Ne fue solo por la faltaran recursos y de trabajo, sino las roturas de formas y principios de familias enteras, cuajadas de necesidades. Hombres y mujeres gritando, para pedir/defender el pan y el trabajo.
Gracias a que España cuenta con una sólida sociedad civil: fuerte, valiente y solidara, capaz de emerger de los más hondos hoyos del infortunio.
Si recordamos la crisis (2008-2016), no imagino que fuese cierto aquel dicho tan repetido de que los españoles no han hecho un mínimo esfuerzo por ayudar a salir de la crisis. Crisis que les recuerdo comenzó en los EE.UU, justo cuando los índices macroeconómicos de 2008 estaban por los suelos. Y cabe señalar que de inmediato el gobierno de los Estados Unidos aprueba un plan de financiación de la deuda de la mala calidad de los bancos, por 700 000 millones de dólares (medio billón de euros). Con tan espectacular remiendo, aplicado a la economía norteamericana, comienza el éxodo de saneamientos económicos en una gran parte del mundo.
Aquel inicio de la crisis mundial supuso para nosotros otra explosión: el final de la burbuja inmobiliaria, la crisis bancaria y, finalmente, como no podía ser de otra manera, la ininterrumpida subida del paro. Ante tan oscura situación, en la mente de los ciudadanos españoles bullía la zozobra e intentaron darle la vuelta al asunto. Fue así como, atando cabos y midiendo los recursos, con acertada precisión e inteligencia, al principio se dieron escasos pasos aunque con ilusionantes resultados. Seguidamente irrumpió con fuerza el llamado Movimiento del 15-M, de donde saltaron todo lujo de chispas. Pues al principio nadie sabía a ciencia cierta cuál era su verdadero propósito, ni mucho menos los objetivos.
Recuerden la precariedad del trabajo, las disminuciones de los créditos, el deterioro de la competitividad. El escandaloso déficit público, principalmente en manos de las Autonomías… Con todo, se acababa de abrir una raya en tejido social de España. Algo nuevo.
Así las cosas, el pueblo español cayó en la cuenta de que el que pretendiera sobrevivir, tendría que buscarse la vida por su cuenta. Y se le lechó lo que hay que echarle, en estos casos, a los dramáticos sunamis sociales que vienen que vienen con muy mala uva. De ahí que no podamos olvidar la acción tan contundente obrada, sobre todo por jubilados, con sus pequeñas aportaciones dinerarias y las ayudas a los pequeños, pues ellos –los jubilados- eran los que luego llevaban y recogían del colegio a los niños. Poniendo en riesgo vidas, cuando algunos abuelos eran ya demasiado mayores para atender a tanta chiquillería y, a la vez vigilar los semáforos.
Sobran razones para admirar también a los emigrantes jóvenes, algunos de los cuales con carreras partidas. O aquellos aproximadamente 10 000 médicos que hoy están trabajando fuera de nuestro país.
Fue una Numancia moderna, incruenta, civilizada, pero dispuesta a salvar sus dignidad, la cultura y el pan de cada uno, en tanto en los gobierno se gestaba la tremenda, escandalosa y despilfarradora corrupción, que todavía no sabemos cuándo llegaremos a ver su fin.
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