El hijo quiere mucho a sus padres, mas no tanto como los padres a ellos. Por lo general, el hijo abandona a sus padres en libertad en busca de su destino, y así formar su hogar con la mujer de su sueño, a fin tener una felicidad diferente y poder reproducirse, deseando ser en su nuevo núcleo familiar como lo fueron sus padres, y si regresan es ante una obligación o necesidad ineludible. Los padres siempre desean tener cerca a sus hijos, al ser siempre ellos sus niños, la satisfacción y orgullo.
Si algún don poseo, es reconocerme tal como soy, en persistente búsqueda de conocerme DIOS lo quiera A MI MISMO; pretendiendo ir hacia el porvenir, asido de la mano de mis hijos animado por el empuje de mi amada esposa.
Consciente soy que si quiero disfrutar en el mañana pro domo mea (en beneficio mismo) de los hijos que luchan por ascender y progresar por su futuro, hay que animarlos a dejar la sima para verse en la cima dejándoles bañarse limpiándose de toda mediocridad intelectual, cuando intenten cruzar el rio, no importando se mojen el fundillo, siempre que los vea sedientos de dar a saber sus caprichos y novedades que engrandezcan sus almas, sus espíritus y sus culturas.
Por otro lado, al afrontar las realidades, consecuencias del pretérito mucho influye, saber y creer: "que cualquier tiempo pasado fue mejor", y que el futuro porvenir alegre y rico, estará en el accionar de la juventud, y ellos serán los salvadores del mañana. Cabe que esta juventud ejercite con sano juicio sus virtudes primaverales, estudiando con responsabilidad al transitar el sendero de su vida.
Como humanos debemos tener un buen sentimiento e ideal, y este debe ser un ideal cristiano bajo una lluvia de virtudes y gracias divinas, que el Señor desde el cielo nos ofrece. Con humildad debemos de acogerlas.
Así inicio el año, diciéndoles en voz baja lo que pienso en alto, estando placido y sereno admirando en el amanecer el intenso azul de una bella alborada, al vaivén de una agradable hamaca, mientras escucho una suave música instrumental.
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