Parece que en la final masculina y en la femenina del Open de Santander tanto vencedores como vencidos se han puesto de acuerdo en lo que al modo de proceder se refiere. Unos ganando cuando más lo merecían y necesitaban y los otros perdiendo con amplitud y sin encontrar respuesta alguna. Dos finales express que tenían el colofón final en un enfrentamiento en el que había en juego algo más que un título.
Porque el último choque del cuadro masculino conjugaba la mera rivalidad deportiva con la ilusión, los sentimientos y las ganas de despedir de la mejor manera posible a Paquito Navarro y Martín Di Nenno, una pareja que se decía adiós y que quería hacerlo con el trofeo de campeones. Puede que eso, el hecho de ''no jugarse nada'', de entrar sin presión a cada uno de los partidos fuese lo que les diese el espectacular rendimiento que han obtenido, porque su desempeño desde 1/16 ha sido estratosférico.
Delante tenían a Fernando Belasteguín y Arturo Coello, la pareja más en forma de las últimas semanas, la que llegaba con la intención de conseguir su triplete seguido tras Madrid y Amsterdam, pero se quedó a las puertas, porque Martín y sobre todo Paquito, estuvieron descomunales. Anunciaron sus intenciones desde el primer intercambio, colocando un rápido 0-2 en el luminoso que únicamente quedó acortado en el tercer juego (1-2) porque a partir de entonces, el andaluz con sus remates y contragolpes imposibles y el argentino atando muy bien atrás a Coello y atacando a Bela con chiquitas en el espacio que dejaba libre, pusieron la directa, elevándose en el Palacio de los Deportes de Santander, siendo ovacionados una y otra vez por el público. Así, se pasó a un 2-5 con Navarro creciendo más si cabe, oreciendo un recital al nivel de sus mejores tiempos el pasado año, para cerrar con un 2-6 el primer capítulo.
Si por algo se caracterizan Bela y Coello es por pelear siempre, hasta la última gota de esfuerzo, y no es que no lo hicieran esta vez, pero había mucha diferencia en el acierto y la inercia de cada una de las parejas. Los de Rodri Ovide siguieron percutiendo una y otra vez, en un ejercicio perfecto de pádel que fue eso, perfecto, tanto que secaron por completo la producción de un Coello y un Bela que rara vez han encajado tal parcial (especialmente flagrante en el caso de el de Pehuajó, teniendo que remontarnos muy, muy atrás para encontrarlo, si es que existe).
Porque Paco y Martín conquistaron Santander con un 2-6 y 0-6 gracias a cinco juegos consecutivos, a cinco mazazos sin miramiento alguno, uno detrás de otro, un resultado que a los hombres de negro escocería, pero que a ellos les sirve para decirse adiós de la mejor manera posible, y con un doblete de Ovide tras vencer también en chicas.
La guitarra y el inflador se han despedido a lo grande, por todo lo alto, de una manera que seguro no imaginaban cuando empezaron el torneo.
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