MENSAJES: Los mercados de materias primas han estado en una montaña rusa todo este año. El índice general de materias primas de Bloomberg cayó un 15% desde su máximo de junio, pero sigue siendo, con diferencia, la clase de activos con mejor rentabilidad este año, con un aumento del 17%. La reciente debilidad ha sido impulsada por el aumento del dólar estadounidense y los crecientes temores de recesión global, pero esto ha sido amortiguado por el lado de la ajustada oferta debido a más de una década de baja inversión y de las continuas interrupciones derivadas de la guerra o los fenómenos metereológicos. Es ilustrativo cotejar el comportamiento de las commodities con su uso principal. Brinda una visión inquietante del crecimiento chino, la desaceleración de la vivienda en Estados Unidos y el consumo discrecional global, mientras que es mucho más tranquilizador sobre la demanda de alimentos básicos y la adopción de vehículos eléctricos en constante aceleración.
MÁS DÉBIL: Las caídas en metales industriales, desde el 'Dr. del cobre’ al aluminio, como consecuencia de la recuperación económica intermitente de China y de la gigantesca desaceleración del sector inmobiliario, con el país responsable de más de la mitad de la demanda mundial de metales. Mientras tanto, la gran caída en los volátiles precios de la madera representa un indicador principal preocupante para el rechinante mercado inmobiliario de Estados Unidos, donde el 90% de las casas tienen estructuras de madera. La caída de los precios del cacao y el algodón no es un buen augurio para el consumo discrecional, con temores de que los presupuestos de los consumidores estén cada vez más ajustados y los altos inventarios compensen las malas cosechas.
LO MÁS FUERTE: Los precios del litio han seguido subiendo, junto con la aceleración de la adopción de vehículos eléctricos (EV). Esto también ha sido un viento de cola para el níquel. Pero la recuperación de los volúmenes de los coches de combustión interna también brinda apoyo temporal a otros, como el paladio. Los productos básicos alimentarios, desde los cereales hasta el ganado, han sufrido muchas interrupciones en el suministro, pero también se han beneficiado de la reorientación de los consumidores hacia las necesidades básicas y el continuo apoyo demográfico. Otros han sacado ventaja como sustitutos de menor precio, con los cambios del gas natural al petróleo (que también impulsan las emisiones de carbono) y de trigo al maíz.
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