Mientras el mundo occidental sufre y se conmociona ante la guerra e invasión que Rusia impone sobre Ucrania, un espectáculo se avizora en Qatar por la magnitud del fenómeno producto de los miles de millones de dólares, que se han invertido en las infraestructuras de sus estadios de futbol, como en las exóticas promociones a fines de resaltar las bellezas creadas en ese país árabe. Pocos días faltan para dar inicio al mundial de futbol en Qatar. Mismo que se llevará a efecto entre el 20 de noviembre al 18 de diciembre próximo. El mundo entero está atento y centrara sus atenciones en el desempeño de sus respectivas selecciones nacionales de sus países. Será la 22 edición mundial, en la que participaran 32 selecciones para jugar un total de 64 juegos. ¿Tiene el futbol, un jugador que como símbolo represente a ese deporte? Si han pensado en Messi, en Cristiano, en Benzema, en Mbappe o en Neymar que son estrellas fulgurantesen los últimos tiempos, disputándose entre sí designarse como los mejores del mundo actual para ganarse la medalla o la copa distintiva de la excelencia y mejor, no andan perdidos, pero sí cortos en cuanto a señalar al icono o figura símbolo indiscutible de este deporte en el mundo. Al solo mencionar su nombre por el que es conocido, uno asocia el número diez (10), al brillar con gran esplendor, el haber sido no solo el mejor de todos los tiempos, al destacarse con luz propia durante el periodo en que le tocó ganar, como único jugador, tres (3) mundiales de las cinco (5) que ha ganado su país Brasil, sino por ser la estrella permanente como embajador de la amistad como sello de su integridad como persona. Me he referido a Edson Arantes do Nacimiento conocido como Pelé. Y es que Pelé es el Mozart del futbol, como le llamaron los europeos deslumbrados por su estilo rítmico y elegante en las canchas. Pelé no es un humano cualquiera. Como cristiano confesó humildemente persignarse encomendándose al Señor antes de cada partido, consciente siempre que tenía el deber de respetar el derecho de sus seguidores como buenos hinchas, de no defraudarlos en lo absoluto. Sus adversarios duro le marcaban y más duro por ser él. Una vez le preguntaron: ¿Tienes miedo a eso? “Creo en Dioscon alta Fe. Y Dios me protege”. Su vida deportiva fue intachable. Sus fintas, pases, goles y malabares eran producto de sus excelentes habilidades. Era todo un deportista. Nunca acudió a mañas tipo “mano de Dios” para destacar. Ni a drogas ni exhibicionismos publicitarios con gente de poder en los poderes. Fuera de la cancha, fuera del campo de juego, su comportamiento ha sido el de un buen hombre a emular, por ser digno de su grandeza. Ha sido y es todo un icono del futbol. El mejor de todos los tiempos. ¡O Rei Pelé!
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