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El Real Madrid se da un festín antes de acceder al Top-16 de Euroliga (97-65)

El cuadro de Laso culmina su remontada hacia la segunda fase del torneo continental tras bordar el baloncesto de principio a fin a costa de un mediocre Estrasburgo.
Rafael Merino
jueves, 17 de diciembre de 2015, 21:10 h (CET)
Ficha técnica
97 - Real Madrid: Sergio Rodríguez (14), LLull (8), Maciulis (10), Reyes (12) y Ayón (4) -quinteto inicial-; Carroll (10), Thompkins (12), Nocioni (-), Doncic (3), Hernangómez (4), Ndour (4) y Taylor (16).

65 - Estrasburgo Beaubois (17), Campbell (9), Howard (7), Weems (3) y Fofana (4) -quinteto inicial-; Collins (3), Lacombe (0), Leloup (4), Golubovic (10), y Dupont (7).

Parciales: 29-15, 23-22, 23-13 y 22-15.

Árbitros: Lamonica (ITA), Olegs (LAT) y Ioannis (GRE). Leloup, eliminado por cinco faltas.

Incidencias: Partido de Euroliga disputado en el Palacio de Deportes de Madrid ante 10.868 espectadores.
Clasificados y nueva vida extra en Euroliga. El Real Madrid avanza a la siguiente fase del torneo continental tras deshacerse del Estrasburgo, obteniendo así el tercer triunfo consecutivo de los que requería su sufrida situación clasificatoria. El campeón de Europa culminó su remontada y continuará defendiendo su corona. Cierra así una primera fase de sobresaltos redondeada con una inyección de autoestima y notable baloncesto a tenor de lo visto en los últimos encuentros. El Real Madrid nunca dobló su rodilla. Luchó y se clasificó.

Este pasaporte a la siguiente ronda de la Euroliga (Top-16) lo alcanzó ante sus entregados parroquianos. La unión entre equipo y aficionados continúa en cotas altas. Unos y otros responden cuando ambos más se necesitan. Como sucedió en este encuentro. No había arrancado este compromiso crucial cuando el Palacio de los Deportes estaba absolutamente entregado a su equipo. Los vítores, aplausos y uso de los aplaudidores crearon una atmósfera de grandes noches europeas, que se diría en términos futbolísticos.

Los jugadores, en consecuencia, estaba obligados a cumplir con su misión: derrotar al Estrasburgo para alcanzar, sin necesidad de mirar resultados, su clasificación. Había cuarenta minutos para coronar esta cima. Sólo fueron necesarios algo más de siete minutos para encauzar el encuentro. El resto consistió en mantenerse -y no es fácil- con una distancia de seguridad. Evitar sustos y resarcirse de problemas pasados con un notable baloncesto para deleite del público. Todo se consiguió. Se viene una nueva vida.

Después de unos instantes de titubeos, de nervios, de calentamiento de músculos, de calibrar el punto de mira, el Real Madrid se dispuso a llevarse el triunfo. Lo hizo por la vía rápida. Sin diálogos con el Estrasburgo. Con un baloncesto directo, marca de la casa. Ya saben: defensa asfixiante sobre el adversario; rápidas transiciones; buenas posiciones de tiro; certeros en la puntería y máxima garra e implicación. Real Madrid en estado puro. Enfrente, el Estrasburgo -con difíciles opciones de clasificación- no tuvo opción. No sabemos si de resistir el primer golpe hubieran planteado algo más de batalla. Su defensa se vio superada por el huracán ofensivo del Real Madrid; y en ataque se movían de forma individual más que como un grupo.

La tormenta perfecta
En consecuencia, el Real Madrid enseguida se disparó en el marcador: 19-6 tras dos triples de Sergio Rodríguez, otro de Llull y canastas rápidas y sencillas de Reyes, Ayón y Maciulis. Se había alcanzado la mitad del primer cuarto. El Palacio entero no sólo respiraba, sino que era una verdadera olla a presión. Llevaba en volandas al equipo y el equipo a ellos. Las distancias fueron aumentando hasta un 29-15. Valoración de 42-10. Porcentajes del 75 y 63 (en tiros de 2 y 3, respectivamente) contras unos paupérrimos 42 y 25 del cuadro de Collet (seleccionador de Francia). Al descanso, el Real Madrid subió a un 81% en tiros de 2 y apenas bajó en su acierto exterior (se quedó en un 54%).

Ya nada cambio. El Real Madrid tenía el partido en su bolsillo y, por consiguiente, su clasificación. Restaba mantenerse y abstenerse de desconexiones o sustos inesperados e inexplicables. No los hubo. El Real Madrid estuvo concentrado de principio a fin. Al descanso se llegó con un 52-37 (se alcanzaron ventajas de veinte puntos: 38-18). Los blancos no echaron el freno en el segundo acto. E incluso cuando hubo un acuse de esfuerzo (46-31) enseguida se reaccionó. Nada podía fallar. Dato que se refuerza comprobando que todos los jugadores con minutos (excepto un tocado Nocioni y el recién llegado Ndour) consiguieron anotar. Tampoco faltó esa genialidad de Doncic. Nada más salir, el esloveno hizo una entrada a canasta con sabor NBA. Dos reversos seguidos desde la bombilla, rotura de cadera del defensor y canasta.

Tras el descanso, nada cambió. El Real Madrid prosiguió con su festín de juego a costa de un endeble Estrasburgo. Sólo Beaubois y Golubovic mantuvieron su orgullo. Así, el tercer cuarto se cerró con un abrumador 75-50. Al final, un rotundo 97-65. La clasificación estaba asegurada, los sustos olvidados, la fiesta en ebullición (con récord de asistencias en un partido de Euroliga: 36) y el campeón de la Euroliga accede al Top-16 en el camino hacia revalidar su corona el próximo mayo en Berlín.

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