El vasto reino de Aragón es una tierra despoblada en su mayor parte y donde tradiciones, leyendas y espacios humanos y naturales se dan la mano en una suerte de hermandad sin fisuras para crear un aura única de excelente belleza que embriaga los sentidos para siempre.
Entre todas las riquezas con las que cuenta la cuarta región más grande de España, está la de sus pueblos únicos. No la de pueblos con algo único, con un color especial o un carácter diferenciador, no. Pueblos únicos, irrepetibles.
Lanuza, un pueblo recuperado a las aguas
Como si de los referentes de la novela de “San Manuel Bueno mártir” se tratara, el pueblo de Lanuza (Huesca) se encuentra a la orilla misma de las glaciales aguas del deshielo pirenaico, casi oculto al borde del pantano que en otro tiempo forzó a los habitantes al desalojo.
A lo largo de su historia, Lanuza fue un lugar próspero, cuna de Justicias de Aragón (hoy figuras parecidas a los defensores del pueblo), y uno de los tres “quiñones” del Valle de Tena, hasta que en 1976 se levantó el pantano que forzó a la población a abandonar el lugar. Para 1978, Lanuza no contaba ya con habitante alguno.
Tras años de expolio y progresiva recuperación del pueblo emergido, el municipio se ha convertido en reclamo turístico por albergar desde, además de fiestas locales, el Festival Internacional de las Culturas “Pirineos del Sur” desde 1992.
Trasmoz, el pueblo maldito
Situado en la provincia de Zaragoza, a las faldas del Moncayo, el pueblo de Trasmoz se ha hecho famoso por ser el único pueblo excomulgado en España. Ninguna otra localidad hispana acumula tanta tradición brujeril y demoníaca como la localidad zaragozana. Tanto así, que incluso el poeta Gustavo Adolfo Bécquer le dedicó una de sus célebres leyendas.
De acuerdo con la leyenda, su castillo fue construido en un solo día gracias al diablo o o un nigromante; además, allí se encuentra la famosa cueva de las brujas, y numerosas son las historias de aquelarres contadas en sus entornos. Tanto así, que el castillo alberga hoy el museo de la brujería.
Cada año, el pueblo elige a su “Bruja del Año”, una de las fiestas más importantes y consolidadas de la comarca de Tarazona y el Moncayo.
Mediano, un pueblo bajo las aguas
La imagen de Mediano es famosa en toda España. Ha aparecido en fotografías y películas, y, sin embargo, son muchos los que no conocen todavía el lugar. Y es normal porque, quien trate de encontrarlo, tendrá que hacerlo a nado o, mejor aún, buceando.
Mediano pertenece al municipio de La Fueva (Huesca) y es célebre por el campanario de su iglesia, del siglo XVI, el único edificio que sobresale de las aguas del pantano homónimo que lo sepultó en 1969. Junto a la presa del embalse puede encontrarse el llamado Puente del Diablo, que, cuentan, se empleaba para escapar una vez llevadas a cabo las fechorías.
Aunque el momento álgido del pueblo fue, irónicamente, cuando se levantaba la presa que llevó al desalojo forzoso de los vecinos y que resultó un doloroso trauma los mismos, hoy la zona atrae a gentes de todos los lugares para practicar buceo en las aguas del pantano.
Albarracín, el pueblo más bonito de España
Aragón está considerada la comunidad con el mayor número de pueblos más bonitos de nuestro país. Y puede que así sea. Aunque todos los pueblos de España guardan una belleza única en su interior, es cierto que, de acuerdo con la mayoría de expertos, el municipio turolense de Albarracín ostenta el título de pueblo más bonito de España.
Albarracín obtuvo el título de Monumento Nacional en 1961, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 1996, y está a la espera de ser nombrada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, lo que da una idea bastante aproximada de qué hace tan importante a la ciudad.
Pasear por la ciudad es como trasladarse a otro tiempo, muy lejano al nuestro, y contemplar un monumento vivo. La catedral, el castillo, el ayuntamiento o las torres son sólo algunos de los hitos arquitectónicos que le han valido a Albarracín el título de pueblo más bonito de España.
Pueblos abandonados, sepultados bajo las aguas, monumentales, todos únicos, hacen de Aragón una tierra digna de descubrir. Por eso el viaje no acaba aquí.
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