Estoy muy sorprendido de que todo el mundo se haya sorprendido por el talante con
que Ada Colau despachó a los dos militares que se le acercaron a cumplimentarla
cuando la alcaldesa llegó al Pabellón de Feria Barcelona, donde se celebraba el
vigésimo segundo Salón de la enseñanza. Ignoro por qué se ha escandalizado la
gente. A mí no me ha causado la menor extrañeza su proceder. Hay personas que son
muy previsibles, y Ada Colau lo es. Teniendo en cuenta sus antecedentes de activista
social vinculada al movimiento okupa, de ella, ¿Se podría esperar una forma de
comportarse diferente?
Es conveniente señalar que el Salón de la Enseñanza es una muestra especializada,
cuya finalidad es mostrar las diferentes opciones de futuro existentes para ayudar a los
estudiantes en la toma de la decisión de qué carrera profesional elegir, y los dos
militares, que con toda dignidad soportaron la actuación de la alcaldesa, se acercaron
a saludarla como un acto de pura cortesía, pero no estaban allí gratuitamente, sino
porque las Fuerzas Armadas españolas tienen un stand en dicha feria, para ofrecer
una salida profesional a muchos estudiantes, stand que por cierto, constituye un
rotundo éxito.
Durante la transición se consensuaron muchas cosas, pero entre ellas, no el modo de
interpretar nuestra Historia, tanto la antigua como la más reciente. Por otra parte, no
sé si alguna vez ha habido alguien que tuviera el deseo de enseñarnos a valorar la
grandeza de esas páginas amarillentas, en las que con renglones torcidos, está escrita
la epopeya de nuestro devenir a través de los tiempos. Y es una realidad, que no se
puede amar aquello que no se conoce. Por ello entiendo —no digo que comparta— la
postura de la Alcaldesa de Barcelona para con nuestras Fuerzas Armadas.
El activismo, como instrumento para fomentar la agitación social, no es la Facultad
más propicia para conocer y poder apreciar la nobleza, dignidad y honor de soldados
como por ejemplo el almirante Blas de Lezo, protagonista de la hazaña militar
española más importante de toda la Historia. Este militar de inconcebible valor, derrotó
en Cartagena de Indias a una flota británica, cuya magnitud, no volvió a verse
surcando los mares hasta que se produjo el desembarco de Normandía. Considerando
la fiereza de aquella batalla, me pregunto si algún nacionalista separatista de nuestros
días, se atrevería hoy a afirmar que este bravo vasco, nacido en Pasajes, no era
español. Pero claro, estas heroicas páginas que ponen de relieve la grandeza de
nuestro acontecer histórico, no es fácil aprenderlas en las comunas okupas o
acosando por las calles a aquellos a los que ideológicamente se trata de anatemizar.
La historia de España está plagada de héroes silenciados por la utilización ideológica
de una izquierda que sigue anclada en las trincheras de una guerra civil que se niega
a cerrar. Y ello, porque al carecer de propuestas de futuro válidas para la sociedad del
siglo XXI, sigue fondeada en las contaminadas aguas de los rancios y tópicos
postulados del siglo XIX.
En el transcurso de la historia, las páginas escritas por nuestros soldados están
repletas de hechos heroicos ejemplares, que o son desconocidos, o silenciados
intencionadamente a causa de nuestras mohosas contiendas ideológicas, en lugar de
servir para enorgullecernos de aquellos que a diario dan su sangre por amor una
Patria a la que muchos desprecian, pero que carentes del honor, la disciplina y la
dignidad de nuestras fuerzas armadas, no tienen el menor embarazo en utilizar en
beneficio de sus mezquinas ambiciones.
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