertos hablan de que, en el 2021, Hacienda recaudó un 20% más que en años anteriores.
Otra curiosidad del mismo rotativo. En este caso en un artículo del señor López Burniol. No sé de qué fuente se ha valido ni me importa un bledo, porque unos pocos y puntuales casos de individuos que él cita de renegados de la División Azul ( todos los que fueron lo hicieron voluntariamente) no deslegitiman ni empecen que aquel cuerpo fuera un ejemplo de españolidad y, por supuesto, lo probable es que fueran republicanos camuflados, porque la guerra civil lo que produjo, en todos los españoles del bando nacional, fue un rechazo hacia todo lo relacionado con la Unión Soviética.
Tengo la edad suficiente para haber vivido aquellos tiempos y he de decir que un tío mío fue uno de los oficiales que formaron parte de aquel prestigioso cuerpo, al mando del general Muñoz Grandes. Desde un despacho y con algunos datos pillados a diestro y siniestro,es fácil confeccionar un relato a gusto del autor. Ello no quiere decir que sea cierto lo que dice que, por supuesto, no lo es. Resulta impropio, fuera de lugar que, en unos momentos como los que estamos pasando, se intente seguir reviviendo, para criticarlo, un tiempo en el que unos derrotados tuvieron que exiliarse para que la Justicia no les pidiera cuentas y, todo lo que supieron hacer, es hablar mal de España.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, mientras una inflación galopante se apoderada de toda nuestra nación, con un aumento del Euribor, de un 1’3%, que encarecerá las cuotas a pagar de aquellos que tengan hipotecas y la cesta de la compra por las nubes; el que todavía los haya que sueñan con el paraíso socialista es para, de verdad, hacérselo mirar.
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