Cuando Dina Boluarte juró como presidenta, ella dijo que su mandato iba a durar hasta el 28 de julio del 2026. Luego, este fue recortado al 2024 y ahora, en su último mensaje, demanda que ella se vaya al final del 2023. De los casi 44 meses que inicialmente demandó cumplir, ahora pide que solo le dejen gobernar 11 más.
Lo que ella debe hacer es dejar de pretender recortar su mandato como si fuera un salchichón, si no dejar este de un solo sopetón. En ningún sistema democrático (tanto en el Perú, como en Sudamérica) que se haya basado en el sufragio universal ha habido alguien quien entre a sus 8 semanas en la presidencia con un rechazo de más de 3 de cada 4 electores y con más muertos que días de gobierno.
El desacreditado Congreso que hizo una vacancia ultra-exprés contra el presidente más votado de la historia peruana no quiere discutir una vacancia contra ella. Antes sacaron a Castillo sin debate, sin derecho a la defensa, sin circular una moción escrita, con el autor de esta última como mesa nada imparcial y sin que se haya dado la cantidad de votos necesarios, como estipula el reglamento. A pesar de que Boluarte ha hecho crímenes de lesa humanidad, el parlamento la ampara, la fiscalía no le hostiga y la policía no allana su domicilio ni la detiene (como pasó con Castillo).
Dina no solo debe irse, sino también ser sometida a un proceso legal, como el que ha llevado a Jeanine Añez a la cárcel en Bolivia. Ella dice que su salida no solucionaría la crisis, pero sí ayudaría a hacer caer una dictadura policiaca militar, ilegal e inconstitucional, a que se adelanten las elecciones y a poder dar paso a una asamblea constituyente con plenos poderes, la misma que es la única que hoy puede reorganizar al país y resolver todos los problemas constitucionales pendientes.
El fujimorismo le hizo la vida imposible a Castillo, acusándolo de inepto y corrupto, pero Dina es peor. Gobierno contra el programa y el electorado con el cual ella llegó a ser vicepresidenta. Se ha subordinado a los mayores ladrones de recursos naturales. No hay nada que Dina pueda hacer para mitigar el repudio popular. Debe irse, ya.
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