"La guerra es siempre una derrota de la humanidad", Juan Pablo II
El 18 de octubre de 1984 Argentina y Chile firmaron el acuerdo que puso fin a la disputa por el canal del Beagle. La zona, de unos 200 kilómetros de largo, une a los océanos Atlántico y Pacífico, al sur de la isla grande de Tierra del Fuego y al norte del cabo de Hornos y que fue objeto de controversia entre ambos países desde 1811. El centro del litigio fue la soberanía de las islas de Lennox, Picton y Nueva, en función de la importancia económica de sus aguas y fondos marinos, y de la proyección continental.
El nombre original del Canal Beagle es Onashaga, que en lengua yagán significa “canal de los cazadores o el canal de los onas”. La lengua yagán es la que hablaban los pueblos originarios de este rincón del mundo, que eran los Yámanas. El nombre “Beagle” es heredado del nombre del famoso barco británico HMS Beagle, el cual realizó una expedición a principios de 1800 a cargo del Capitán Robert Fitz Roy, junto a él se encontraba el célebre naturalista inglés Charles Darwin.
El conflicto del Beagle se enmarca en las numerosas disputas y tensiones que han existido entre Chile y Argentina desde que se convirtieron en Estados soberanos y trazaron sus fronteras. La relevancia geoestratégica de la región austral de la Patagonia es conocida y pretendida por ambos países: acceso a los dos océanos, a recursos marinos y a la plataforma continental de la Antártida.
Apenas unos minutos separaron a Chile y Argentina de enfrascarse en una guerra que seguramente habría sido una catástrofe para ambos países y que, muy probablemente, se habría convertido en uno de los conflictos más sangrientos de América Latina. Ambos países movilizaron sus tropas en la frontera, los argentinos preparando una ofensiva y los chilenos una defensa y posterior contraofensiva. Todo esto alarmó a ciertos actores internacionales. Por un lado, estaba EE.UU. que, en un contexto de Guerra Fría, veía con horror como dos dictaduras militares y anti-comunistas en su área de influencia estaban a punto de chocar. Por otro lado, estaba la Iglesia Católica, preocupada de ver a dos países católicos enfrentados, y con una enorme influencia y autoridad moral sobre sus respectivas fuerzas armadas. Por suerte, había un sentido religioso que permitió la mediación del papa Juan Pablo II y evitar el conflicto armado.
El 22 de diciembre de 1978, los ejércitos de ambos países estuvieron a punto de enfrentarse. La intervención del Papa Juan Pablo II logró que las armas quedaran a un lado a último momento. Finalmente, el 29 de noviembre de 1984 se llegó al acuerdo por el Canal de Beagle en el Vaticano. "Es motivo de profundo dolor y de íntima preocupación el enfrentamiento entre la Argentina y Chile que se ha ido agudizando en este último período, a pesar de las vibrantes invocaciones a la paz formuladas por los Episcopados de los dos países". Corría el 22 de diciembre de 1978, cuando el papa Juan Pablo II realizó un dramático llamado a la paz ante el Sacro Colegio Cardenalicio de Roma, en presencia de los embajadores de las dos naciones en cuestión.La mediación de Juan Pablo II es uno de los sucesos más destacables del siglo XX, ya que fue decisiva la intervención del Vaticano para evitar la guerra.
En 1881 Argentina y Chile firmaron el llamado Tratado de Límites, donde se hizo la siguiente repartición territorial: son argentinas todas las islas que “haya sobre el Atlántico, al oriente de la Tierra de Fuego y costas orientales al sur del canal de Beagle hasta el cabo de Hornos y las que haya al occidente de la Tierra de Fuego”.
Fue necesario formular un Protocolo Aclaratorio debido a lo inconcreta que resultaba esta descripción. Por lo tanto, en 1893, doce años más tarde, ambos países firmaron el documento adicional al de 1881, en el que se establecía la soberanía dicotómica sobre los océanos de los dos Estados; “Chile no puede pretender punto alguno hacia el océano Atlántico, cómo tampoco la República Argentina hacia el océano Pacífico”.
El protocolo de 1893 no resolvió los conflictos yaque ambas partes mantenían sus tesis. Las relacionesargentino-chilenas pasaron por un momento crítico quellevó a los dos países a realizar preparativosbélicos. En Argentina se estimaba que el protocolohabía dado solución a los problemas de lademarcación. En este orden de ideas Argentina habíarenunciado a la posibilidad de contar con puntos sobre elOcéano Pacífico a cambio de queChile abandonara su tesis de la divisoria continental deaguas.En 1896 se trató de resolver un conflicto mediante un tratado en el cual las partes sometían sus divergencias al fallo del Gobierno de Su Majestad Británica. El primer paso estaría a cargo de peritos designados por los países enfrentados, por parte de Argentina, Francisco “Perito” Moreno.
Ambos estados contaban con percepciones diferentes sobre donde se dibujaban las líneas divisorias entre el Pacífico y el Atlántico (detalle en la imagen). Por un lado, Chile considera que el Pacífico avanza a través del canal de Beagle y se extiende hasta su paralelo norte, es decir, abarca todas las islas hasta su desembocadura, en Punta Orejas, al este de Isla Nueva, la más oriental disputada.
Los avatares de la diplomacia entre Argentina y Chile por el Canal Beagle fueron muchos, desde que comenzó esta disputa, a fines del siglo XIX. Pero para remontarnos al conflicto de los años 70, debemos comenzar nuestro relato con la firma del Acuerdo sobre Arbitraje en el Beagle del 22 de julio de 1971, en Londres.
El Acuerdo sobre Arbitraje en el Beagle era un compromiso arbitral que solicitaba la determinación de los límites argentino-chilenos en el canal Beagle y la adjudicación de las islas Picton, Nueva y Lennox e islotes adyacentes. Asimismo, designaba al Gobierno de Su Majestad Británica como árbitro de la disputa limítrofe, pero éste a su vez debía nombrar un Tribunal Arbitral de cinco jueces de la Corte Internacional de Justicia.
El fallo de la Corte Arbitral llegó seis años después a través del Laudo Arbitral de 1977. El mismo otorgaba a Chile las islas Lennox, Nueva y Picton, ubicadas en el canal Beagle. Mientras el gobierno de Pinochet se apresuró a reconocer el fallo, no ocurrió lo mismo del lado argentino, pues el fallo le permitía a Chile la proyección en el Atlántico, tan temida por los sectores nacionalistas argentinos. El gobierno argentino expresó sus reservas a la decisión arbitral.
Los integrantes de la Junta Militar argentina decidieron postergar la declaración de nulidad del fallo, se propusieron negociaciones bilaterales directas con el régimen de Pinochet y así resolver las diferencias respecto de la delimitación de jurisdicciones marítimas en el canal Beagle (rechazando los fundamentos del laudo que le otorgaban proyección atlántica a Chile). Pero el gobierno chileno se aferró a lo establecido en el laudo.
La tensión comenzaba a hacerse presente en la región del Beagle. El gobierno chileno instaló puestos de vigilancia y señales al frente de los mismos a oficiales de la Armada. Por su parte, el gobierno argentino ordenó la movilización de parte de la flota naval y de tropas hacia el sur. Posibles negociaciones quedaron truncadas cuando el gobierno argentino declaró nulo el laudo arbitral, el 25 de enero de 1978, pocos días antes de que expirara el plazo concedido a las partes para que la sentencia entrara en vigencia. A pesar de ello, Videla y Pinochet se reunieron el 20 de febrero en la localidad chilena de Puerto Montt, donde firmaron un Acta en la que se comprometieron a continuar con las negociaciones bilaterales. También se detuvieron las actividades militares y se aseguró la libertad de navegación en el área en disputa.
La distensión duró poco. Pronto se escucharon declaraciones belicistas a ambos lados de la cordillera. En junio de 1978, efectivos del Ejército y la Fuerza Aérea argentinas comenzaron maniobras de práctica de guerra en el sur. Asimismo, las embajadas argentinas en el exterior denunciaron una serie de incursiones aéreas y tareas de movilización terrestre de efectivos de las Fuerzas Armadas chilenas.
A pesar de estos incidentes Videla optó continuar las negociaciones directas previstas en el Acta de Puerto Montt. Los gobiernos de la Argentina y Chile acordaron que el mediador fuera el Papa, quien envió como representante a monseñor Antonio Samoré, para mediar entre los gobiernos. El 12 de diciembre de 1980, el Papa Juan Pablo II entregó a ambos gobiernos una propuesta de paz. La mediación de Juan Pablo II frenó una inminente invasión militar argentina a territorio chileno. Su fallo fue aceptado por el país trasandino, mientras que Argentina quedó disconforme y dejó caer el plazo. El gobierno de Raúl Alfonsín retomó las negociaciones y aceptó la firma de un acuerdo que se celebró en el Vaticano en una ceremonia encabezada por el cardenal Agostino Casaroli.La delegación argentina fue presidida por el embajador Marcelo Delpech y la chilena por el coronel Ernesto Videla, funcionario de Augusto Pinochet.
El 25 de noviembre del 84, el texto del acuerdo fue aprobado por el pueblo argentino en una consulta popular “no vinculante” que lo avaló con el 82 por ciento de los votos. La consulta popular no estuvo exenta de polémicas, y dividió las aguas en la dirigencia política. De hecho, el peronismo llamó a una "abstención masiva y militante", considerando que el Ejecutivo buscaba desviar la atención de la grave situación económica. Igualmente, el plebiscito del domingo 25 de noviembre de 1984 tuvo una gran participación ciudadana, con el 70,09% de los habilitados para votar. Así, a la pregunta sobre la aceptación del Tratado de Paz y Amistad con Chile el 82,60% contestó "SÍ", triunfando en todas las provincias.
Unos días después, el acuerdo fue ratificado a través de la firma del Tratado de Paz y Amistad, también en el Vaticano, por los cancilleres Dante Caputo, de Argentina y Jaime del Valle, de Chile. Posteriormente, el tratado fue aprobado por el Congreso Nacional y la ley promulgada por el vicepresidente Víctor Martínez. Finalmente, el 2 de mayo del 85, los ministros de relaciones exteriores intercambiaron los instrumentos de ratificación frente a l Papa Juan Pablo II.
El tratado otorgó las islas en la mitad norte del canal a la Argentina, y las islas en la mitad sur a Chile. Además, fijó un límite marítimo que le reconoció al país trasandino todas las islas distribuidas hacia el sur y sudeste hasta el cabo de Hornos.Otorgó, además, derechos de navegación a ambos países en casi toda la zona y le concedió a la Argentina la mayor parte del territorio marino proyectado hacia el Atlántico. De esta forma, el tratado dio por finalizado un extenso conflicto fronterizo que llevó a ambos países a estar al borde de la guerra en diciembre del 78.
Los conflictos fronterizos entre Argentina y Chile no cesan. El Gobierno argentino acusó a su par andino el año pasado de apropiarse de 5.500 kilómetros cuadrados de su plataforma marina. Para Chile, Argentina fija sus límites por las recomendaciones de un organismo científico que “no adjudica derechos entre Estados”. La tensión escaló en el 2020, cuando Argentina convirtió en ley los nuevos límites a su plataforma continental que en 2017 fueron reconocidos por la Comisión de Límites de Plataforma Continental de las Naciones Unidas.
Durante ese proceso, iniciado en 2009, la posición argentina recibió reclamos de seis países. Entre ellos estaba Reino Unido, por sus pretensiones sobre las Islas Malvinas, pero nunca de Chile, un paso que hubiese bastado para que la comisión suspendiese su trabajo sobre la zona que ahora está en disputa.
Han pasado 38 años del fin de la disputa del conflicto del Beagle. Las tensiones entre ambos países por los límites fronterizos continúan hasta el día de hoy. Será de vital importancia para la estabilidad y el futuro de Argentina y Chile mantener la paz en una de las zonas más prístinas del planeta.
|