Desde que aprendí a soñar, pienso vivir un nuevo mundo. ¡Soñar es vivir lo deseado! Más desgraciadamente, la realidad de los intereses, me hace reconocer con suma preocupación que la atención de la ciudadanía mundial, se centra en los estruendos que retumban ante los daños y consecuencias que provocan los hechos y fenómenos sociales y políticos que ocurren por las continuas y periódicas guerras; escándalos por corrupciones estatales, como el tsunami Odebrecht originado en Brasil; vivencias negras u horribles por narcotraficantes o caprichos políticos e ideológicos. “Voy bajo tempestades y tormentas, ciego de ensueño y loco de armonía. Ese es mi mal. Soñar”.
Urge escuchar los pasos y ver las huellas de los líderes y estadistas de las naciones en la historia de sus destinos. Charles De Gaulle decía: “Sin grandes hombres no se consiguen grandes acciones. Los grandes hombres poseen esa grandeza porque tuvieron la voluntad de acometer grandes acciones”. Sin embargo esto último que he indicado, pareciera que poco le fascina a la mayoría de lectores, por lo que los escritores limitan o del todo atinan referirse a este tema, asunto que en esta oportunidad nosotros sí lo haremos empezando por decir que Jefes de Estado abundan que hacen mucha bulla en base la importancia e influencia de la economía de sus paises, pero líderes son escasos, porque esos son hombres especiales que en principio están revestidos de valores éticos y morales con virtudes visionarias en grado extraordinario; cualidades de ser grandes hombres en el bien y destino de sus naciones o de causas trascendentales.
Hombres y mujeres con esas naturalezas ha de indicarse son grandes por su firmeza, asunto que redunda en que la estrella que les asiste en las victorias que obtienen al hacer valer sus voluntades, estos provocan cambios que revolucionan las realidades. Sus actitudes positivas son vitales e imprescindibles en las grandes acciones y proyectos emprendidos.
Los líderes escalan cumbres, de ahí que son capaces de no solo de ascender sino de mantenerse en las alturas de las circunstancias por muy adversas que le sean las posiciones, y con visión de transformar lo nebuloso del hoy, en un azul bello de mañana. En gran manera la grandeza de esos personajes es que el poder, que a la larga embrutece al más pintado, a ellos no los ata ni los ancla, al contrario ello les permite poder observar lo grande del bosque y la inmensidad del mar, animándoles el mañana como futuro promisorio. Ante la complejidad de las adversidades de las realidades grises que ellos se empeñan en transformar, la astucia y la institución por mucho que sean virtudes poco atractivas o silenciosas son propiedades en sus seres, en mucho esenciales a las que deben acudir para hacer prevalecer y mantener el brillo de sus estrellas que le iluminan. Lo típico es que estos personajes es que sobresalgan nadando contra la corriente, convenciendo y conmoviendo.
Pero ustedes amigos lectores se preguntaran, ¿que motiva hacer referencia a este tema? Simple, que anhelo que esos personajes y principalmente sus huellas sea en la realidad lo cotidiano y lo sonoro en las noticias en todos los paises en donde con alegría disminuya sustancialmente la miseria y el hambre. Que la honestidad en el orden público sea el sistema que prevalezca y no la corrupción. Que la justicia y la justicia social y la educación sean los intereses primordiales en la gestión de los gobernantes y que como servidores públicos sus intereses velen no solo por el bienestar de los de hoy sino de las nuevas generaciones.
Nuestro espíritu es que en la actual realidad prevalezcan voluntades, acciones y luchas de líderes como en el pasado lo hicieron el Libertador Simón Bolívar en América, Miguel Hidalgo y Benito Juárez en México, Georges Washington y Abrahán Lincoln en EE.UU., Konrad Adenauer en Alemania, Winston Churchill en Inglaterra o Charles De Gaulle en Francia; personajes cuya grandeza se valoraba y que históricamente se les reconoció por su espíritu patrio y la fe firme del bienestar de sus conciudadanos en el mañana.
A Ramón y Alid, hasta Caracas, con cariño
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