Para aclarar de inicio, porque ya sé que los libros religiosos tienen defensores bastante histéricos e impulsivos. Veamos: Según la RAE, definición de psicopatía:
Tb. sicopatía. De psico- y -patía. 1. f. Psiquiatr. Enfermedad mental. 2. f. Psiquiatr. Anomalía psíquica por obra de la cual, a pesar de la integridad de las funciones perceptivas y mentales, se halla patológicamente alterada la conducta social del individuo que la padece.
¿Quién no conoce la definición popular de psicópata? Aquel que realiza actos aberrantes hacia otros seres humanos (añado yo, también a los no humanos): violaciones, actos crueles y crímenes de toto tipo, sin que después de ejecutarlos el agresor sienta remordimiento alguno y, por encima de ello, desea seguir matando y torturando porque le gusta, lo disfruta, es su leitmotiv, claramente.
Así, ese "Señor", el Dios de la Biblia, es un psicópata de manual. Alguien que disfruta mintiendo, manipulando y agrediendo, causando terror a diestro y siniestro. Vive y disfruta en el conflicto y no en la paz, le fascina mantener a cuanta más gente aterrada ante su existencia y haciendo lo que él ordene, lo que se le ocurra, por caprichoso y estúpido que sea. Ególatra como pocos, durante toda la etapa en que transcurren los hechos narrados en La Biblia, este tipo aparece sin cesar en las vidas de todos haciendo y deshaciendo, pidiendo y exigiendo, y ante el menor error ante su poder supremo (sobre el que se erige y deja claro en todo momento), no duda ni un instante en machacar de la peor forma a quien sea.
No haré largo este artículo, al menos lo intentaré (pero la cosa tiene tela que cortar, y mucha). Como lector voraz desde que era pequeño hasta la actualidad en que tengo 53 años, he leído miles de libros de todos los temas. Mas, como se lamentó Marañón, qué duro es morirse con la de libros que le quedan a uno aún por leer, nunca leeremos todos los libros adecuados e interesantes. En nuestras lecturas dejamos siempre "para más adelante", "para el momento adecuado", algunos libros que consideramos por lo que sea pesados y/o difíciles.
Ejemplo, el Ulises de Joyce (que lo leí hasta su cuarta parte hasta que dije: "intenta tomarle el pelo a tu padre, muchacho!, y lo cerré), Rayuela de Cortázar, las densas pero bellísimas en poesía epopeyas de Homero (en las que estoy, página a página, pero empachado de tanta fantasía infantil que contiene igual crueldad misógina y especista que La Biblia, por cierto) o, en el caso que nos ocupa, "La Biblia". Respecto a este libro, he picado a trozos durante una época u otra, sin considerarlo santo, claro (no sólo soy ateo sino que soy antirreligiones, por considerarlas nocivas, lógicamente, para la salud, para el pensamiento crítico; son artefactos de adocenamiento y estupidización colectiva; no es que lo opine yo: la prueba, examínese sociológicamente cómo va el mundo humano dejando los asuntos importantes en la petición de un rezo ante un ser invisible, la locura colectiva es muy nociva cuando ven lo que no existe y no ven lo que sí existe y es importante); sólo, La Biblia, es un libro que debe leerse por su importancia. ¿Qué importancia? La de que su contenido atraviesa y enraíza con vigorosa raíz, nada menos, que toda la cultura popular y académica (diría) occidental y en buena parte, mundial. Hasta niveles insospechados, lamentables, nuestro lenguaje, la forma de comportarnos, de ver el alrededor, ¡en casi todo está metido este libro! Hace poco tiempo decidí entrar en el librito famoso, por fin, para confirmar, como he hecho, hasta qué punto está lleno de terror deliberado este que yo llamo manual para psicópatas.
Quede claro que este texto lo realizo desde el análisis relajado, sin grandes pretensiones más que la más importante: la de ser libre opinando sobre él, además me mueve el sentido de justicia. No para uno de escuchar que este libro es santo, que mueve los buenos sentimientos y que es como un manual de ser bueno en el mundo y entre los humanos. ¡Cuando es todo lo contrario!
En "La Biblia" aparecen sin cesar relatos de acoso continuado por ese Señor (Dios de los cristianos) que como un viento o un ser invisible baja las narizotas de los cielos y con voz horrible manda y ordena las cosas más dispares, siempre espantosas, a sus fieles. A los primeros cristianos que trajeron hasta la actualidad lo que llaman "el verbo" santo, a los primeros Patriarcas (siempre tíos, todo tíos, La Biblia es el libro machista por excelencia, junto con El Corán, claro, que abordaré más adelante), en fin, es un sin cesar de acoso y derribo de ese Señor que a las pocas hojas de lectura del Génesis ya te cae mal, pero muy mal, y a los distintos personajes que van apareciendo en la narración de hechos de La Biblia, son sometidos a agresiones, a maltrato continuado por ese Señor, amenazas y condenas lacerantes, desproporcionadísimas y sádicas (no encuentro otra forma de definir tanto castigo a tantas personas por siempre un quítame allá esas pajas, y de pajas que no existen en general más que en la mente de ese Dios, me recuerda a mi padre cuando se inventaba que mi madre había tardado mucho en volver de comprar el pan y gritando le decía "puta" y que si había estado ligando con el que vendía el pan).
La Biblia no es como se cree y dicen un libro de paz, es un libro de gran horror que a su lectura sólo nos entran ganas de lanzarlo a una acequia. Ese tipo que se hace llamar "El Señor" no cesa de mandar cosas, la mayoría arbitrarias, muchas de ellas tan estúpidas y sin sentido que uno entra en carcajada, como cuando en el Levítico exige: "No os cortaréis en redondo el pelo de vuestra cabeza ni os afeitaréis los bordes de la barba". Estamos, aquí, no ante un moralista sino ante un esteticista, un modista casi. No es un hombre bueno y humilde y respetuoso, es alguien que impone, mediante intimidación siempre, advierte de martirios que luego ejecuta sobre quien "le ha fallado", con creces dichos castigos. La letra con sangre entra, no con respeto y amor. El Dios de la Biblia es el del látigo siempre. No existe una gota de amor en ese libro obstinadamente repudiable.
La Biblia es un relato de masacres horribles realizadas por un Dios espantosamente malvado, que no tiene piedad alguna ni, en consecuencia, empatía. Que como todo psicópata de manual, como cualquier maltratador de manual, tiene un ego tremendamente descomunal, se ama a sí mismo y si siente que le han traicionado en las órdenes innumerables y tantas que es imposible recordarlas, castiga y lo hace sin miramiento alguno. Con fuego, con lluvias de granizo, usando a las masas para que apedreen a mujeres o las quemen vivas, para que maten a niños y ancianos, a cualquiera que ose equivocarse en sus peticiones desde el cielo (tiene cojones), en un itinerario de cosas que uno en su vida tiene que realizar siguiendo los dictados de ese tipo repelente, sin cuestionarse si está bien o mal lo que aquel le pide, sólo por acto de fe.
El elixir de la larga vida, señores. Aquí dentro está. Lo analizamos y dentro de la botella sólo hay agua. Pero ojo, si el tipo que lo vende se entera de que lo vamos diciendo por ahí, nos ventila con sus cien matones a sueldo de infiernos prometidos.
Como en una moderna y grande secta destructiva, ese tío del cielo lleva a palos a sus fieles y los tiene atados a su cerca mediante la mentira, el terror y la adoración (esta última estratagema poco comprensible por quien escribe). Les ordena matanzas de animales para su placer, que copulen con las mujeres que él decida, que vendan o maten a sus hijos, que abandonen sus casas, la lista de maltratos que el Dios de La Biblia somete a los cristianos es tan larga que no creo haya un catálogo de horrores semejante en esta nuestra realidad actual. Y eso que el humano y sus naciones y patrias y guerras y gobernantes y estupidez ha generado tanto dolor en esta tierra que debería ser considerada la especie humana non grata en ninguna galaxia con vida sea la que sea.
Este tío (Dios, el Señor) que se entromete en todas las cosas de los personajes que van apareciendo en ese libro inmundo que denominan santo, no da descanso alguno al lector. Las destrucciones de comunidades, pueblos y la tierra por completo con todos sus habitantes, humanos, no humanos y vegetación, cielos y mares, se dan como si fuera un cuento moralista que de moralista tiene lo que "Los cantos de Maldoror", donde un narrador en primera persona se muestra igual de malvado que el "Señor" de La Biblia, aunque con menor poder de acción. La Biblia es un libro oscuro y feo, un pozo de infección. Si se vendiera como obra literaria, sin más, se puntuaría, sin más. Yo diría que por ejemplo pasajes como el Apocalipsis son maravillosos desde el punto de vista literario, o el Cantar de los cantares, aunque opinaría que es excesivamente largo, desde mi punto de vista, en lo literario, cortaría la mitad del texto que lo compone, por repetitivo, confuso e innecesario en el objetivo de la obra. En definitiva, si yo fuera editor y La Biblia se me presentase como un libro de prosa poética, que es básicamente lo que es, no lo editaría como está: aconsejaría al autor que haga economía de texto, una gigantesca poda; por otro lado, es tan repetitivo, insisto, que ni como libro literario creo se sustentase remendándolo como se le remendase.
Atendiéndolo como libro religioso, esto es, pensando en eso que dicen de que está inspirado por "Dios", no entiendo cómo tanta gente lo lee en el mundo gratamente y dice de "La Biblia" que es un libro edificante, la lee a fragmentos cada día, que les son de guía. ¿Guía de qué?
Cosas como las siguientes, que atestan el libro, con su abyecto gore, sinsentido y malevolencia, ¿son referente y ejemplo de acto y hecho para alguien?: Por ejemplo primero, ya en el Génesis nos encontramos con un relato asqueroso y que te expulsa de todo punto, por su abyección. Ese tipo (el Señor) crea a un hombre y a una mujer. Les dice que no coman de un árbol, por sus cojones, ¡ahí tú! Entonces, oh sorpresa!, quien come una manzana es la mujer (la mujer, claro, la tonta y la mala, la incontenible, para el cristianismo). Entonces ese al que no se le escapa nada (debe andar volando en ala delta o poseer, ya en ese tiempo, cientos de drones), descubre que la Eva se papeó una manzana cherry. Y aquí viene lo bueno, Adán, ¡será cobarde y mísero!, traiciona a Eva y se chiva al Señor. El cual, dolido porque Eva se papease la cherry, la condena, pero no a una semana de servicios sociales y una multa de 20 euros al día, no, a sufrir con la menstruación durante toda su vida y a parir con dolor. ¡Toma morena! ¡Te jodes! ¡Qué libro más hermoso y qué Dios más adorable! Y bueno, Adán es peor que estos periodistas del corazón que si se te arriman a pedirte el mechero te graban hasta los eructos, a ver si pueden sacar dinero más tarde con ello. Un truhan el Adán, una banda el Señor y él, qué panda.
En el Levítico ese Señor dice cosas como esta: "No tendrás relaciones con una mujer durante el periodo de su menstruación". O sea, te jodes con la menstruación, que tendrás cada mes, y dolorosa, y encima, por ella, eres sucia porque también Dios dice que: "quien se acueste con una mujer con menstruación quedará impuro".
También advierte: "No te acostarás con un hombre como se hace con una mujer; es una acción infame". Juzgue el lector mismo lo anterior, porque viene más matraca: "Si uno se acuesta con una mujer que pertenece a otro como esclava y concubina sin que haya sido rescatada ni puesta en libertad, será castigado; pero no con la muerte, pues la mujer no era libre. Ofrecerá al Señor a la entrada de la tienda de la reunión un carnero en sacrificio por el pecado." (Lo de la petición de holocaustos de animales para su alegría y agrado es tan constante en La Biblia que uno siente ganas de cortarse las venas a la altura de los tobillos, de verdad, es un libro que te expulsa a cada página.)
Digo que es un maltratador de manual ese Dios de La Biblia porque tiene en sí todos los elementos del carácter del manipulador, maltratador y del psicópata. En este caso que muestro, se verá que al Señor le importa más su estatus y ser que las muertes de los niños: "Cualquier israelita o extranjero residente que entregue alguno de sus hijos a Moloc, será castigado con la muerte (...). Yo me volveré contra ese hombre y lo extirparé en medio de su pueblo, por haber entregado un hijo suyo a Moloc manchando mi santuario y profanando mi santo nombre."
De cojones: Traslademos esto a el ejemplo siguiente: un hombre protesta porque un vecino a matado a sus hijos en su propia casa, y no 'en honor' a él sino a otro dios, y encima manchando el honorable nombre de su casa y el suyo, con la muerte de los críos.
No se anda con chiquitas, ese buen Señorito, en el Levítico 21, avisa de que "Si la hija de un sacerdote se deshonra y se hace prostituta, deshonra también a su padre; será quemada viva." Toda un alma cándida ese Dios, madre mía. Para invitarlo a comer.
He leído con profundo aburrimiento la mayoría de los pasajes de La Biblia, que abunda en nombres a miles que hacen bostezar a las ardillas jóvenes.
Como dije, el "Apocalipsis" me parece un texto magnífico (sin pensar en su abyecto fondo) que cumple a la perfección la función para la que fue creado: para infundir el terror más espeluznante en el lector u oyente de su texto dicho en oratoria, para que acepte todo mandato por absurdo que sea del Señor, ya que si no es así le sucederán, nos sucederán a todos, los calvarios y pesadillas dantescas que se encadenan y avanzan en ese relato de destrucción, crimen, derramamiento de sangre y maldades que el Señor, de morros hasta las trancas cuando ya por enésima vez (como se queja todo maltratador) no se le ha hecho caso y usa la violencia "porque tú me obligaste a ello": con el Apocalipsis se cierra un libro lleno de avisos y amenazas para incautos: dice así: o me sigues o morirás, y de la peor forma.
O conmigo o contra mí. Y yo poseo todo este poder de destrucción (en el Apocalipsis se ve ese Poder, nada menos que el Poder de dejar sin vida ni planetas, ni tierra donde poner pie, el firmamento). Es aquello de "Mari Carmen, que vengo con hambre, espero que la comida esté puesta ya en la mesa a mi gusto; ahora, como esté salada, sosa, frugal, abundante, demasiado colorida, demasiado opaca, si no es, en definitiva, de mi exacto exacto gusto y capricho cambiante e inquieto como el andar de un niño de dos años, te lanzo por la ventana con el plato por sombrero, por impura, indeseada, mema, enana ante mí y no merecedora de mi grandeza, la de tu amo, tu Señor, tu Dios. Amén.
Ese Amén dicen los 2.400 millones de seguidores de este libro cuando algo de él es leído íntima o colectivamente en cualquier parte del mundo.
El número de mujeres asesinadas por violencia de género en España asciende a 38 en 2022 y a 1.168 desde 2003. En lo poco que llevamos de 2023 ya van 8 mujeres asesinadas por violencia de género, y eso que aún estamos pasada levemente la mitad del mes de enero. Interior registra un aumento del 70% en los delitos contra la orientación sexual en España. Se calcula que aproximadamente 345 millones de animales no humanos mueren al día en el mundo, a lo que hay que añadir unos 90 millones de toneladas de peces que son sacados cada año. Todo esto a consecuencia del especismo heredado culturalmente gracias a libros como "La Biblia" y a filósofos como Descartes, continuadores del animal como cosa, como juguete que chilla sólo por mecanismo no sensitivo. En "La Biblia" Dios pone a los animales en la tierra por debajo de la supremacía del animal humano.
Todo es deliberado en La Biblia. Aunque nos caguemos de la risa con ciertos pasajes que de tan graves que buscan ser y por tanto se ven delirantes, el resultado es la hilaridad, lo cierto es que este libro es un artefacto pensado, y muy bien pensado, para mantener a la humanidad bajo un yugo: el del pensamiento mágico, que es lo contrario al pensamiento crítico, el libre. Así, se impone una escala de importancias y de privilegios que ostentan los grupos más favorecidos. La cosa va así: Primero Dios y sus deseos cambiantes como los de un medio tonto y cruel emperador romano, que hay que acatar por muy imbéciles y maléficos que sean; después los hombres, no "hombres" dicho como humanos, sino hombres por encima de las mujeres, que valen menos. Después valen menos los que no tengan una orientación sexual bien vista por ese Señor, la heterosexual. Y los que menos valen son las demás especies, los animales no humanos, esos no valen nada. Sólo sirven para contentar a ese Dios realizando sacrificios con ellos para que él baile contemplando su poder de mando entre las nubes sea perfecto.
Eso sí, tiene una cosa buena para los cristianos serlos: al parecer, si confiesas tus crímenes y te arrepientes de ellos, voilá, ¡serás perdonado! ¡Sin condena! (Al menos es así como va la película en el presente de los cristianos y su relación con el librito.)
Es, pues, este libro, como digo es el perfecto manual del malvado y del maltratador. En sus páginas podemos aprender cómo montar una secta, grande o pequeña, cómo manipular, con hilo grueso o fino, cómo pedir cariño ejerciendo dolor y torturas... Todo lo peor se puede aprender en La Biblia. El libro perfecto para los bandidos y los malvados, en sus páginas encontrarán espejo a sus conductas; por eso tanta gente se rinde ante esta obra: porque el que más el que menos, ha cometido errores, actos crueles y mucho más. Entonces dice (como el que se proyecta y desea ser como el influencer moderno que los jóvenes adoran en las redes): si este hombre siendo como es: un malo malísimo, y ha logrado triunfar y ser adorado por millones, yo, habiendo hecho mucho menos mal, puedo encajar entre los hombres (sí, entre los hombres, que este mundo y el de La Biblia es para los hombres), y no sólo eso, puedo perfeccionar mi maldad, mi malevolencia, mis formas de manipulación. Para todos estos: ¡Viva la Biblia!
Yo no pediría la prohibición de La Biblia, aunque lo considero un libro que debería ser condenado por los innumerables delitos de odio que contiene en sus hediondas páginas. Pero sí yo poseyera una librería, lo pondría bien oculto, como si me entran ejemplares de "Mi lucha" de Hitler, que se sigue editando y se sigue comprando, también las pondrían no a la vista, por vergüenza y por no complicidad con lo peor de nuestra historia y acervo.
Nietzsche dijo en "El Anticristo" que para acercarse a "La Biblia" había que ponerse guantes en las manos, para no ensuciarnos. Tenía toda la razón. Pero no guantes de jardinero, no. Sino de poli antidisturbios o de boxeador. Que ese tío es muy chungo. Chungo de pandereta pero chungo.
|