Arranca el rodaje de "Lo carga el diablo", ópera prima del director valenciano Guillermo Polo, que se rodará en las próximas semanas entre Valencia, Alicante, Soria, Teruel y Tenerife. Se trata de una road movie con toques de humor negro protagonizada por Pablo Molinero (La peste), Mero González (Lo dejo cuando quiera, Valeria), Isak Férriz (Gigantes), Antonia San Juan (Todo sobre mi madre, El hoyo) y Itziar Castro (Vis a vis).
Durante las próximas 5 semanas el rodaje recorrerá distintos puntos del paisaje nacional tratando de mostrar su singularidad y riqueza, al mismo tiempo que apuesta por dibujar la idiosincrasia particular de cada una de las zonas por las que pasa su protagonista. En palabras de su director “estamos planteando una peli gamberra, con un humor seco y patético, en la que su protagonista trata de mantener la cordura en un universo que roza lo surreal”.
"Lo carga el diablo" está producida por Los Hermanos Polo, Japonica Films, Volcano International Productions y Batiak Films, y cuenta con el apoyo de APunt Media, el Institut Valencià de Cultura y el Gobierno de Canarias.
Los productores Clara Santaolaya y Gerard Rodríguez definen la película como “un road trip ibérico que en ocasiones puede recordar a los hermanos Coen y otras a Corazón Salvaje. Acercándolo a las referencias patrias, sería como si nos hubiésemos traído Airbag a 2022”.
Sinopsis
Tristán (Pablo Molinero) es un escritor frustrado que vive de redactar las frases inspiradoras de los sobrecitos de azúcar. Su rutinaria vida cambiará el día que acepte, bajo misteriosas circunstancias, transportar el cuerpo congelado de su conflictivo hermano Simón (Isak Férriz), desde Asturias hasta Benidorm para cumplir su última voluntad: ser enterrado en la casa donde ambos crecieron. Pronto descubrirá que los obstáculos y los distintos personajes a los que tendrá que enfrentarse en este extraño road trip (una autostopista de la generación Z de resaca festivalera, una peluquera que actúa como asesina a sueldo, etc.), son quizás su última oportunidad para vivir una experiencia verdadera, y, sobre todo, para dejar atrás su patético conformismo.
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