Médicos internistas de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) reiteran que “ningún consumo de alcohol puede considerarse seguro” y que “el riesgo cero en alcohol no existe” para recordar los “efectos negativos” que esta sustancia puede tener sobre múltiples órganos y sobre la salud en general. En los Servicios de Medicina Interna de los hospitales españoles “hasta 10 de cada 100 pacientes ingresados presentan un consumo excesivo de alcohol”, según se pondrá de manifiesto en la mesa “La Medicina Interna y las Adicciones”, que se celebrará en el 43º Congreso Nacional de Medicina Interna de la SEMI-8º Congreso de la Sociedad Asturiana de Medicina Interna (SAMIN)-8º Congreso Ibérico de Medicina Interna en Gijón y que tendrá lugar del 23 al 25 de noviembre.
Dicha mesa contará con la participación, como ponentes, del Dr. Daniel Fuster Martí, miembro de la Unidad de Adicciones del Hospital Universitari Germans Trias i Pujol de Barcelona; del Dr. Iván Fernández Castro, del Servicio de Medicina Interna del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela (CHUS); del Dr. Carlos Roncero Alonso, del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario de Salamanca y del Dr. Ignacio Novo Veleiro, de la Unidad de Hospitalización a Domicilio del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela (CHUS). La mesa será moderada por la Dra. Candelaria Martín, del Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario de Canarias y por el Dr. Emiliano Torres García, del Servicio de Medicina Interna del Hospital Virgen del Puerto de Plasencia (Cáceres).
En España, en base a cifras disponibles de 2020, existían 44 Unidades de Desintoxicación hospitalaria, descritas por el Ministerio de Sanidad/Plan Nacional Sobre Drogas como un “recurso de alta especialización y carácter hospitalario, destinado a la desintoxicación en régimen de ingreso para pacientes en los que no está indicada la desintoxicación en régimen ambulatorio”. Cabe destacar que el consumo excesivo de alcohol se relaciona con más de 200 enfermedades.
Tal y como recuerda el Dr. Daniel Fuster, médico internista SEMI y ponente en la mesa, “la desintoxicación es el proceso supervisado médicamente en el que el paciente deja de consumir la sustancia que le produce el trastorno por uso (ya sea el alcohol, la cocaína, el cánnabis, opiáceos u otros). En este proceso se mitigan los posibles problemas que puedan suceder durante el síndrome de abstinencia, se puede aprovechar para evaluar la presencia de comorbilidad médica y se puede inducir a tratamiento (ya sea farmacológico o no farmacológico) para prevenir la recaída en el consumo”.
Las principales razones por las que un paciente tiene que ingresar en una unidad hospitalaria serían “la presencia de comorbilidad médica grave que desaconseje la desintoxicación ambulatoria, el fracaso de la desintoxicación ambulatoria previa, el riesgo o historia previa de síndrome de abstinencia grave, el embarazo, la necesidad de estudio de enfermedades médicas asociadas y el poli-consumo de sustancias”.
En cuanto la atención de forma aguda a los pacientes con trastorno por uso de alcohol u otras drogas que ingresan por alguna complicación médica del consumo, cabe señalar que los motivos de ingreso más frecuentes serían: “las intoxicaciones o sobredosis, la abstinencia aguda y las complicaciones asociadas al consumo como la infección de partes blandas, la encefalopatía de Wernicke, la hepatitis aguda alcohólica, entre otras”.
Papel destacado de Medicina Interna en el manejo de las adicciones
El papel de la Medicina Interna y del internista en el campo de las adicciones es destacado, según recuerda el Dr. Fuster, principalmente en tres campos: “la atención de pacientes en las unidades de desintoxicación hospitalaria, la atención de forma aguda a los pacientes con trastorno por uso de alcohol u otras drogas que ingresan por alguna complicación médica del consumo y el soporte a otros servicios en forma de interconsulta o de asistencia compartida”.
El soporte a otros servicios en forma de interconsulta o de asistencia compartida será distinto según la institución y su nivel de complejidad. En un hospital de nivel terciario como el Hospital Universitari Germans Trias i Pujol, la Unidad de Adicciones de Medicina Interna se encarga de la asistencia compartida al servicio de Psiquiatría y recibe también interconsultas de otros servicios. El número de interconsultas es de unas 120 al año, número que ha ido creciendo paulatinamente. La sustancia principal que motiva la consulta es el alcohol en un 53%, seguido por los opiáceos en un 14%, el tabaco en un 10%, el cánnabis en un 7% y la cocaína en un 5,2%.
Cabe señalar también que este tipo de Unidades realizan actividad ambulatoria de pacientes derivados para desintoxicación, de pacientes ya valorados como interconsulta y que necesitan control a medio-largo plazo, así como pacientes en los que la abstinencia es primordial, con especial interés en embarazadas, y en los pacientes con cirrosis hepática, sobre todo aquellos que serán derivados a trasplante hepático.
En la mesa, se recalcará que el internista “tiene capacidad de abordar el trastorno por uso de sustancias como una enfermedad crónica, con un tratamiento específico y con evolución en forma de periodos de estabilidad y otros de recaídas o agudización”.
El manejo del síndrome de abstinencia alcohólica se caracteriza por el uso de benzodiacepinas como el diazepam o el lorazepam en el caso de insuficiencia hepática. Se aconseja también la utilización de tiamina para prevenir la aparición de encefalopatía hepática.
El paciente con adicciones
El trastorno por uso de sustancias es un “problema con predominio del sexo masculino en una proporción de entre 3-4 hombres por cada mujer”. Esta prevalencia puede estar mediatizada por “el mayor estigma en el caso de las mujeres”, que les hace que les resulte “más difícil consultar por este motivo".
Cuando las Unidades abrieron el perfil era el de un hombre joven (de menos de 35 años) con trastorno por uso de opiáceos. El perfil ha ido cambiando con una edad cada mayor, con una edad mediana de 50 años, una disminución de la prevalencia de los problemas derivados del consumo de drogas endovenosas (hepatitis víricas, VIH/SIDA y endocarditis infecciosas) y un papel más relevante del alcohol asociado o no al uso de cocaína u otras sustancias. En este sentido, en los pacientes visitados es mayor la prevalencia de problemas hepáticos asociados al uso de alcohol, de problemas de salud cardiovascular, y un papel creciente de comorbilidad más típica de personas de mayor edad (deterioro cognitivo, cáncer, etc...).
Según recuerda el Dr. Miguel Marcos, coordinador del Grupo de Alcohol y Alcoholismo de la SEMI: "ningún consumo de alcohol puede considerarse seguro y dado que el alcohol provoca efectos negativos en muchos órganos, la Medicina Interna es una especialidad muy relevante para el abordaje de las consecuencias negativas de esta sustancia". En este sentido, recalca que “el único consejo que se puede dar a la población es el de no consumir alcohol por motivos de salud, en el caso de personas que no se hayan iniciado en su consumo; y beber lo menos posible, o no beber, en el caso de las que consuman alcohol”.
El consumo de alcohol en el paciente de avanzada edad
El consumo de alcohol en personas de edad avanzada es, de forma habitual, minimizado tanto por los pacientes como por los médicos. La población de más de 80 años no suele aparecer en los estudios que analizan el consumo de alcohol y desarrollo de enfermedades y su posible relación con complicaciones en esta franja de edad es desconocida. “Algunos trabajos sugieren que entre un 30 y un 50% de la población mayor de 80 años consume alcohol de forma habitual, pero los datos de los que disponemos son escasos y de poca calidad”, indica el Dr. Ignacio Novo Veleiro, internista miembro de SEMI y ponente en la jornada, como se ha comentado con anterioridad.
En el momento actual, las personas por encima de 80 años suponen más de un 4% de la población española y, en la mayoría de los casos, se trata de personas con varias enfermedades crónicas, múltiples tratamientos farmacológicos y que consumen un porcentaje alto de los recursos sanitarios del país. Se sabe que el consumo de alcohol puede provocar interacciones con múltiples fármacos, aumento del riesgo de caídas, desencadenar arritmias cardíacas o aumentar el riesgo de eventos cardiovasculares o hemorrágicos, complicaciones todas ellas frecuentes en personas de más de 80 años.
Efectos sobre la salud
El consumo de alcohol es “factor de riesgo para el desarrollo de múltiples patologías como la cirrosis hepática, pancreatitis, osteoporosis, hipertensión arterial, insuficiencia cardíaca, ictus, demencia y neoplasias, entre otras”, tal y como recuerda la Dra. Candelaria Martín, del Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario de Canarias y moderadora de la mesa. “Por ejemplo, el 12% de todos los cánceres tienen relación directa con el consumo de alcohol. Si además existe consumo de tabaco, el riesgo de desarrollar neoplasias se multiplica entre 10 y 100 veces”, indica.
El tabaco, además de tener una asociación causal directa con determinados tumores, como el cáncer de pulmón, se relaciona con el desarrollo de múltiples problemas orgánicos, siendo los más destacables la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, la cardiopatía isquémica, la enfermedad arterial periférica y el ictus. Por otro lado, “el consumo de cannabis puede incrementar hasta 4.8 veces el riesgo de presentar infarto de miocardio. Se ha relacionado también la aparición de arritmias, muerte súbita, ictus, mayor frecuencia de asma, bronquitis crónica, depresión, psicosis y esquizofrenia”, explica la Dra. Martín.
La cocaína también puede desencadenar arritmias y miocardiopatías, pero la complicación a nivel cardiovascular más frecuente es el infarto agudo de miocardio, que multiplica por 7 el riesgo de sufrirlo, frente a los no consumidores de esta droga. Además, puede producir ictus, crisis convulsivas, abortos espontáneos en embarazadas, perforación del tabique nasal e incluso la muerte del individuo.
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