Se trata de una tranquila y apartada urbanización de hormigón armado tipo búnker que se conoce popularmente como Villapesoe y se encuentra situada en la paradisíaca Isla de Arosa, 4.500 habitantes, a escasos 20 metros del mar. No es una construcción erigida antes de la Ley de Costas de los años 70 o de la aberrante e intervencionista Ley de Costas que establece 500 metros como el mínimo que deben separar cualquier nueva edificación del mar. No. Es una dacha de lujo, de hiperlujo, que se encuentra en construcción. El apartamento más barato de la promoción ronda los 360.000 euros. El más caro (420.00 euros) es el ático de José Blanco, conocido como Pepiño, número 2 del PSOE de Rodríguez Zapatero, desde hace unos días Ministro de “Infasturturas” y denunciado ante la Justicia por maltrato, insultos, injurias y amenazas contra los miembros de CAFINES (Confederación de Afectados por Estafas Inmobiliarias), a los cuales, según afirman, el “señor de los concetos” les dijo que se iban a enterar de lo que vale un peine por eso de andar denunciando la presunta ilegalidad de su vivienda.
Acorde con el gusto de sus moradores, la exclusiva dacha es hortera a más no poder. Una de esas construcciones que se pretenden modernas, siendo verdaderas molicies sin encanto alguno –parece más un centro comercial o una fábrica que un edificio de viviendas- y que rompen toda la estética idílica del lugar. Y es que la clase y el saber estar no se compran y toda la edificación apesta a nuevo rico, a nihilismo en estado puro. El pinar que ocupaba desde tiempos inmemoriales todo el Cabo Deiro ha sido arrasado cual árbol en la calle Serrano después de pasar por allí Alberto Ruiz Gallardón, sin que los ecologistas o los progresistas, siempre tan preocupados por el medio ambiente cuando de fastidiar a otros o arremeter contra las libertades individuales se trata, hayan levantado la voz. En su lugar se alzarán pistas de tenis, piscinas, pistas de pádel, bodega y hasta un embarcadero propio –y privado- para los barquitos de sus ricos propietarios.
Numerosas viviendas del mismo municipio, desde cuyas ventanas ahora sólo se puede ver el bloque de cemento de los señoritos socialistas, han quedado fuera de la legalidad después de que el alcalde socialista de la Isla de Arosa aprobase el nuevo Plan urbanístico que legalizaba la aberración visual. Pequeñas viviendas unifamiliares de las de toda la vida, sitas a más distancia de la costa que la aún no terminada Villapesoe y que, por no estar ocupadas por insignes miembros del Partido como Gaspar Zarrías, mano derecha de Manuel Chaves, se ven amenazadas de derribo. Y es que para poder disfrutar de una casita de verano a pie de playa y no ser amenazado con perderla por la aplicación retroactiva de una ley demagógica hay que ser del régimen.
El colmo de toda esta rocambolesca situación que en un país normal la oposición hubiera tomado como bandera de corrupción, nepotismo y caradura y estaría denunciando mañana, tarde y noche, ha sido la carretera de acceso directo a Villapesoe que los socialistas tienen planeado perpetrar y cuyas obras se han visto aceleradas tras perder el bipartito las elecciones. 260 viviendas de modestos pescadores deben ser derruidas para que Pepiño, Zarrías, Manuel Hidalgo, Carlos Hernández y Ventura Pérez Mariño puedan ir a refugiarse en su cursi vivienda vacacional. Eso sí, la vivienda de la madre del alcalde socialista de Isla de Arosa ha quedado bien a salvo aunque ello suponga un requiebro inexplicable en la carretera. Así es como ha sucedido que modestos pescadores, gentes del pueblo, trabajadores gallegos, hayan decidido acampar a las puertas de la horterada para denunciar la tropelía. Ni que decir tiene que ningún medio de comunicación gallego se ha hecho eco del escándalo. Los nacionales, apenas. Rajoy, gallego él, no ha perdido su valioso tiempo en preguntar a ZP por el escándalo de Villapesoe en la sesión de control del Congreso. Rosa Díez bastante tiene con la división interna –ahora quieren colocar a gente afín a Madrid- que UPyD sufre, también, en Galicia. Al resto poco le interesa el destino de la gente modesta.
Y es que Villapesoe es ya mucho más que una cacicada. Es todo un símbolo: el símbolo del régimen. Y todos, por acción u omisión, forman parte de él.
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