Cayo Verres (120 a.C. 43 a.C) fue un político romano conocido principal y especialmente por su tiránico gobierno en Sicilia. En el año 74 a. C. consiguió la pretura mediante sobornos. En este cargo abusó de su autoridad invadiendo las competencias de otros colegas magistrados sobre los que no tenía ni se le podía reconocer poder oficial.
Consiguió, valiéndose de artimañas, el gobierno Propretorio de Sicilia. Isla rica y próspera por ser una de las productoras más importantes de trigo de Roma. Era un pueblo próspero y sus habitantes gozaban de gran felicidad. Bajo el gobierno de este tirano, experimentaron la miseria y la más desolada necesidad, tanto que fue peor que durante la segunda Guerra Púnica, o la recién pasada guerra civil entre Mario y Sila. Se arruinaron los cultivadores de trigo por los altísimos impuestos exorbitantes. Los abusos y arbitrariedades de este inicuo sujeto motivaron las famosas Verrinas de Cicerón que, al igual de las Catilinarias, son una diatriba contra este nefasto individuo, al que acusa de cobrar impuestos excesivos e injustos en provecho propio y de abuso de autoridad, que ocasionó la ruina de muchos comerciantes honrados. Yo no creo en la meten Psicosis, o transmigración de las almas, como los antiguos egipcios o los actuales indios asiáticos, pero, como no tengo conocimiento suficiente de esta teoría religiosa, posiblemente haya un resquicio por el que un alma errante busque un cuerpo en el que introducirse y, ¡mira por donde! el espíritu de Verres, tras siglos de estar vagando por un tercer plano, ha encontrado refugio en el cuerpo de nuestro nunca bien “ponderado”y “amado” Pedro Sánchez. Como el paralelismo de Pedro Sánchez y Verres es tan concomitante, espigaré alguna de las diatribas, no todas, las más representativas, que Cicerón lanzó contra el pérfido Verres. Las pondré en latín con su correspondiente traducción al Español. Que cada lector saque sus conclusiones:
-Perdita civitates, desperatisiam omnibus rebus, hossolent exitus exitialis habere: Los pueblos que ya no tienen solución, que viven a la desesperada, suelen tener estos epílogos letales. -Vincti solvantur: se libera a los presidiarios. -Exules traditores Patria ereducantur: se hace regresar a los exiliados traidores a la Patria. -Res iudicata rescindantur: se invalidan las sentencias judiciales. -Haecubieveniant, nemo est qui ullamspemsalutis reliquam esse arbitretur: donde esto acontece, nadie hay que confíe en esperanza alguna de salvación. -Ruereillam rem publicam: eso es el colapso total del Estado. Esto fue escrito en el año 70 a.C., ¿Se puede dar mayor paralelismo? ¿Hay algo de más actualidad que este texto ciceroniano del 70 a. C.? Seamos algo más optimistas que el orador latino, ya que esperamos y confiamos en que el dignísimo pueblo español tenga "alguna esperanza de salvación", superando, como antaño se superó, la tropelía de quienes presuntamente ostentan el poder de forma parecida o semejante al gobernador Verres. César cuando fue apuñalado, le preguntó a Bruto: Tu quoque fili mi, ¿También tu hijo mío? Este contestó: Sic semper tirannis. Así terminan siempre los tiranos. Hoy la pena de muerte física no está admitida en España, pero sí la política con la que los electores pueden acabar en las urnas con el tirano. No hay necesidad de más consideraciones.
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